Capítulo 17

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—Hola Princesa.

Maldigo internamente y cierro mis ojos, tratando de huir de este sueño. Escucho la risa del caido y luego una brisa que acaricia mi mejilla.

—No puedes ignorarme, Ageysha.

—No pierdo la fe en que sí pueda hacerlo.

—¿Por qué? Si eres tú quien ha acudido a mí.

Abro mis ojos y me levanto del suelo para encontrarme nuevamenten en la misma plaza, frente al mismo caído de la vez pasada. Sólo que está vez él no luce bien.

—¿Te arroyó un tren? —pregunto, tomando nota de sus golpes y moretones.

El brillo divertido en sus ojos se desvanece y pierde la sonrisa que tenía hace poco.

—No, gajes del oficio —murmura evadiendo mi mirada y dandome la espalda—. Dime a qué has venido.

—¿Yo? Eres tú quien está invadiendo mis sueños.

Se ríe sin alegria y vuelve a enfrentarme.

—En eso te equivocas princesa, este no es un sueño, no es tu sueño. —Parpadeo confundida y él suspira—. ¿Acaso no te han enseñado sobre las dimensiones espirituales?

—¿Aquellos estados en los que el espiritu viaja mientras el cuerpo descansa, donde la realidad se adapta a la necesidad del espiritu y viceversa?

—Sí, este es uno de esos "estados". Mi espiritu permanece aquí, este es mí espacio y eres tú quien viene a mí, no al revés.

Sacudo mi cabeza, confundida. Observo a mi alrededor y me doy cuenta que es exactamente igual a la otra vez, están las mismas personas, los niños, todo tal cual como el sueño pasado.

Entonces... es cierto. Yo estoy en su campo espiritual, pero... ¿cómo es posible?

—Tu espiritu sabe qué es lo que necesita. Tú buscas respuestas y esas respuestas crees encontrarlas aquí. Así que... —extiende sus manos, noto la mueca que hace cuando sus musculos lastimados son exigidos—, sírvete.

—¿Cómo es que tu espiritu luce lastimado, si todavía le pertenece a un cuerpo?

Sus ojos y su postura adquieren una sombra peligrosa y me contengo de atacarle.

—El cuerpo no es el unico instrumento que puede ser herido, tu alma, tu espiritu puede ser dañado y torturado en formas que jamás pensarías sin si quiera dejar el cuerpo al que pertenece. Mi espiritu luce así, porque es precisamente mi espiritu quien fue... —Se detiene abruptamente, cerrando su boca y abriendo sus ojos con temor, como si alguien puediera escuchar lo que está diciendo y desaprobara que me brindara dicha información. Respira y vuelve a su postura de antes—. Dime que es lo que quieres saber.

—Quiero saber lo que pensabas decir antes de que callaras.

Sus ojos se abren sólo un segundo, antes de gruñir—: Olvídalo. No es nada importante.

—Sí lo es. Hablabas sobre que el espiritu puede ser torturado aún sin abandonar el cuerpo, ¿cómo?

Maldice y empieza a pasearse. —No puedo responder a eso.

—¿Por qué no?

—No estoy autorizado, será mejor que preguntes lo que realmente quieres saber, no tenemos mucho tiempo.

—¿Tiempo?, ¿no se supone que aquí no hay tiempo?

Vuelve a maldecir y me mira, algo de pánico fluyendo de su cuerpo. Empiezo a inquietarme también.

SOMBRAS (Entre el Cielo y el Infierno #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora