Capítulo 7

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Mientras crecemos, a nosotros los Ascendit, nos enseñan a no acobardarnos en la batalla y también aprendemos a no horrorizarnos de ella. Pero creo que ninguno de los guerreros de las tres legiones, esperaba encontrarse con esto.

Es un completo baño de sangre.

Los humanos no tuvieron oportunidad alguna. Sólo unos pocos sobreviven y tratan de defenderse de las bestias y monstros que les atacan. Hay cadáveres en el suelo, heridos y mutilados. Muertes y agonizando. Los demonios se carcajean de los caídos en batalla y los Cecidit sólo observan con fascinación.

Cundo se percatan de nuestra llegada gruñen y se molestan. Estamos arruinando su diversión.

Infelices.

—Han llegado a unirse a nosotros o sólo vienen para preciar el espectáculo —dice uno de los caídos, el mismo del sueño y de la batalla anterior, cuando aterrizamos en el suelo.

Los pocos humanos que quedan se vuelven, confundidos, hacia nosotros. Sus ojos se abren desproporcionalmente cuando nos ven y beben de nuestra apariencia. Seres con armadura y alas, gárgolas...

¿Cómo es que son capaces de vernos?

—Nos ven —dice abatido, Azael—. ¿Cómo es eso posible?

Se necesita creer en algo Ageysha, para que exista.

—Si creen que hay un mal, también creen que debe haber un bien —susurro.

—¿Qué? —farfulla Ariel, alistando su espada para enfrentar a los oscuros.

—Si crees en el mal, debes creer que también existe un bien. Ellos ahora creen en los demonios porque les han visto, si creen en demonios también creen en ángeles. Y al parecer, nosotros somos lo más cercano a ello. Si creen que existimos, somos reales para ellos, pueden vernos.

—Esto... —las palabras de Adif mueren cuando uno de los demonios corre hacia un humano. Sale despedido hacia el demonio y embiste evitando que sus garras atrapen a su víctima.

—Creo que eso responde a tu pregunta, caído —siseo hacia el Cecidit de las oscuras, que sonríe hacia mí.

No espero su respuesta, me abalanzo hacia el demonio más cercano evitando que llegue a los pobres humanos que tratan en vano, defenderse. Contrarresto su golpe, cortando sus garras con mi espada, el demonio gime y se encorva tratando de aliviar el dolor. Envío una vibración en su dirección arrojándolo al suelo, pateo su cabeza y entierro mi espada en su espalda, el demonio ruge y trata de alejarse de la hoja que lo atraviesa, pero no se lo permito, dejo salir mi dominio aplastando su cuerpo en el suelo, otro demonio viene hacia mí con la intención de tumbarme; salto sobre el cuerpo del demonio en el suelo y preparo mi cuchillo serafín, por el sonido a mi alrededor sé que las legiones están luchando también. Aprieto mis dientes y sin permitir que la espada salga del lomo del demonio en el suelo, blando la hoja del cuchillo en dirección al otro demonio. Acierto, rajando su garganta antes de que sus garras toquen mi cuerpo.

Por el rabillo del ojo veo a Elijah luchar con dos demonios, Azael acorrala a un desolador y Adif se enfrenta a un caído. Doy un giro de 90 grados y golpeo a un demonio succionador. Me lanzo entonces por un demonio en forma de reptil y con una vibración y velocidad, corto su cabeza. Un caído me observa con deleite, lo fulmino con la mirada y le reto a acercarse, ríe y niega con su cabeza, habla hacia otros demonios y estos últimos terminan por arrojarse hacia mí.

Intento enviar una vibración, pero el caído se me adelanta y envía una hacia mí. Me resisto y aunque golpea y me tambaleo un poco, no me derrumba. Gruño y enfrento a los demonios. Empuño mi espada y arrojo golpes, pateo la pata de uno de los demonios con forma de bestia peluda y entierro el cuchillo serafín en el ojo del desolador.

SOMBRAS (Entre el Cielo y el Infierno #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora