Capítulo 14

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*Narra Anne/Carla*

Me quedo ojiplática al verle. ¡Qué coincidencia! Se sienta a mi lado sin arrojar ni una sola palabra al incómodo silencio producido por su presencia. Con lo que me costó deshacerme de él, está aquí otra vez... maldito el momento en que decidí ser educada y presentarme a tal pesadez de persona. Lo tengo claro, yo no voy a ser la que rompa este hermoso silencio. Este viaje lo debía emprender sola, sin la necesidad de una mosca cojonera a mi vera. Debo ser discreta y dirigir mi rumbo por un camino diferente al suyo.

- Hombre, si está aquí "la señorita Carla" –manifiesta Dylan en un tono jocoso.

Evito reaccionar ante su llamada de atención. Me hago la sorda, pero el intento fracasa. Sin darme cuenta alguien comienza a zarandearme. Es él, no se cansa.

- ¿Está enfadada mi Carlita? –pregunta con un semblante burlesco.

- ¿Qué haces aquí? ¿No querías ver París? –giro mi cabeza de manera fugaz para clavar mis ojos en su rostro.

- ¿Te molesta mi presencia, o qué? –evita mi mirada, se agarra el pelo y comienza a tirar de él. Consigue que me asuste tal actitud. Miro hacia mi alrededor y compruebo que todo el mudo está observándole. En cuestión de segundos, su rostro se ha convertido en un tomate. Compruebo que el asiento de mi derecha está vacío y me desplazo a este, mientras él arrea unos cuantos zapatazos contra el suelo, parece un bailaor flamenco. El tiempo transcurre y él sigue inmerso en su ira. Evito mirarlo y dirijo la vista hacia las pantallas que informan de los próximos vuelos. Me quedo empanada observándolas. Desparece la programación de los vuelos y aparecen una serie de anuncios. De manera imprevista se apaga la pantalla y al volverse a encender aparece... mi foto. No puede ser... ¿cómo ha podido correrse la voz en tan poco tiempo? Algo ha tenido que ir mal, ¿el qué? Se habrá ido mi hermana de la boca, no  habrá vuelto a casa a tiempo, ¿qué será?... mi incertidumbre e inquietud no pueden ser mayores.

Tengo que montar cuanto antes al avión. El aeropuerto, estará a punto de llenarse de policía. Yo creo que estoy lo suficientemente cambiada pero... ¿y si me descubren? Todo se irá a la basura. Mi escapada no habrá servido de nada, conseguirán que vuelva al martirio del que trate de escaparme...

Sin darme cuenta vuelvo a tener a Dylan sentado a mi lado. Me giro y observo cómo se encuentra mirando a la pantalla, en la que aparece mi cara, con una sonrisa de oreja a oreja.

- Pobre chica...con lo guapa que es. ¿Qué le habrá pasado? –comenta Dylan sin perder ni un segundo la sonrisa de su rostro.

- Sí...pobre, qué injusta es la vida –respondo a regañadientes, intentando mostrar la mayor tranquilidad posible.

Dylan sigue observando la pantalla embobado y, de repente, las azafatas comunican que va a comenzar el embarque. Respiro hondo. Por un lado, me tranquiliza el poder desaparecer de Francia de una vez por todas. Pero por otro, tengo miedo de que comprueben los parecidos entre mi DNI, mi rostro y el de la chica desaparecida.

Me coloco en pie y camino de manera pausada hacia la fila de espera. Percibo la presencia de Dylan detrás de mí. Cuando me pongo a la espera, compruebo que hay una gran cantidad de personas esperando para entrar, lo cual me desconsuela. Odio las esperas y más cuando te estás jugando algo tan importante.

De repente, Dylan pega un salto, plantándose frente a mí. En el fondo este chico es muy raro...con lo guapo que es. Empieza a saltar como si fuera un payaso. Pero, ¿qué le pasa? Hace un rato parecía que estuviera loco e irritado y ahora, está tan normal... no me lo explico. Pero, sinceramente paso de preocuparme por este chaval. He viajado para pensar en mí y ser feliz. No necesito a nadie, que se solucione sus propios problemas sin mí. Ojalá nos haya tocado a cada uno en una punta del avión. Porque como nos haya tocado juntos menuda coincidencia... Si es así, tendré claro que el karma funciona en mi contra.

Con tanta tontería estoy a punto de embarcar. En el fondo sus payasadas han conseguido que olvide mi inquietud, así que aunque me cueste reconocerlo, le agradezco sus bromas.

Llega mi hora. Si paso este último control, seré libre de una vez por todas. Llevo mi mano a mi bolsillo y alcanzo mi nuevo DNI y mi tarjeta de embarque. Se los ofrezco a la azafata con la mayor compostura que soy capaz de demostrar. Esta mira detalladamente el DNI y, a continuación, hace lo mismo con mi cara. Finalmente, me lo devuelve y me indica con la mano el camino que debo de seguir. ¡Bien!, ¡soy libre! Por primera vez en mucho tiempo me sale algo bien. Ando a lo largo del avión hasta que localizo mi asiento, el 20B. Compruebo cómo Dylan esta al principio del avión colocando su equipaje, así que decido encogerme en mi sitio con la intención de evitar que me localice, ya que el asiento de mi lado se encuentra libre.

Oigo al piloto dar la bienvenida al vuelo. Levanto la cabeza, me giro hacia el asiento vacío y está ocupado. Pero... ¡no es Dylan! Sonrío de la emoción. Mi felicidad dura escasos instantes. Más bien hasta que alguien golpea mi cabeza, me giro para comprobar quién me llama y cómo no...era el niño más pesado del mundo. No podía ser todo tan bonito.

El trayecto transcurre con normalidad. A pesar de ser el segundo vuelo de toda mi vida no paso miedo. La verdad es que me parece normal mi sensación, después del primer vuelo que viví, esto es como un paseo en bicicleta. Otra razón que me impide experimentar el miedo es el enfado que me genera la persona que está detrás de mí. Hace que se me olvide que exista la palabra miedo. Cuando intento dormir, él me llama o me hace cosas en el pelo o me agarra el brazo. Mira que es difícil llegar hasta mi brazo desde detrás, con la estrechez que hay en el avión, pero él lo conseguía. Fenómenos paranormales.

Al llegar a tierra firme me levanto rápidamente y alcanzo mis cosas. Emprendo el camino hacia la salida del avión, camuflándome entre la multitud de gente. Al llegar a la salida sigo el camino lo más rápido que mis piernas me permiten andar, sin mirar atrás. Vertiginosamente encuentro la parada de los taxis. Me deprimo al ver la cantidad de fila que hay para montar. No paro de mirar a mi alrededor, con miedo a la aparición de Dylan. Cada vez me acerco más a mi taxi. Cuando estoy la primera me monto fugazmente, cierro la puerta y respiro profundo. Agacho la cabeza para rebuscar la dirección en mi mochila y alguien golpea mi ventanilla. Coloco los ojos en blanco con la esperanza de no descubrir al pesado tras mi ventana. Giro mi cabeza y es él... y bajo la ventanilla.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora