Capítulo 5

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Llegue al departamento con una sonrisa en el rostro. No duro mucho. Jeff se encontraba sentado en el cojín principal mirándome con los brazos cruzados. Deje la llave en mi bolso rápidamente y por instinto escondí la bolsa atrás de mi. No sé por qué, él no sabría que Alfredo me lo compro. Asumiría que solo fui yo comprando otro libro. ¿Por qué soy tan tonta y me persigo con esto?.

—¿Olvidaste algo?.—Pregunto serio. Sus ojos celeste me observaban fijamente. Estaba tratando de intimidarme para sacarme la verdad.

—Creo...que no.—Murmure. Me encontraba tímida y aún escondía la bolsa.

—¿Segura que no se te olvido contestar algunas llamadas?.—Miro detrás de mi, hacia la bolsa. No dijo nada y volvió su vista en mi.

—Oh. Jeff, el almuerzo.—Lo recordé de golpe. Golpee mi frente con mi mano enojada conmigo misma. Jeff asintió.

—Debió agotarse la batería de mi celular, por eso es que no conteste. Y no me di cuenta de la hora, yo...lo siento.

Se levanto y fue hacia la cocina. Lo seguí asustada por lo que tendría que decir.

—Pase por el restaurante. Casper dijo que solo pasaste unos minutos allí y luego te fuiste. No sabía donde, intente localizarte y no me contestabas. Morí de hambre, pero lo peor de todo es que estaba preocupado. Tu nunca no contestas.—Saco unos servicios de un mueble y los deposito en la encimera.—Así que tuve que pedir una Pizza para el almuerzo, como sabes, no soy bueno cocinando.—Saco una enorme pizza familiar del horno que contenía guardada. Partió pedazos para ambos en un plato y me entrego mi servicio.

Mire su rostro. Lucia serio pero contenía un rastro de duda. Estaba segura que quería saber donde estuve pero no lo preguntaba por respeto. Se sentó al frente de mi mientras comía de su pizza. Deje la bolsa con el libro en la encimera y empece a comer.

—Fui a la librería.—Murmure de repente. Me sentía mal al no contarle, así que lo hice. Jeff me miro y sonrió, no con una sonrisa abierta. Solo una pequeña sonrisa.

—Lo sé.—Miro a la bolsa y luego a mi.—Difícil elección. Debiste pasar mucho tiempo decidiendo cual comprar.

Sonreí y asentí.

—La verdad es que si. Siempre es difícil para mi.

—Algún día ya no tendrás que hacer eso. Solo te comprare una biblioteca y seras feliz. No escogerías, tendrías todos los libros que quieras y cuando quieras.—Mire mi plato algo tímida. Era amable de su parte decir ese tipo de cosas, pero de alguna forma me hizo acordar a Alfredo y su promesa de que el libro que me compro sería el primero de muchos.

—¿Qué ocurre?.—Pregunto sacándome de mis pensamientos.

—Nada solo...el libro, el libro no lo compre yo.—Allí esta. Lo dije, y no tenía porque enfadarse por eso. Al contrario debería estar feliz por mi. Un chico se me acerco y eso no es muy típico en mi.

—¿Entonces quien?.—De repente la pizza ya no le pareció interesante y dejo de comer para centrar su atención en mi.

—Alfredo.—Murmure.

—¿Alfredo?. ¿Quién rayos es él?.—Su mandíbula estaba forzada y su pecho subía y bajaba un poco rápido para mi gusto.

—Un chico.—Deje de mirarlo para comer mi pizza.

—Ruth, se que es un chico. ¿Pero quien es realmente él?, ¿Qué hace?, ¿Qué son?.—Lo mire y me encogí de hombros restándole importancia.

—Él entrega los pedidos en la librería donde trabajo. Y solo somos compañeros de trabajos.

Un amor poco amistosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora