Capítulo 20

163 33 3
                                    

Reacciono y vuelvo a emprender el camino detrás de Dy. Parece que él no ha visto la foto, menos mal. Caminamos por la calle de nuestro apartamento hasta llegar a la avenida en donde se encuentra el supermercado más cercano. Justo antes de girar a la izquierda para tomar la calle, vuelve a pasar la patrulla de policía por segunda vez en menos de cinco minutos. ¿Qué buscarán?, ¿A mí?, ¿a otra persona?, ¿darán vueltas por obligación sin buscar nada en especial? A saber... por si acaso debo estar tranquila. Tengo que aparentar ser una persona normal que va a realizar sus compras. No debo mostrar miedo, preocupación o angustia; eso me delataría.

- Niña, ¿tú no tenías prisa para hacer toda esa multitud de cosas? –se gira y me observa, realizando una serie de aspavientos con sus enormes manos.

- Si, pero... andas muy rápido –suelto la primera estupidez que me pasa por la cabeza.

- Pues habrá que ralentizar el ritmo, sino la señora tortuguita se me ahogará –se ríe y tira de mi brazo para acercarme hasta su posición. Sonrío de la manera más real que soy capaz de mostrar, no sería bueno que se entere de mi preocupación. Dy no es tonto y, si me nota rara, no tardará en sospechar.

- Oye, oye, que yo no soy una tortuga. Estoy segura de que si echamos una carrera hasta el supermercado te gano –le tiento con la mirada.

- ¿Ah, sí? –pregunta siguiendo mi juego.

- ¿Lo dudas? –me preparo en posición de iniciar la competición.

- ¿Tengo que responder sinceramente? –pregunta entre carcajadas. –No cabe ni la duda ante esa pregunta, tengo claro que vas a perder –continua riéndose.

- ¿Perdona? –muestro un semblante ofendido. –Preparados, listos.... –arranco a correr antes de terminar la frase. -....y ya-sale corriendo él.

- ¡Tramposa, eso no vale! –chilla a los cuatro vientos mientras sigue trotando detrás de mí.

Cada vez estoy más cerca de ganar esta batalla. Me encuentro a punto de llegar al supermercado, cuando Dylan se sitúa a mi vera. No puede ser, me ha alcanzado. Y no solo eso, me acaba de adelantar. Agarro su camiseta para traerle hacia mí. Realizo un gran esfuerzo y lo consigo. Vuelvo a tenerlo a mi lado. Hago un último esprín, situándome delante de él. De esta manera, le hago más complicada la posibilidad de adelantarme. Finalmente,... llego la primera, aunque con una diferencia de un escaso segundo. Pero eso da igual, ¡he ganado!

- ¿Algo que decir, señorito?, ¿ahora, quién es la tortuga? –pego un suave puñetazo en su brazo.

- Esto no vale. La carrera queda anulada por todas las trampas que has hecho –responde frunciendo el ceño.

-¿Cómo?, ¿trampas? Pero... ¿qué dices? He jugado limpiamente. Va... no te piques, por lo menos has participado –me río escandalosamente.

- Pero si has empezado a correr antes de tiempo –se enfada.

- No mientas. Eso habrá sido tu culpa, no empezarías a tiempo –miento porque me encanta fastidiarle. Su enfado comienza a incrementarse, así que decido frenar el juego. –El próximo día hacemos la revancha –sonrío.

- Vale... pero sin trampas –responde de manera impositiva.

- De acuerdo, comandante –coloco mi mano en mi frente.

- Hala, vamos dentro. Es la hora de comer y aún no hemos comprado nada. Perdemos una gran cantidad de tiempo sin hacer nada productivo... -murmura.

Saco mi móvil, son las 14:00 pm y seguimos aquí. Somos dos cabezas locas. Cojo su brazo, tiro de él y entramos. Es bastante pequeño, espero que tenga todo lo que necesitamos. Dy coge un carro y emprendemos el camino a través del laberinto. Sin darnos cuenta  lo hemos llenado con todo lo necesario para sobrevivir a lo largo de una semana: leche, zumo, huevos, pan de molde, tomate, diferentes tipos de pasta y verdura, carne, pescado, productos de aseo, productos para limpiar...pero, eso sí, todo de marca blanca. Cuanto más barato, más nos gusta.

Cuando estamos recorriendo el último pasillo algo extraño ocurre. Un chico me mira fijamente mientras pasa por nuestro lado. Dy reacciona de manera extraña ante esta situación.

- Eh, tú. ¿De qué vas mirándola así? –pregunta Dylan haciéndose el gallito. Acerca su cara a la del otro chico y le mira fijamente.

- Dylan, pero... ¿qué haces? Deja al chico en paz. Él no te ha dicho nada –agarro su brazo y les separo. El otro chico sigue su juego y se pone aún más gallito, si es posible. La cara de Dy sufre un cambio repentino. Su vena del cuello comienza a hincharse, mientras su cara aumenta varios tonos de color. Intento llevármelo para evitar cualquier tipo de enfrentamiento. Cuando estamos a punto de llegar a la caja, escuchamos la voz del otro chico.

-Pringado, ¿quién te crees que eres?

No le permito emitir ningún tipo de respuesta, a pesar de intentarlo una y otra vez. Trato de calmarle obligándole a que coloque todo en la cinta para pagar. Los productos van pasando por la máquina registradora y el precio sigue ascendiendo. Comienzo a tener miedo al ver la cantidad de cosas que hemos cogido. Como no tengamos suficiente dinero... Finalmente, todos los productos ya han pasado por la cinta. La cajera toca una serie de botones. Se me hace eterna la espera. "Serán 68'59€": comenta la dependienta. Respiro. Ha sido más barato de lo que me esperaba. Somos unas cracks buscando chollos. Le solicito ocho bolsas para guardar la compra. Antes no me había atrevido a hacerlo por miedo a que no tuviéramos el dinero suficiente. Nos da las bolsas, pago y Dy comienza a guardar todo.

Salimos del supermercado y nos encontramos de lleno con un par de policías. Cada uno lleva un papel en su mano. Uno de ellos se acerca a nosotros mientras el otro habla con el resto de las personas que transitan por la calle.

- Hola chicos, ¿tenéis un momento? Ayer desapareció una chica en Barcelona y existe constancia de que, ahora, se encuentra en esta ciudad –nos muestra la foto.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora