Capítulo 8.

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Al finalizar el ensayo escucho a Sol llamándome.

—¿Quién te llamo?

—Nadie.

—¿Cómo que nadie? Si hablaste un buen rato por teléfono.

—Numero equivocado —comento. Me mira en silencio por un momento, seguramente escrutando si le estoy miento o no.

—Claro —comienzo a sentirme incomoda con su mirada. Y mucho más cuando la veo sonreír. Es tenebroso— ¿Es verdad lo que se rumorea por los pasillos?

¡Oh, Oh! ¿Qué diantres se dice por los pasillos?

—No, no lo sé. Pero deduzco que me lo dirás.

—¿De verdad no lo sabes? —la burla es palpable en su voz.

—No, Sol, no tengo idea de lo que estás hablando —aseguro exasperada.

—Se dice que anoche apareció una persona muy importante en nuestro concierto... además, debemos agregar, que lo vio desde el principio al final —se detiene y mira atentamente mi reacción regodeándose con lo que sabe. Siento a mis mejillas arder, confirmándole sus sospechas.

—¿Qué persona importante? —me apresuro a decir para tratar de distraerla de mis tics-nerviosos-detectores-de-mentiras. Sus ojos brillan.

—¡Oh, Dios! No te hagas la estúpida que no te queda. Sabes muy bien quien vino anoche. Solo quiero saber: ¿Qué es lo que quería? ¿Te vino a ver a ti, o solo vino al concierto? —esa última parte parece que se está hablando a sí misma, y no a mí. Prefiero hacerme la tonta y no responderle.

Soy salvada de su nuevo ataque de preguntas cuando escucho mi nombre nuevamente ser gritado a lo lejos.

—¡Marie! —me alegro muchísimo al escuchar a Marcus.

—¿Qué sucede? —pregunto cuándo se encuentra a unos pasos de nosotras.

—No lo sé. Eso te estaba por preguntar yo a ti. ¿Qué sucedió para que estés de esa manera en el ensayo? ¿Te encuentras bien? —se acerca demasiado rápido y cerca para mi gusto. Toca mi frente y mis mejillas, las que aún se encuentran rojas, y me mira preocupado.

—No me sucede nada, me encuentro perfecta —confesado esto, me aparto de sus manos, que me incomodan mucho más de lo que debería, dejando un espacio prudente entre ambos.

—¿De verdad?

—Por supuesto que sí, Marcus —bramo exasperada, levantando ambas manos al cielo— ¿Que les sucede a todos que me preguntan si estoy bien? —ambos se quedan en silencio mirándome, avergonzados supongo, por su comportamiento— ¿Me veo mal? —Señalo mi cuerpo— Creo que me arregle bien esta mañana. ¿Tengo algo en el rostro? —confusa me miro el rostro en la pantalla del móvil. Abro mi boca y le doy una ojeada a mis dientes. No tengo nada fuera de lo normal. Tal vez alguna ojeras, pero son las mismas que tengo desde hace un par de meses, el resto sigue todo igual.

—No, no tienes nada. Solo te encuentras distraía y un poco más pálida. Pensé que tal vez estas pescando un resfriando o algo por el estilo —No soy muy buena detectando las mentiras y verdades a las personas, pero estoy segura que eso no es solo lo que Marcus cree que me sucede.

Nunca antes lo vi tan preocupado, pero bueno nunca antes nadie actuó como un zombi en un ensayo, como lo hice hoy yo. Sin querer cavar más en algo innecesario, no le doy vuelta a cavilaciones que no me llevan a ningún lado y las aparto de mis pensamientos.

—Está bien —muevo con un pequeño asentimiento mi cabeza— Si no quieren saber nada más, me voy a arreglar para el concierto.

—Claro, Marie. Ve y tomate un descanso si quieres. Iré a buscarte unos minutos antes del concierto.

—¿De acuerdo? —acepto confundida a la demanda de Marcus, aunque sonó más como una pregunta.

Ese chico es el que se encuentra raro. Nunca antes había actuado de esa manera. Sin esperármelo toca mi mejilla con una de sus manos, que están frías, haciendo a mi cuerpo estremecerse, al estar en contacto con mis mejillas calientes. A él lo veo sonreír orgullosamente cuando ve mi reacción, aunque, no se da cuenta que fue porque estaban frías

—Tengo que irme —aviso apartándome de la mirada y manos de Marcus, que por primera vez me dan miedo.

Sin esperar alguna respuesta por parte de ellos, me apresuro a ir directamente a mi camarín. Al entrar a este, me siento en el sillón, muy frustrada, pensando lo que sucedió en el pasillo con Marcus.

No soy tan tonta como para no darme cuenta que el chico no me ve como solo a una compañera de trabajo. Lo supe desde la primera vez.

Tengo esa habilidad de saber cuándo alguien me mira de una manera fuera de lo normal, en lo referente a los chicos, (otras cosas no me son tan fáciles de ver), y Marcus siempre lo hizo, aunque no esperaba que diera alguna muestra de ello. Hasta hoy no tenía miedo de su atracción hacia mí, pero en este momento no necesito de un chico, el cual es mi compañero de banda y un mujeriego empedernido, que me moleste con su presencia.

Tengo cosas más importantes de la que preocuparme, como para agregarle esto.

La próxima vez que lo vea, voy a decirle que no me interesa. Pero, ¿y si se siente mal? Dice una vocecita en mi cabeza. ¡Agh! Odia a esa cosa. No tengo que pensar si se siente o no mal. Tengo que sacármelo de encima y cortar de raíz sus expectativas, porque si no lo hago ahora puede ser que en el futuro sea mucho peor.

¿Por qué, Dios? ¿Por qué, me hiciste tan irresistible para los hombres? ¡Ja!

Ni yo misma me lo creo a eso. No tengo la menor idea de cómo alguien se puede interesar en mí, habiendo tantas mujeres hermosas en el mundo, claro que, ahora estando los millones en el banco, que aún no he visto un dólar, pueda atraer a muchos de "mis enamorados".

Odio toda esta mierda. Era mejor cuando nadie sabía de mí. Y si alguno se interesaba por mí era porque lo atraía yo y no mi dinero. Al fin comprendo a los ricos de Hollywood.

¿Lev solo me miro por mi dinero? No, eso es imposible, él es mucho más rico que yo.

Entonces, ¿por qué? ¿Fama? Ya lo tiene.

Mmm, ¿atraer la atención de la prensa? Me duele pensar así, pero seguramente es lo más cercano a la verdad.

Muchos suelen hacer eso. Hasta Jerry nos quiere involucrar con algún otro cantante para subir las ventas. Aunque no me molestaría si me quiere juntar con Adam Levin o The Weeknd.

Confundida y cansada me dirijo a darme una ducha y prepararme para el concierto.

Lev Hedeon. (+16)  S.D.A #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora