Capítulo 19

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Más de treinta minutos.

Eso es lo que me toma llegar al lugar donde Bryne, o lo que queda del pueblo, se ubica.

Puedo ver desde el cielo las ruinas. Casas que quedaron destruidas por una avalancha de tierra, priedras y lodo. El centro del pueblo es notable, es la parte más despejada y llena de maleza de todo el lugar.

Noto las ruinas de una iglesia y otros edificios principales cuando mis pies tocan tierra.

Sorprendentemente, la estatua está intacta, y verla ocasiona que un escalofrío me recorra todo el cuerpo. Este es el lugar, la plaza de cada uno de mis sueños, donde vi al caído, donde me dijo todo aquello.

Trato de percibir algo, amplio cada uno de mis sentidos y no pierdo mi forma verdadera para poder estar más atenta a todo. Nada llega, el lugar está completamente desierto. Camino hasta la estatua y pongo mis manos sobre ella, noto entonces la placa y la leyenda que se ha borrado con el tiempo.

"Ningún dios, ningun culto, todos somos el mismo pueblo que nació luego de la ira del divino. La tierra es nuestra, el poder es nuestro, forjemos nuestro camino y no nos dejemos del titiritero.

Caídos sí, pero nunca esclavos."

Frunzo el ceño ante las palabras expuestas aquí. Suspiro y cierro mis ojos tratando de recordar cómo se veía este lugar mientras hablaba con el caído. Al abrirnos de nuevo, me sorprendo por poder ver todo tal y como fue en otro tiempo.

Veo los edificios en su lugar, intactos; las personas de un lugar a otro, hablando, riendo; los niños jugando con las palomas, ancianos reunidos en las bancas hablando y riendo, los puestos de comida, mercadillos, la panadería, la cafetería, la alcaldía, los arboles que son sacudidos suavemente por la brisa, el cielo brillante, todo.

—¿Qué pasó aquí? —susurro.

Camino hasta la iglesia, es de ladrillo rojo. Las puertas son oscuras y de madera. Permanecen cerradas, pero logro escuchar los murmullos detrás de ella. Las ventanas son pequeñas, los marcos de la misma madera que las puertas, y los vitrales, los vitrales son imágenes de ángeles... especificamente de caídos. Todos tienen alas negras y no están subiendo hacia el cielo, descienden.

—La caída.

Empujo las puertas de madera y me recibe un gran salón. Es practicamente igual que cualquier otra iglesia. Las paredes contienen muchas imágenes de ángeles. Demasiadas para una iglesia convencional. La pinturaa es de un color blanco prístino, hay telas de color rojo sangre que cuelgan de cada torre, candelabros de oro en los techos, puertas que supongo dan acceso a las otras habitaciones de la iglesía, bancas de madera, altares con imágenes y velones encendidos, personas de rodillas orando, un atril y... eso no es un crucifijo. Es una...

—¿Espada?

Me acerco para observar detenidamente la espada. Las personas a mi alrededor ni siquiera me notan, tal vez, porque esto no es real. Sea como sea, necesito ver la espada.

La espada tiene una hoja larga, probablemente de más de un metro, la empuñadura es de oro y hay un cuarzo rosa en la punta, rodeado de una escritura en hebreo.

"Que mis pensamientos, mis acciones y mis palabras reflejen la generosidad de un buen corazón, lleno de la compasión y el respeto que Él demostró por mí. Que mi luz y mi amor viajen y se expandan por donde quiera que yo vaya, que el amor sea lo primero en mi alma".

Esa frase y la piedra, es algo familiar. Sé que la he leído o escuchado en alguna parte. Sigo observando la espada mientras me devano los sesos pensando el porqué luce familiar para mí.

SOMBRAS (Entre el Cielo y el Infierno #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora