Capítulo 28

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¿Qué hago ahí?, y lo que es peor ¿por qué me puedo ver a mí misma? Esto no me asusta. Me lanzo rápidamente al suelo con la intención de reanimarme. Me he debido tomar todas las pastillas de Dy, ¿cómo he podido? Lo último que recuerdo es cuando me tomé un cigarrillo de hierba y, a partir de ahí, tengo todo borroso. Chillo mi nombre repetidas veces sin conseguir ningún tipo de respuesta, no me despierto. Mis decibelios aumentan en cada intento. No reacciono. Bueno, no reacciona. ¿Quién soy yo?, ¿con quién hablo? Me siento estúpida. Está claro que las dos somos la misma persona pero, ¿por qué no me muevo? Doy unos cuentos golpes sobre mi cara, pero no aprecio ningún tipo de estímulo. Meneo mi cuerpo de lado a lado mientras las lágrimas se derraman por mis pómulos. No consigo nada. Es frustrante, no sé qué hacer.

Por primera vez en toda la noche quiero que Dy se despierte. Tiene que revitalizarme. Nunca había sentido la muerte tan cerca como hoy, a pesar de haber pensado en ella más de una vez. Me arrepiento de lo gilipollas que he sido. Acabo de perder los pequeños placeres de la vida: sentir como el aire eriza mi bello, respirar, recibir sonrisas de la gente... he perdido todo por no luchar contra mis miedos.

Ahora, me doy cuenta de todo lo que he dejado atrás. Ya no es solo la familia, sino el derecho a vivir, el cual he perdido sin necesitar la ayuda de nadie. ¿Qué va a ser ahora de mí?, ¿a dónde voy a ir? ¿Qué hay después de la vida?, pregunta típica que nadie sabe la respuesta. ¿Seré feliz?, ¿y si no consigo lo que buscaba con mi huida? Me arrepentiré toda la vida o toda la muerte, quién sabe. No sé en qué situación me encuentro. Estoy ya en el cielo, o a un paso de llegar allí. Necesito respuestas.

El verme postrada en el suelo me ha cambiado la imagen que tenía sobre la vida. Me he dejado vencer sin oponer ningún tipo de resistencia. Ya no solo voy a decepcionar a mi familia sino a mí misma. ¿Para qué me ha servido toda esta lucha? Debería haberme quedado en casa. Pero esto no puede terminar así. "No debo rendirme", digo a los cuatro vientos. Al decirlo en voz alta, me siento con más fuerzas. Ahora sí que sí, voy a hacer todo lo que tenga a mi disposición para poder sobrevivir. Corro a la cocina, cojo todos los utensilios que encuentro en mi camino y los estampo contra el suelo. El ruido no ha podido ser mayor, así que acudo rápidamente a la habitación de Dy para ver si el estruendo ha hecho efecto. Entro y no es así. Solo he conseguido que se revuelva un par de veces en la cama. Tiene el sueño muy profundo. Cierro la puerta de un portazo. La abro y vuelvo a repetir el gesto una y otra vez. A la sexta me canso. No me oye. El tiempo corre en mi contra. Debo encontrar una solución.

Regreso con mi cuerpo, estoy helada. Mi temperatura corporal ha sufrido un cambio brusco, mala señal. Me poso sobre mí dándome el abrazo más fuerte y sincero que recibido. Es curioso que este provenga de mi misma, siendo que no me gustan estas exaltaciones de sentimientos. Permanezco en esta posición durante unos minutos. Trato de transmitirle mi calor, pero todos los intentos son fallidos. La impotencia recorre todo mi ser. "Ya está, no puedo hacer nada más. He muerto", me digo a mi misma mientras exploto entre sollozos. Un escalofrío recorre todo mi ser. Las sensaciones que estoy experimentando son indescriptibles. Al fin he conseguido lo que buscaba hace unas horas y una vez que lo he logrado ya no lo quiero. ¿Por qué no pensaré antes de hacer las cosas? La impulsividad me mata, nunca mejor dicho.

Sigo abrazada mientras pienso en todo, especialmente en mi madre. Ha sufrido mucho en este último año: ha perdido a sus padres y a su hermana gemela en un accidente de tráfico y... ahora me ha perdido a mí. ¿Cómo he podido hacerle esto? Lleva unos meses sumida en una enorme depresión y yo en vez de ayudarle le voy a hundir más. He sido muy egoísta. Solo he pensado en mi propio bien sin tener en cuenta todo lo que dejo atrás, no he podido haber actuado peor. Ella siempre ha estado rodeada de sucesos trágicos y en cada uno de ellos ha sacado fuerzas para seguir adelante. Nada más nacer, perdió a sus abuelos maternos en un incendio y luego a sus padres y ahora a mí. Se ha ganado el cielo. Mi situación no ha sido nada en comparado con la suya ¿Por qué yo no he sacado esas fuerzas?

Me levanto y alcanzo el primer jarrón que encuentro. Lo estampo contra el suelo y, cuando me giro para regresar conmigo misma me encuentro a Dy arrodillado ante mi cuerpo.

- ¡Anne, Anne despierta! –me dice entre gritos y llantos. ¿Por qué llora? Él quería hacerme daño, debería estar feliz. Se levanta y se dirige veloz hacia la cocina. Sigo sus pasos y veo cómo se queda ojiplático al ver la caja de sus pastillas vacía. - ¿Qué has hecho? Yo te quería. Qué voy a hacer sin ti. ¡Anne, joder!, ¿por qué? –regresa hasta mi cuerpo con un trapo mojado y lo coloca sobre mi frente. Me abraza entre lágrimas y sollozos. Cuando se separa de mí, observa todas mis fotos esparcidas por el suelo. Se levanta y las va recogiendo una a una mientras las arruga en su mano. –Eres tonta, ¿por qué has tenido que rebuscar entre mis cosas? -Alcanza una y la aguanta en su mano. –Esta es la primera vez que te vi. Me pareciste la chica más hermosa que he visto en el mundo. En ese momento me di cuenta que tenías que ser mía. Lo sentí en el primer contacto. Y cuando por fin lo he conseguido... ¡Dios!, ¿por qué? Y aquí... se te cayó un papel al suelo y yo me agache a recogértelo, pero como veo, tú no te acuerdas. ¡He estado siempre a tu lado intentando hacerte feliz! –grita a los cuatro vientos arrojando al suelo todo lo que se encuentra en su camino. - ¿Así me lo pagas? –continúa. Compruebo cómo su rostro se está transformando. Se avecina otro ataque de los suyos. Chilla, patalea y da vueltas sobre sí mismo. –Eres tonta, te había dado todo y ahora te vas – se acerca a mí y me pega una bofetada. – Vuelve joder, vuelve –grita a mi cuerpo. Se acerca hasta la caja y termina de recoger todo, la cierra y la arroja contra el suelo. -Yo siempre te he querido, a diferencia de ti. Nada más que veía a un chico junto a ti me hervía la sangra. Te he estado mandando cartas día tras día para que me tuvieras presente y ahora, ¿qué voy a hacer sin ti? – percibo la ira en sus ojos. Se acerca a la mesa, la coge por un lateral y la estampa contra el suelo. Sus ojos desprenden ira. – ¡Yo te quería! –grita desgarradamente.

De repente, comienzan a sonar una serie de golpetazos contra la puerta principal.

-¡Policía, abran la puerta!-oigo. -¡Vamos a entrar!- sentencian.

Dylan se acerca hasta mí y se vuelve a arrodillar. Sus lágrimas comienzan a caer sobre mi rostro. Su tristeza se siente en toda la habitación. No era tan malo, solo...me quería.

–Lo siento Anne, yo te amaba. Nacimos para estar juntos y moriremos juntos –dice entre sollozos. Me da un beso en la mejilla y se acerca a la ventana.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora