Irritada azoto la puerta al entrar. En el camino hacia la habitación me encuentro con un enorme cuerpo deteniendo abruptamente mis maldiciones dedicadas a Jerry.
Lev.
—¿Qué te sucede, pequeña? —sus brazos me rodean al instante.
—El idiota de Jerry quiere que componga todas las canciones para el próximo álbum.
—¿Y que tiene eso de malo? —pregunta confundido.
—¿No es obvio? —murmuro algo molesta.
—¿No sabes sobre qué tema escribir? Si es eso, no te preocupes yo te puedo ayudar, pequeña.
Es dulce de su parte ofrecerse a ayudarme aunque eso no ayuda al hecho de que no se dé cuenta del enorme inconveniente que tenemos al tener que componer el nuevo álbum.
—Gracias por ofrecerte pero no, ese no es el problema.
—¿Entonces cuál es?
—No vamos a tener tiempo para estar juntos. Son semanas, quizás meses dependiendo de lo inspirada que me encuentre a la hora de componer, hasta poder vernos nuevamente.
—Ah.
Frunzo el ceño.
—¿Solo vas a decir "Ah"?
—¿Qué es lo que quieres que diga, Marie?
Me aparto de sus brazos y lo miro detenidamente por unos largos segundos.
—¿Qué? —murmura irritado a causa de mi escrutinio y mi silencio momentos después.
—No te interesa en lo más mínimo si tengo que componer o no —un nudo se instala en mi garganta cuando caigo en ese hecho, haciendo difícil el poder hablar sin largarme a llorar y ponerme en ridículo ante Lev—, no te importa cuánto tiempo pase, o si nos vemos o no. Te da lo mismo. Te doy lo mismo —en esa última palabra mi voz falla.
Envuelvo mis brazos a mí alrededor y dándole una última mirada a Lev, me dirijo a la habitación.
No quiero llorar ante él, tampoco quiero llorar por él. Y no lo voy a hacer, en lugar de sentirme dolida, tengo que sentirme molesta, pero no con Lev. No es su culpa que yo sea crédula y tenga esperanzas, sino conmigo misma. Por ser una tonta niña, sí, una niña, porque una verdadera mujer se daría cuenta de que nada bueno saldría de un enamoramiento con una estrella del Heavy Metal de 50 años de edad.
Cuando mi cuerpo toca el colchón, escucho los pasos apresurados de Lev.
—¿Estas llorando otra vez? ¿Siempre va a ser así contigo? —aturdida con su arrebato, lo miro.
—¿Eh?
—"Eh, Eh" —me imita.
—¿Qué diablos te pasa? —frunzo el ceño y me siento en recta contra el respaldar de la cama.
—¿A ti qué diablos te pasa? ¿Eres bipolar o qué? No puedo seguirte la corriente, porque en un momento estás feliz, al instante molesta, luego lloras por cualquier tontería y me haces sentir como el malo de la película, y así en un día pasas por todos los estados de ánimos. Sinceramente no te entiendo —exasperado se pasa la mano por el cabello.
Ladeo mi cabeza y lo miro procesando sus palabras.
—¿Cómo? —pregunto calmadamente segundos después. Aunque calmada es lo último que me siento.
—Ya me has oído.
—Quiero que lo repitas, por favor —mis manos están hechas puños a mi costados.
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Lev Hedeon. (+16) S.D.A #1
RomanceAmar a Lev Hedeon no es nada bueno. Y mucho menos si tú tienes veinte años (estando él en sus maravillosos cincuenta años) solo te vería como a una niña, mucho más pequeña que alguna de sus hijas. Nunca tendrías la oportunidad de estar con él. Sin...