Capítulo 14

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—¿Qué demonios estabas pensando? —gruñe Armor una vez que estamos lejos de Adif.

Mis hermanos y yo acompañamos a Ariel a su habitación.

—No puedes volver a hacer lo que hiciste, Ariel —murmura Artur con molestia—. Él es nuestro Summun, es nuestro padre y le debemos respeto.

—No le debemos nada —gruñe Ariel—, y mucho menos ahora con todo lo que está haciendo.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Atzel, adelantándose a mí.

—¿Acaso no lo ven? La forma en la que está actuando, como mira a Ageysha cada vez que pasa por su lado. Como permite que los demás insinúen cosas sobre ella.

—Tienen miedo —agrego, aunque saberlo no ayuda a la quemazón de dolor.

—¿Y? —espeta con furia mi hermano mayor—, tener miedo no les da el derecho de acusarte y excluirte de esa manera. Hace unas semanas estabas presente en todo, sabías qué es lo que está sucediendo, peleabas a nuestro lado... —Hace una pausa y golpea la pared con la palma de su mano—, a mí lado. Y ahora todos quieren alejarte, encerrarte o aislarte, simplemente porque la bendición que te han dado sobrepasa sus pequeñas mentes.

—¿Aislarme? ¿Adif planea encerrarme?

—Ageysha, las cosas no son así, estamos interpretando mal las cosas.

—No Atzel, no me trates de estúpida. Escuché muy bien a Ariel y si Ariel lo dice es por algo.

—Papá está actuando coaccionado por el miedo —murmura Artur, dejándose caer sobre la cama de Ariel—. Esto jamás lo habíamos vivido antes, tantas muertes, que los humanos nos vean, nuestros hermanos convertidos en robots que nos atacan, almas puras escogiendo la oscuridad...

—Y el hecho de que los oscuros te buscan, Ageysha, ellos proclaman que eres su princesa y gobernarás con ellos.

—¡No soy su jodida princesa, Armor!

—También está el hecho de tu aura —continúa Artur, ignorándome—, es demasiado turbia e inestable. Te estás dejando contaminar.

—¿Y qué carajos crees que estamos haciendo nosotros, Artur? ¿Acaso todo esto que papá y los mayores hacen y planean no es dejarnos malditamente contaminar y ponernos en contra de ella? —Ariel se mueve rápidamente, parándose a mi lado, yo le miro sorprendida, Ariel jamás actúa de esta manera, jamás maldice—. Es nuestra mejor guerrera, la elegida de Dios y la estamos convirtiendo y tratando como a un oscuro, como si fuera ella la que destruye nuestro mundo y no la que lucha y casi muere salvándonos el trasero.

—Está confundido.

—Está siendo un idiota, Armor.

—¿Por qué quieren encerrarme, Ariel? ¿Qué es lo que sabes?

—Nada, Ageysha, sólo son suposiciones.

—Tú nunca hablas por hablar, Ariel, no me mientas.

Niega con la cabeza y se aleja de mí, acostándose sobre la cama. Miro a Artur y luego a Armor, pero no recibo información de ellos. Suspiro, molesta y me vuelvo hacia Atzel, se encoge de hombros y niega. Él no tiene ni idea, y le creo, Atzel permanece más en la enfermería que en las reuniones de Adif.

—Está bien, manténganme fuera de la luz ustedes también —gruño. Salgo molesta y decepcionada de la habitación.

Atzel me sigue, lo ignoro cuando trata de hablarme y mediar por sus hermanos y su padre. Si Adif trata realmente de encerrarme, voy a... no sé exactamente que haría, pero no voy a permitir que me encierren como un animal.

Esto es ridículo, toda esta situación es estúpida y bizarra. No me adapto aún a la idea de que mi propia familia esté ocultando cosas de mí, que me den la espalda de esta manera. Y Adif..., él es quien más dolor me causa en este momento, no tener su apoyo, no tener su bendición es horrible, me duele.

Él es como un padre, lo considero uno después de haber perdido el mío. Fue quien me crió, quien me enseñó todo lo que sé, he estado a su lado desde esa primera noche que llegué a este lugar; no puede ahora tratarme como si fuera una extraña, porque no lo soy.

No soy nada de lo que ellos dicen, nada de lo que murmuran por ahí, no soy ni seré una oscura, jamás. Moriré antes. Estoy segura que acabaría con mi propia vida de ser así.

Eso ya lo he hecho, en mi sueño. Me purifico a mí misma antes de caer a manos de...

¿Quién carajos es el que nos traiciona?

No puedo recordar su rostro o el sonido de su voz, si pudiera recordarlo, yo...

—Ageysha. —Levanto mi mirada hacia el hermano Saúl, por poco y choco con él mientras caminaba a la biblioteca—. ¿Nos buscabas? —Miro a mi derecha y veo al hermano Jacob sonriéndome cálidamente.

¿Qué se hizo Atzel?

—Sí. Yo necesito hablar con ustedes.

SOMBRAS (Entre el Cielo y el Infierno #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora