¿Lo creiste?

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Dos días después de la boda...

Cárcel de máxima seguridad de Zootopia.

Las celdas se encontraban cerradas y los presos dormían plácidamente, todos excepto cuatro. Mouse se encontraba preparando para salir del lugar. Rhino pensaba en lo que haría después de salir, si robar a alguien o matar a alguien. Flanck pensaba en comer en una pizzería después de salir de ahí. La única que pensaba en una fría y dura venganza era BellWheather. Durante todo el tiempo que ha estado encerrada ha entrenado, ha meditado y a planeado miles de cosas que haría contra Judy Hopps. Y ahora que tenía la oportunidad, no la desaprovecharía.

La cárcel se mantenía en un silencio espectral, por fuera, un helicóptero se acercaba con intenciones muy diferentes a las de encerrar a alguien. Camuflados con los sellos de la policía de Zootopia, aterrizaron en el techo. Un antílope que se encontraba de piloto hablo.

-Traemos a un nuevo recluso. Es un jaguar que trato de matar a una familia de quince ratones.-hablo serio.

-A veces no pueden detener su genética ¿Verdad?-respondió el guardia alce.

Abrió la puerta de los pasajeros para bajar al prisionero pero en vez de eso se encontró con una nutria.

-La verdad es que... Nuestra genética es igual que la suya.-le dio un golpe en la cara y otros tipos se lanzaron encima de él noqueándolo. –Ustedes, entren y abran todas las celdas. Yo sacara al señor Mouse y sus compañeros.

Dejaron tirado al alce en el piso amarrado con cuerdas y entraron. Bajaron por unas escaleras hasta el pasillo del tercer piso de la prisión. Se detuvieron y revisaron cuantos guardias se encontraban en estos. Con las armas cargadas, salieron y dispararon con silenciadores a cada uno. La sala de vigilancia se encontraba en el primer piso. Bill, BellWheather y sus secuaces se encontraban en el segundo piso.

-Señor, la sala está en el primer piso.-hablo uno de ellos por un intercomunicador.

-Pues bajen y detengan a todos. Cuando abran las celdas, todos los prisioneros pelearan contra los policías. Sera un problema grande así que tienen que salir de allí rápidamente.

-Entendido.

Sin más, amarraron el inicio de varias cuerdas y bajaron por estas haciendo rapel. Al mismo tiempo, los policías los vieron. Disparos silenciosos los detuvieron, llegaron al primer piso con sigilo, nadie los vio hasta ese momento. Se desamarraron para dirigirse a una puerta metálica que se encontraba al final del pasillo. La abrieron y dispararon a todos dentro. Uno de ellos tomo el micrófono y hablo.

-A todos los prisioneros. Este es su momento, salgan y libérense de la opresión de todos estos seres que creen que hacen lo correcto.-aplasto un botón y una alarma se encendió.

La típica luz roja se acciono y todas las puertas de las celdas se abrieron dejando en libertad a los presos. Guardias de refuerzo llegaron para evitar que escaparan. Dentro de la prisión se había creado un caos de grandes proporciones. Una batalla campal de policías contra ladrones se liberaba mientras los reclusos Rhino, Flanck, BellWheather y Mouse escapan por las escaleras hacia el helicóptero.

-Por fin, mi oportunidad ha llegado.-hablo BellWheather pensando en su venganza.

-Oh, hablando de eso...-Flanck rápidamente se dio la vuelta y le dio un golpe en el rostro haciendo que cayera de espaldas al frio suelo. –Nuestro trato se cancela, la coneja también es un problema para mí y prefiero acabar con las personas que odio, yo mismo. Lo siento, me caías bien pero así son los negocios. Nos vemos, ¡Oh! Y suerte con los policías.

Entro al helicóptero y este se alzó, la oveja blanca que alguna vez fue su aliada se quedó mirando cómo se alzaba el metálico transporte con un odio incomparable, ni si quiera el odio contra Hopps era tan grande como este.

Los policías subieron y vieron a BellWheather tirada en el piso, uno de ellos la atrapo poniéndole esposas alrededor de sus pezuñas. No hizo resistencia alguna, solo se quedó mirando a las luces de aquel helicóptero que se alejaba de vuelta a la ciudad de Zootopia.

-Me las pagaras maldita rata.-susurro con una voz extremadamente seria.

Mientras tanto, dentro de ese helicóptero. El pequeño ratón celebraba internamente, una sonrisa maniática se creaba en su rostro, sus pequeños ojos negros estaban cerrados pero en esa oscuridad visualizaba como se vengaría de Wilde y Hopps. El helicóptero no se dirigía a cualquier parte de la ciudad, un centro clínico en uso se encontraba al norte de la ciudad. Este era un laboratorio restringido para cualquiera que no fuera de su personal. Dentro de este, se creaban las creaturas más horribles que pudieron existir, mezclas de diferentes animales encerrados en tubos, doctores registraban y anotaban los avances y deslices de cada uno de sus experimentos. Era un lugar horrible para cualquiera con la mente racional aun activa.

-¿Cómo vamos con nuestros avances con los modificados doctor Mandes?-preguntó aquel ratón después de haber aterrizado y entrado al edificio.

-Oh, señor Mouse, parece que todo marcha a la perfección con las modificaciones de los animales de nutria y castor, lo mismo con las modificaciones entre zorros y cerdos. La única desventaja, si es que le puede llamar así, es con la mezcla entre búfalo, conejo y jirafa, al ser una mezcla de tres animales la inestabilidad en su ADN crea un fallo que hace que el individuo muera cinco horas después de la modificación. El ADN que hace fallar el experimento es el de conejo.-todo este informe era como música para los oídos del ratón.

-Bien, necesitare que arregle ese problema pronto. Tengo a alguien que creo que podría ser el arreglo a su falla pero tenemos que traerla acá ya que no vendrá por su propia cuenta.

-La señorita Hopps ¿Verdad?-preguntó.

-Sí, hagamos una cosa. Trate de hacer esa mezcla con un poco de su ADN, con el resto de su cuerpo... Yo tengo una idea para ella.-su sonrisa que jamás fue borrada, se notó mucho más al pensar lo que haría con Judy Hopps y Nick Wilde.

No me importan ellos... Me importas tu. Parte N.-1 (Serie de Fanfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora