Capítulo 6

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*Narra Sue*

El autobús pega un frenazo. Casi salgo despedida de una punta a otra. Ya puedo ver el aeropuerto a lo lejos. No me creo lo que está pasando, nunca me imaginé que este día llegaría. El día en que mi hermana me contó que se iba a ir de Barcelona me reí. Pensé que iba de broma. En el momento en que comenzó a contarme la razón algo raro pasó. Se encendió la pantalla de su móvil, lo cogió y se puso a leer. En cuestión de segundos su cara cambió y, nada más desprenderse del móvil, trató de cambiar rápidamente el tema de la conversación. Algo me chirrió. Intenté sacarle información pero siempre esquibaba el tema. Todos mis intentos fueron fallidos. Finalmente, desistí y decidí investigar por mi cuenta. Algo me preocupaba en su reacción. No sabía por dónde orientar mi búsqueda de informacion, pero algo me decía que mi hermana necesitaba mi ayuda.

Como nos encontrábamos en su habitación le pedí que conectara el ordenador para oír música. Cuando se acercó al escritorio y se sentó frente al ordenador, estiré el brazo hasta alcanzar su móvil. Me metí de forma veloz en su bandeja de mensajes, tratando de no callarme para que mi hermana, ni sospechara, ni se girara para ver lo que hacía. Cuando estuve ahí observé que el último mensaje que tenía era el de una llamada perdida mía de hace dos semanas. Algo no me cuadraba. Tuvo que haber borrado el mensaje. ¿Para qué? ¿Por qué tanto secretismo? Salí de la bandeja, bloqueé el móvil y lo volví a dejar en su lugar de origen. Justo en ese momento, ella se giró, preguntándome que qué hacía, ya que había dejado de contestarle debido al shock que había generado en mi tal situación. Decidí que eso no iba a acabar allí. Como que me llamaba Sue iba a averiguar todo lo que escondía para sacarla del embrollo en el que debía de estar metida. Algo grave debía pasar, ya que ella siempre me contaba todo.

Días después, traté de estar pendiente de todos los movimientos que realizaba mi hermana. Nunca me había percatado antes pero, a partir de este momento, me di cuenta de que siempre era ella la que recogía las cartas que traía el cartero y las subía corriendo a su cuarto. Qué raro, ¿Cuánto tiempo llevaría haciendo eso?

Un día ella se quedó dormida, entonces el cartero llegó antes de que ella se despertara. Bajé corriendo con el fin de interceptar las cartas antes de que me viera Anne. Subí corriendo a mi cuarto con ellas, cerrando la puerta detrás de mí. Busqué entre todas las cartas y encontré una que ponía "Anne". La abrí cuidadosamente para que no se notara y comencé a leer.

Preciosa Anne, ¿qué tal has pasado la noche? Yo muy bien. Hoy has dormido un poco mal, ¿verdad? Se te notaba algo congestionada. Así que te adjunto unos cuantos caramelos de menta, debido a  que me he cansado de oír tus ronquidos durante toda la noche.

Ayer no pude pasar tiempo en el parque cerca de ti. Cuando llegué, tú ya te habías ido, ¿o me estás intentado esquivar? Espero que no sea así, porque ya sabes que como me entere de que has cambiado tu rutina sin avisarme, aumentaré la afluencia de cartas.

Bueno pequeña, hoy no tengo mucho más que decirte. Pero, tranquila que nunca va a desaparecer tu imagen de mi cabeza. Si puedo, esta tarde te volveré a escribir.

Un beso, tu guardaespaldas.

Me quedé ojiplatica. Alguien estaba acosando a mi hermana. No podía ser. Qué mala hermana había sido durante todo este tiempo. Ella estaba sufriendo y yo sin enterarme. En ese momento, empecé a entender todas sus manías (no querer salir de casa, tener todas las ventanas y persianas cerradas....). No había podido ser peor hermana. Yo era la que le obligaba a que saliera a por el pan, sin darme cuenta del sufrimiento que le acarreaba. En ese momento me quise morir. La rabia inundó todo mi ser. No tenía fuerzas ni para llorar. ¿Por qué he sido tan ingenua? Ella es mi hermana pequeña, yo la tendría que haber protegido y no había sido así.

Oí el despertador de Anne. Me quedé la carta para que no la leyera. Si le podía evitar otro sufrimiento, mejor. Cogí las demás cartas y bajé corriendo para volverlas a depositar en el buzón. Subí a mi habitación y me encerré. Escondí la carta en un lugar que mi hermana no conocía. Me tiré en la cama y empecé a pegar puñetazos contra la almohada, eliminando la gran cantidad de impotencia que llevaba dentro. Solo podía pensar en que era una mala hermana, era imposible cambiar mi mentalidad. Al rato, entró mi hermana y volvió a cerrar la puerta. Cambié rápidamente la cara. Ella siempre me pillaba, a diferencia de yo a ella.

Creo que esa vez fue en la que mejor fingí. Ella no se podía enterar de que yo sabía todo. Esto le podría conllevar consecuencias peores. Se sentó en la esquina de cama y me volvió a repetir que se iba a ir de Barcelona. Esta vez sí que me lo creí. Pensé durante unos segundos antes de darle una respuesta. Ella comenzó a ponerse inquieta pero yo debía recapacitar. Me pasaron muchas opciones por la cabeza y, finalmente, elegí la mejor opción:

- ¿Estás segura de lo que quieres hacer?- pregunté clavando mis ojos en su inquieta mirada.

- Sí, lo he recapacitado durante mucho tiempo. Y he decidido que quiero empezar a volar sola y hacerme mayor.

Ante la mentira de su respuesta, traté de mantener mi rostro inmóvil. Cualquier gesto podía ser interceptado por mi hermana.

- Vale, si es lo que quieres no voy a ser yo la que te ponga trabas, pero preferiría que no te fueras.

- Gracias Sue, necesitaba tu consentimiento. Tu opinión es fundamental.

- De nada, cielo.

Traté de acabar pronto la conversación, diciéndole que tenía que irme a duchar. Creo que en ese momento era la mejor opción. No podía hacer nada más, ya que se suponía que yo no sabía nada. Si ella se iba durante un tiempo todo se solucionaría, por lo que le di mi consentimiento.

Sin darme cuenta, ya hemos llegado al aeropuerto. Pulso el botón de solicitud de parada y me preparo en la puerta. Cuando estoy abajo, busco el mensaje que mi hermana me había enviado hace unos minutos. Lo abro, lo leo, memorizo la ubicación del coche y seguidamente lo borro.

Ando a paso ligero y llego hasta el coche. Observo que no hay nadie pendiente de mis movimientos, así que me agacho al suelo para comprobar que estén las llaves de repuesto del coche. Las cojo y las guardo en mi bolso. Abro el coche y me monto.

Libertad #DulceSal #ConcursoOreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora