—No me mires de esa manera, Marie. —su susurro me hace prestarle atención.
—¿Cómo te estoy mirando?
—Con desilusión y pena.
—No me había dado cuenta que lo hacía.
Sonríe tristemente.
—Claro. —Se queda en silencio y nos miramos por unos segundos, los cuales parecieron eternos, hasta que continúa—: Dejando todo eso de lado, tú querías saber que sucedió la última vez que nos vimos —asiento—, después de la pelea recuerdo que estaba muy molesto con lo que paso y decidí que sería mejor olvidarme, por un momento, con la ayuda de un buen Whisky. Una cosa me llevo a otra y me acabe toda la botella. De ahí solo recuerdo el despertarme al otro día con una gran resaca. Tampoco recuerdo haber despedido a Basil. Eso es bueno, porque aún posee su empleo. —sonríe al decir eso. No le veo la gracia.
—¿Una botella completa? —pregunto alarmada, sin pensar en nada más. Hasta del pobre Basil me olvido, claro está, que me alegro de que no fuera despedido, pero solo pienso en el hombre que se encuentra frente a mí. El alcohol es tan malo para su salud como las drogas.
—¡Oh, no! No vayas por ahí. Ya veo que tu cabecita esta maquinando cosas relacionadas, con que soy un alcohólico —mis mejillas se tornan rojas de vergüenza, al saber que fui muy obvia con mis pensamientos. Se ríe al ver mi expresión—. ¡Diablos! Me encanta que te preocupes por mí, pero no es tu deber, pequeña. Soy un adulto. Se lo que me conviene y lo que no.
No estoy de acuerdo con la última frase. Si se bajó una botella completa de alcohol, no sabe lo que le conviene.
—No puedo evitarlo — agacho mi cabeza al saber que estoy por reconocer algo muy importante y revelador, al igual que doloroso, al saber que no es reciproco—. Es imposible no preocuparse. Cuando uno quiere a una persona, nada más importa que su bienestar.
Cierro los ojos.
No quiero ver, en su rostro, la pena que siente por mí después de esa revelación.
—Marie...
—No hace falta que digas nada—hablo apresuradamente, cuando lo escucho decir mi nombre, seguramente con la verdad. (Que él no siente nada por mí) Y escucharlo de sus labios, sería muy doloroso. Abro los ojos y lo miro—. Sé que soy tonta, y muy joven al hablar de esto contigo. Aparte de que ¿Cómo puedo estar enamorada de ti, si no te conozco? —Todos se hacen esa pregunta alguna vez en su vida—. La verdad yo tampoco sé porque siento esto. Sin embargo está presente.
—Marie...
—No, Lev, déjame terminar, por favor — asiente seriamente—. Esta el tema de la diferencia de edad, aunque a mí eso no me importa, pero seguro que a ti sí —lo miro enarcando una ceja—. Aunque me encantaría que eso no fuera así, quisiera que seas de esos hombres mayores, que aman ser vistos con jovencitas como yo. —Suspiro y rio nerviosamente— También, y lo más importante de todo, es que yo te amo. Sí, esa es la realidad, pero tú no sientes lo mismo...
—Marie...
—¡No me interrumpas te he dicho!
—¡Esta bien! —levanta las manos exasperado.
—¿Dónde me quede? Ah, sí. Lo de amar. Como dije antes, yo te amo. ¡Guau! Cada vez es más fácil decirlo. —Hago una mueca graciosa—. ¿Sabes? Nunca antes se lo dije a alguien —me callo un momento y miro su rostro. El cual esta serio, no muestra nada. Me encantaría saber qué es lo que pasa por su cabeza en este momento. No, mejor no. Tengo una ligera idea de lo que va, y prefiero que solo quede como una idea y no una afirmación—. Solo quiero que sepas que no espero que tú me ames, eso ya es obvio. Estoy bien con esto, porque sé que algún día voy a encontrar al amor de mi vida, y voy a estar muy abochornada al haberte reconocido todo esto, sabiendo que no eres para mí, cuando se lo cuente a él. Espero no sea celoso. Porque creo que por mi parte, soy capaz de ir a golpear a la chica, si me revela algo así de su vida...
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Lev Hedeon. (+16) S.D.A #1
Storie d'amoreAmar a Lev Hedeon no es nada bueno. Y mucho menos si tú tienes veinte años (estando él en sus maravillosos cincuenta años) solo te vería como a una niña, mucho más pequeña que alguna de sus hijas. Nunca tendrías la oportunidad de estar con él. Sin...