Capítulo 19

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*Narra Anne/Carla*

- ¿En serio? Pues... a mí esa chica no me recuerda a nadie. Será pura coincidencia. -intento evitar el tema.

- Eso será -sonríe. - Yo me voy ya a la cama, estoy agotadísimo -se levanta y camina hacia el pasillo. -¿Vienes? -pregunta.

- No, ya no tengo sueño. Voy a ver la tele un rato y en que lo recupere iré a dormir -sonrío.

- Carla, ¿qué habitación prefieres? - consulta Dy.

Me levanto y corro hasta colocarme delante de él. Emprendo el camino hacia mi habitación preferida mientras él sigue mis pasos.

- ¿Me puedo quedar con esta? -señalo.

- Era mi favorita, pero... te la cedo -responde.

- ¿Ah, sí? Si te gusta tanto, no me importa que te la quedes -murmuro con la cabeza agachada.

- Que va, tonta. Era broma. A mí me da igual el dormitorio, lo he hecho para picarte -emula una risa maliciosa.

- ¡Qué pavo eres! Ya estaba asumiendo el irme a la habitación que no quería -frunzo el ceño.

- Me voy al cuarto terrorífico, buenas noches -suelta otra carcajada.

Observo sus paso hasta que desaparece en la penumbra del pasillo. Me quedo paralizada durante unos instantes sintiendo las sensaciones que me transmite la oscuridad. No me gusta vivir inmersa en las tinieblas, pero lo tengo que respetar. No puedo alcanzar mi completo bienestar a base de su sufrimiento.

Cundo me canso de estar con la mirada perdida en el pasillo, vuelvo al salón. Me tumbo en el sofá, alcanzo el mando y hago zapping durante un rato. La programación a estas horas de la madrugada es horrible. Solo encuentro orquestas o dibujos animados. Finalmente, tras recorrer una y otra vez todos los canales, encuentro un documental interesante sobre el ahorro. A pesar de odiar este género televisivo por la soñera que me genera, este reportaje me transmite buenas sensaciones.

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Abro los ojos y me encuentro totalmente desubicada. Estoy encerrada entre cuatro paredes. Miro a mi alrededor. Me rodean varias paredes cubiertas con un empapelado verde pistacho. Amo este color. Me hallo postrada en una cama pegada a la pared, bastante grande para lo que me esperaba. Encima de mi cabeza tengo una ventana, la cual se encuentra cerrada debido a las manías de Dylan. En el otro lateral de la cama tengo una mesa de madera. Parece de calidad. Pero, ¿cómo he llegado hasta aquí? Lo último que recuerdo es estar viendo un documental en el salón. Suena la puerta.

- ¿Se puede? -parece la voz de Dy.

- Sí, pasa -se abre la puerta. El chico se acerca a mi cama y se sienta en una esquina con cuidado, para no chafarme las piernas.

- Ayer cuando me levanté a beber agua me di cuenta de que te habías quedado dormida en el sofá con la televisión encendida. Entonces, la apagué, te cogí en brazos y te traje a tu dormitorio para que durmieras a gusto. Espero que no te haya molestado -murmura mostrando incertidumbre por mi respuesta.

- Qué va, no te preocupes. Es más, te lo agradezco. Si hubiera dormido toda la noche allí, me hubiera levantado molida. Siempre que duermo en el sofá, luego no me puedo ni mover -me siento en la cama y acaricio su brazo. Me devuelve una sonrisa de complicidad.

- No sé si sabes que ya son las 12:00 am. Se nos han pegado las sabanas... -eleva su labio hacia el lado izquierdo, buscando mi mirada.

- ¿Quuuuuéééé?, ¿estás de broma, verdad? -saca el móvil de su bolsillo, lo desbloquea y me muestra la hora.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora