Capítulo 21

160 35 11
                                    

- Otra vez la misma chica, está en todos lados -responde Dy.

- No la conocemos de nada, ni la hemos visto en ningún sitio. ¿Debería estar en esta ciudad? -me introduzco en la conversación tratando de permanecer relajada.

- Sí, pero aún no la ha visto nadie. De todos modos si, por casualidad, la ven, no duden en avisarnos. Un saludo y que pasen un buen día -comenta el policía.

- Claro, en ese caso nos pondremos en contacto con ustedes -me despido con la mirada.

Cuando emprendemos rumbo hacia nuestra nueva casa, el otro policía se acerca velozmente, con el móvil en la mano, al agente que acaba de hablar con nosotros.

- Este es el nuevo rostro de la chica desaparecida, por lo visto se ha cambiado el look -oigo a lo lejos.

- Con esta chica acabo de hablar. ¡Espera! -grita escandalosamente. Me giro y observo que está corriendo en mi dirección. ¡Mierda! Me han descubierto, debo ser rápida o me pillarán. Cojo a Dy del brazo y giramos la esquina. Me arranco la peluca, suelto mi coleta y la lanzo dentro del cubo de basura que hay justo en la esquina. Me quito la chaqueta y las gafas, lanzándolas al mismo lugar. Noto que se acercan cuando los gritos son cada vez más próximos. No me queda otra opción. Pego mi espalda contra la pared y comienzo a enrollarme con Dylan, no se me ocurre otra idea. A pesar de ser un beso, rompo la regla prohibida y abro los ojos durante este para comprobar el camino de la policía. Llegan a la esquina y se quedan paralizados durante unos segundo, mirando a su alrededor. No encuentran nada sospechoso, así que uno de ellos continua su carrera a lo largo de la calle y el otro coge su walkie: "La chica está en el distrito Sant Jaume". Cuando termina toma la dirección opuesta a su compañero. Uf, por los pelos. A pesar de haber ganado la primera batalla, la lucha no ha terminado. Debemos volver cuanto antes a casa. Y, sobre todo, tengo que darle algún tipo de explicación a Dy sobre el numerito que le acabo de montar. Me separo de él.

- Dy, lo siento. Ahora no te puedo contar nada, pero ¿confías en mí? -me adelanto para evitar cualquier comentario suyo.

- Sí, claro que confío en ti. No obstante, estoy un poco desconcertado -responde Dy frunciendo el ceño.

- Vale, prometo explicarte todo cuando estemos en casa. Pero, ahora tenemos que volar de aquí tomando la dirección opuesta a los policías -tiro de su brazo para emprender el camino de regreso a casa. El problema es que el único trayecto que conozco es el que ha tomado el agente. ¿Qué hacemos? Si seguimos el mismo camino corremos el riesgo de chocarnos con él. Sin embargo, si elegimos otro, posiblemente, nos perdamos....- ¿Sabes llegar a casa por un camino diferente al que ha tomado la policía? Ha seguido esa dirección -le indico el camino esperando un "sí".

- A ver...pensemos. Nosotros hemos venido por allí y lo único que hemos hecho es recorrer la calle de nuestra casa y girar a la izquierda. Entonces, podemos tomar la dirección contraria y dar la vuelta completa a la manzana. Si mis cálculos no fallan, llegaremos a casa. Nos costará más tiempo, pero no nos encontraremos con ningún policía -tira de mi brazo y toma esa dirección. -Te voy a ayudar, pero luego quiero una explicación creíble -coloca su brazo sobre mi hombro. -Vamos a aparentar que somos novios -me comenta.

- Gracias, no tengo palabras para agradecer todo lo que estás haciendo por mí. No me conoces de nada y estás metiéndote en un marrón para ayudarme -sonrío.

Caminamos de manera ligera durante todo el trayecto, mirando todos y cada uno de los rincones que nos encontramos. A primera vista ni una sola patrulla. Llegamos a casa y subimos rápidamente. Nada más cerrar la puerta me encargo de comprobar que esté todo cerrado de par en par. Parece que nos hemos intercambiados los papeles.

Me siento en el sofá y rompo a llorar desconsoladamente. Dy se sienta a mi lado y me acaricia la espalda con sus manos de pianista.

- Tranquila, tómate tu tiempo. Respira profundamente y desahógate -acaricia mi cara.

Tengo un nudo en el estómago por todo lo acontecido en las últimas horas. Las palabras no llegan a mi garganta, no soy capaz de emitir ni un solo sonido. Me cuesta respirar. Cada vez que cojo aire, la dificultad para tomar aire es mayor.

- Carla respira. Te estas ahogando -coloca cuatro almohadas a mi espalda y me posa sobre ellas. -Vamos a respirar juntos -coge mi mano. -Inspiramos... expiramos -hace los movimientos exageradamente para que le imite. Repetimos esto una y otra vez hasta que consigo reponerme.

- Gracias, Dy. Me conoces desde hace escasas horas y ya has hecho por mí mucho más de lo que ha hecho gente que conozco de toda la vida -le doy un beso en la mejilla.

- No tienes que darme las gracias, lo he hecho porque me apetecía -sonríe.

- ¿Te acuerdas de cuando te pregunté si te habías escapado de casa? -dirijo mi mirada al suelo. -Pues... yo sí que me he escapado. No existe una causa real de mi huida, sino que quería volar de Barcelona y estaba convencida de que mis padres no iban a darme su consentimiento. Así que decidí irme por mi cuenta, necesitaba respirar aire fresco durante un tiempo -busco su mirada con miedo a su reacción. Ya sé que he mentido, pero no tengo la suficiente confianza como para contarle toda la verdad. No recibo ninguna reacción por su parte. Sólo emite una sonrisa pícara, extraña para este momento. Cuando se da cuenta de que le estoy observado cambia el semblante instantáneamente y me mira.

- No sé qué decirte. Por un lado, te echaría la bronca, ya que ellos no te han hecho nada para que les abandones de esta manera. Pero por otro lado, te voy a apoyar. Una vez aquí ya no hay vuelta atrás. A partir de ahora debemos estar pendientes de todo. No podemos fiarnos de nadie.

Cuando voy a responderle comienzan a sonar una serie de golpes en la puerta. Nos miramos fijamente y guardamos silencio. Permanecemos inmóviles con la esperanza de paren, pero los ruidos permanecen. Dy se levanta, corre al baño y vuelve con una toalla cubriéndole, como sí saliera de la ducha. Lleva el pelo repeinado, parece otra persona. Al llegar a salón alcanza su mochila y coge unas gafas de ver. Se las coloca. Ahora sí que sí, es alguien diferente. Me dice con distintos gestos que me esconda. Me levanto y hago caso a sus órdenes. Corro hacia la cocina y me meto en la despensa. Me encierro y vuelvo a rezar por segunda vez en toda mi vida. Oigo pasos, debe de ser Dy acercándose a la puerta. Se oye el pomo girar, ya ha debido abrir.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora