Capítulo 18

333 62 3
                                    

Me toma sólo unos veinte mintuos encontrar la plaza en la red. Según los registros, esta plaza existió hace cincuenta años, se llamaba "Plaza de los Caídos" y pertenecía a un pueblo cercano a Firestone, que desapareció luego de una extraña avalancha que arrasó con todo.

Hay unos ciento cuarenta y siete kilometros de la casa, por la carretera hacia las montañas, hasta el desaparecido pueblo. Eso son más que unos cuantos minutos en el aire.

La noche del nueve de agosto de 1967, cerca de las tres de la madrugada, la monataña que se alzaba sobre el pueblo sufrió un desprendimiento que arrasó con la vida de los 40.567 habitantes y todo lo que conformaba el pueblo.

—¿Nadie sobrevivió? —Vuelvo a revisar los registros y es así, ni un solo sobreviviente—.¿Esto no puede ser posible? Nadie salió con vida.

Busco más información sobre el pueblo llamado Bryne, pero lo único que encuentro es información sobre lo extraño del suceso y como se atribuyó todo a un lamentable desastre natural que no dejó testigos. Más abajo, en otro artículo, mencionan que el pueblo era un lugar oscuro, se especulaba que practicaban alguna clase de brujería y ciertos cultos que se alejaban del camino divino.

Necesito ir a este lugar. Algo debe haber ahí, algo que necesito encontrar.

Busco una ruta en la aplicación de mapas, identificando exactamente hacia donde debo volar. Imprimo el mapa y marco los puntos de referencia para no perderme. La imagen satelital es lo suficientemente clara como para darme la ruta perfecta.

Salgo de la biblioteca como alma que lleva el oscuro y corro a mi habitación para prepararme.

Debo ser muy cuidadosa, no necesito que Adif se de cuenta de lo que voy a hacer o envíe a alguien para seguirme. Si él ya no confía en mí, yo no confío en él.

Pienso en si decirle a Elijah, pero no lo hago, no quiero involucrarlo en esto y traerle problemas. Adif podría tomar represalias con él si descubre que me ayudó a salir de la fortaleza cuando se supone que no debo hacerlo. Necesito averiguar qué ocurre y voy a hacerlo sola. El lugar no representa peligro alguno. Es tierra abandonada, no hay almas que los oscuros puedan perseguir, por lo que debe estar despejado.

Sin embargo, voy a llevar mis armas. Nunca está de más tener con qué defenderse.

Reviso a Briza y Almagor antes de marcharme, están con los pocos niños que quedan, jugando y gritando en el salón. Sonrío al verlos riendo y divirtiendose. Más allá de ellos, Yahir me observa, sus ojos me evaluan como lo hacen siempre. Se levanta y camina hacia mí.

—Estás... diferente.

—Soy diferente —respondo y se cruza de brazos.

—Te he extrañado. —Resoplo y Yahir me arrincona con su penetrante mirada—. Sabes que no miento, Ageysha. Te extraño, extraño lo que teníamos.

—No teníamos nada.

—Eso no es cierto, ambos estabamos ahí para el otro. Yo te necesitaba y tú me necesitabas.

—Yahir... —advierto, cuando se acerca demasiado a mí. No voy a negar que su cuerpo me es familiar y que en cierto tiempo pensé que lo que "teníamos" era suficiente y lo único que necesitaba.

—¿Qué ha pasado, Ageysha? —Doy un paso atrás, él me sigue—. ¿Por qué te alejas de mí? Hace no menos de un mes no podías esperar a verme, para encerrarme en cualquier habitación y arrojarte sobre mí.

—Eso fue antes.

—¿Antes de qué?... o será ¿de quién? —gruñe, mirando por encima de mi hombro.

SOMBRAS (Entre el Cielo y el Infierno #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora