Capítulo 24

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*Narra Anne/Carla*

Permanezco encerrada intentando que mi respiración entrecortada no sea percibida desde el exterior. No se oye ni una mosca. ¿Qué estará pasando ahí fuera? Odio estar incomunicada sin saber nada. En estas situaciones el tiempo se hace eterno. Noto algo en mi pierna, me está haciendo cosquillas. El picor asciende hasta mi muslo. ¿Qué es lo que me está generando esta sensación? Saco el móvil y conecto la linterna. Es una araña. Tengo pánico a los insectos y lo peor de todo es que no puedo lanzar el grito al cielo ni salir de aquí. Estiro mi mano hasta ella y la lanzo lo más lejos que puedo. ¡Qué asco!

De repente, aprecio unos pasos acercándose hacia mi escondite. ¿Quién será?, ¿Dylan o alguien más? Se acerca. Cierro fuerte los ojos y cruzo mis manos con la intención de lanzar algún tipo de plegaria. Los pasos se vuelven más cortos y lentos, pero más perceptibles para mis oídos. Se abre la puerta. Permanezco durante un rato en la posición en la que estaba antes de su apertura esperando algún tipo de sonido, palabra, símbolo, yo que sé... algo. Finalmente, mis deseos no son satisfechos, por lo que abro lentamente mi ojo derecho para comprobar lo que está ocurriendo ante mí. Me encuentro a Dy sacándome fotos y mofándose de mi persona... ¿puede ser más tonto?

Salgo rápidamente con la intención de perseguirle, pero el techo de mi refugio me lo impide. Cabezazo a la vista, no puedo ser más torpe. Ahora, solo me queda rezar para que no me salga un chichón. Soy "Doña Pupas". Me froto la frente para suavizar el dolor y emprendo la carrera detrás de Dy. Me recorro la casa una y otra vez y él no aparece, se ha desintegrado. Estoy cansada de buscarle, así que decido postrarme en el sofá a la espera de que se aburra encerrado en su guarida secreta. Conecto la tele. Comienzo a hacer zapping cuando... alguien agarra el hombro izquierdo. Pego un salto en el asiento, como si me estuviera quemando el trasero. Cuando vuelvo a caer sobre este, reboto un par de veces. Este sillón parece una cama elástica. Giro mi cabeza para ver qué está pasando detrás de mí. Mi sorpresa es que no hay nadie. Me quedo mirando mientras busco algún indicio de movimiento y sin dame cuenta, Dylan salta sobre mí.

-¡Buu! –grita, saliendo de detrás del sofá. Casi me da un infarto. Ahora sí que sí lo voy a matar. Sale de ahí sin eliminar la sonrisa de su cara y se sienta. Me mira mientras continúa riéndose. Yo evito su mirada. Voy a hacerme la enfada. El tiempo pasa y seguimos en la misma posición. Bueno, miento, él realiza una serie de carantoñas para llevarme a su terreno, pero no lo consigue.

Decido cortar este juego de niños y reanudo la conversación. Necesito saber algo sobre los portazos inesperados.

- ¿Quién era? –pregunto. A pesar de haber torcido el brazo, no me quiero rendir tan rápido. Así que me mantengo sin cruzar ni una sola mirada con él.

- ¿Quién era, quién? –responde sorprendido. Da la impresión de estar más perdido que un pato en un garaje. "Chico, ¿qué acaba de pasar", pienso. Este chico debe tener la cabeza vacía. No creo ni que conozca la palabra "neurona". Tener una conversación con él es como hablar con la pared.

- A ver... volvamos a empezar. Hace un rato estábamos aquí sentados, tal y como estamos ahora. ¿Hasta aquí bien, o vuelvo a empezar? –pregunto.

- ¿Te crees muy graciosa, verdad? –vuelve a mostrar un ramalazo de los suyos. Decido frenar al percibir la ira en sus ojos. Ya se me habían olvidado sus idas de pinza. Yo también soy tonta, parece que lo busco.

- Lo siento-sonrío picarescamente. –Pero... respóndeme –manifiesto acariciándole el brazo para eliminar la tensión. No se me ocurría otra cosa para salir al paso.

- Nada especial. Era el vecino de arriba quejándose de que ayer por la noche hicimos mucho ruido. Cosa que no he entendido, pero bueno. Le he dicho que lo sentía y que no volvería a pasar. Y ya –responde volviendo a ser "normal". –Bueno, me tomo una pastilla y me voy a la ducha –comenta mientras camina dirección a la cocina. ¿Ha dicho pastillas?, ¿está enfermo? Qué extraño. Necesito enterarme, así que me levanto del sofá y sigo sus pasos. Llego a la cocina y me pongo a fregar la vajilla tratando de disimular. Observo todos sus movimientos y memorizo el lugar en donde las guarda.

- Bueno, me voy a la ducha –comenta mientras desaparece de la cocina. Sigo lavando los platos hasta que oigo el agua caer sobre el plato de la ducha. Es el momento. Debo actuar rápido.

Me aproximo al cajón en donde las ha depositado. Lo abro y las saco. Leo el nombre, es muy raro. Este tipo de pastillas no las había visto en mi vida. Saco el prospecto y comienzo a leer. Conforme avanzo a lo largo del escrito aumenta mi preocupación a velocidades escandalosas. Habla sobre cambios de comportamientos, locura, doble personalidad, efectos secundarios... Es bipolar. Dejo caer el prospecto sobre la encimera. Bueno no lo dejo caer, se desprende solo, ya que mis manos han dejado de funcionar. Estoy inmóvil. Debe estar terminando, ya no oigo el agua. Tengo que recoger todo cuanto antes. Doblo el papel, lo meto en la caja y esta la vuelvo a colocar en el cajón. Recupero mi posición inicial y continúo fregando los platos. Coloco un semblante inexpresivo. Mi cabeza se está llenando de incógnitas. ¿Y ahora qué hago? Este chaval tiene un problema grave y yo conviviendo con él. ¿Qué pasaría si un día se deja de tomar las pastillas?, ¿de qué sería capaz?

- Ya estoy aquí –dice de manera tenebrosa. No me había dado cuenta ni de su llegada. Estaba inmersa en mis pensamientos. ¿Le pregunto sobre las pastillas?, ¿me quedo parada sin decir nada?, ¿qué hago? Estas cosas solo me pasan a mí... Salgo de una y me meto en otra.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora