No me importan ellos... Me importas tu. Parte N.-1 (Serie de Fanfics)

Capítulo 18. (R)

El momento llegó, la noche cayó en la gran ciudad y con ella, las diferencias y problemas entre los diferentes animales. Ahora, solo tenían un objetivo a por el cual ir: Bill Mouse. Jack llamó a todos aquellos del equipo media hora antes de salir en misión. Judy y Nick fueron los primeros en llegar, pero hasta que llegó otro oficial; hubo un gran momento de incomodidad entre los tres mamíferos ya que Nick se encontró cara a cara con el conejo a rayas mientras que Judy conseguía unos cafés para ellos. Fue un momento de lo más tenso, al menos, para ambos. Después de unos diez minutos llegaron todos, se reunieron en la sala de reuniones y tomaron asiento en los diferentes puestos para ver el plan para detener a Bill.

―Ya que estamos todos aquí. ―habló Jack en frente de todos―. Les diré el plan para detener a Bill Mouse, alias, El Ratón. El equipo Bravo y Charlie conformados por los oficiales de especie puma y tigre, entrarán en por la sala posterior del complejo deteniendo a todo enemigo dentro, después buscarán la forma de desactivar la energía de todo el lugar por unos momentos para que podamos entrar. ―los oficiales mencionados asintieron serios―. Después el equipo Alpha conformados por los oficiales Hopps, Delgato, Colmillar y mi persona y el equipo Delta conformado por Wilde, Lobato, Rhinowitz y Osorio, entraremos por los conductos. ―los mencionados asintieron―. El equipo Delta se quedará en la sala de control mientras que el equipo Alpha irá en dirección hacia la sala donde, se supone, estará Mouse. Al final de todo esto y si es que sale todo de acuerdo al plan, Bill será arrestado de por vida, nosotros somos los héroes y todo vuelve a la normalidad en Zootopia.

Todos aplaudieron y felicitaron al agente Savage por la brillante explicación de su plan, a excepción de un animal que era obvio que no lo aclamaría. Nick alzó su pata para realizar una pregunta.

―Sí, ¿Qué sucede oficial Wilde? ―pregunto Jack desinteresado.

―Una pregunta agente, ¿Usted sabe la habilidad que tiene Mouse con las armas? ―pregunto en desafío.

―Pues no agente Wilde. ¿Usted sabe algo?

―Pues sé que desde antes de que entren a esa sala, les dará un balazo en el cráneo matándolos al instante. ―dijo levantándose de sobre su silla y poniendo las patas sobre la mesa―. Si quiere saber cómo lo sé, es porque estaba en su expediente criminal, aparte de que ahora no es tan sutil como antes.

― ¿Cómo es que sabe usted que él cambio?, si se puede saber oficial Wilde. ―preguntó el conejo con cierta molestia e intriga malvada.

―Después se lo explicaré, agente Savage ―no lo iba a hacer―. Pero lo que yo recomiendo es que lo tomen por sorpresa en el pasillo, hacen una explosión controlada desde la puerta y ¡Boom! Atrapan a Mouse. ―sonrió con orgullo para sí mismo.

―Me sorprendes Wilde. ―dijo Savage―. Está bien, seguiremos tu plan al llegar allá. ―a Nick le pareció raro que aceptara tan de la nada su propuesta, pero viendo a Judy feliz de que se llevaran bien, decidió ignorarlo.

Aunque a Judy también le cayera mal Jack, era aún su fan así que ya saben, fanaticada nunca abandona. En especial cuando estas en una misión de la que posiblemente no vuelvas a menos que sea en una bolsa de plástico negra.

Todos fueron a prepararse. Tomaron armas y armas tranquilizantes, chalecos, trajes y todo lo necesario para la misión. Lugar de descenso: Antigua base militar de Zootopia. Sí, la anterior base donde todos los militares de Zootopia entrenaban y se preparaban era alejada de la ciudad. Y que ahora era ya no el sitio adecuado para un escondite seguro, al menos, para Bill Mouse.

Siendo ya el momento de comenzar, eran las dos mil doscientas horas ―queriendo decir las diez de la noche― los cuatro equipos salieron de incognito dentro de diferentes helicópteros que los llevarían a sus posiciones designadas. En el viaje nadie hablaba, todos preferían el silencio de una gran batalla que la desesperación de las ideas futuras. El único sonido, las hélices girando y las armas cargándose a medida que avanzaba el viaje, ajustaban sus chalecos, repasaban el plan. Todo eso para ese momento. Ya solo quedaban pocos segundos de viaje.