Capítulo 23

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2 MESES DESPUÉS EN LONDRES

Caminamos tomados de la mano por aquel camino donde podíamos ver más de cerca el gran reloj del Big Ben.
Finalmente lo habíamos logrado.  Nuestros sueños estaban haciendose realidad.

Luego de haber pasado la tormenta, finalmente el sol nos acompañaba. Dos meses antes habíamos dejado a todas las personas que amabamos para finalmente cumplir aquel sueño que teníamos desde que entramos en las postulaciones para una Beca que definiría nuestro futuro. Y aquí estabamos.

Mire a Jeff quien no dejaba de sonreír y sacar fotos con su camara profesional, al igual que yo estaba impresionado por toda la belleza de este país. Sonreí al ver sus particulares hoyuelos que tanto amaba.

Era fascinante saber como todo esto pudo ocurrir. Finalmente y luego de mucho temor por mi parte, finalmente logre abrirme hacia Jeff y dejar todos mis miedos atrás. Este hombre quien no dejaba de sonreír y sacar fotos a todo lo que veía, el que me llevaba de la mano por un nuevo país, el que me miraba como si lo más bello de todo su alrededor era simplemente yo, aquel hombre quien no dejaba de decir que me amaba, ese era Jeff, mi mejor amigo, el hombre que amé cuando era una adolescente y el que amo actualmente.
Siempre lo supe pero siempre guardé silencio por miedo, ahora el miedo ya no excistía.

—Te amo.—Le dije dejandolo a la mitad de una fotografía. Dio media vuelta para mirarme y sonrió, actualmente era un hábito muy seguido por parte de él.

—Dilo de nuevo.

—Te amo.—Repetí.

Volvió a sonreír y agarro su camara poniendola frente a mi.

—Dilo otra vez.

Sonreí.—Te amo. Te amo, Jeff.—Y el sonido de su camara sono al momento en que lo dije.

Levanto su vista de la camara y camino hacia mi para depositar un casto beso en mis labios.

—También te amo, Pollita.

No se apartó inmediatamente, volvió a darme un beso, esta vez en mi frente. Miro su camara para comprobar la fotografía que me había sacado y sonrió abiertamente. Ahora su sonrisa se estaba volviendo una nueva cosa favorita para mi. Bueno, la verdad que todo en él era algo favorito para mi.

—¿Salgo bien?.—Pregunté tratando de ponerme de puntillas para mirar hacia la camara que tenía en sus manos.

La aparto riendo y sacudió su cabeza.

—Eres hermosa, Ruth. ¿Como si quiera preguntas eso?.

Puse los ojos en blanco divertida.

—Jeff dices eso solo porque eres mi novio.

Fingió tener una expresión ofendida que francamente no duró. Rió y negó con su cabeza.

—No, claro que no. Soy tu novio, si, pero también soy tu mejor amigo y los mejores amigos siempre se dicen la verdad, ¿Recuerdas?.

Suspiré fustrada con su juego y me crucé de brazos.

—¿Me mostraras la fotografía?.—Cuestione fingiendo estar molesta.

Volvió a reír y finalmente me mostro mi retrato. Jeff tenía razón, en aquella foto podía darme cuenta la mirada que tenía, aquel brillo que me hacía lucir enamorada y con una sonrisa tonta que dejaba en silencio las palabras que le había dicho a Jeff.

—Sacas buenas fotografías.—Comente.

—Por favor Ruth, eres una egocéntrica. Solo quieres que te diga que eres hermosa.

Reí y él se unió a mi tonta felicidad.

Nuevamente tomo mi mano entrelazando nuestros dedos y volvímos  a caminar para llegar al reloj.

De reojo podía ver a Jeff darme pequeñas miradas y luego apartaba su mirada. Algo me decía  que había algo que lo estaba poniendo ansioso. No dije nada y continue observando mi alrededor. Todas las personas que pasaban por nuestros alrededores se  encontraban bien abrigados, al igual que Jeff y yo quien llevabamos jerseys largos para abrigarnos de una temperatura al que no estabamos acostumbrados, independientemente del frio que nos envolvía, todo era perfecto.

Capte aquel juego de mandíbula que siempre hacía Jeff cuando estaba pensando en algo y pare de caminar porque sabía que había algo que lo estaba inquietando.
Solte su mano y me puse frente a él de repente asustada por descubrir lo que le pasaba. Estabamos tan bien.

—¿Qué te ocurre?.—Pregunté. Me miro sorprendido y sacudió su cabeza.

—¿Como sabes que me ocurre algo?.

—Deja de responder con otra pregunta. Jeff, enserio. ¿Qué esta mal?.

Volvió a jugar con su mandibula mirando a todos los lugares menos hacia mi. Mi corazón latía a mil por horas y no sabía que hacer. Aún no estaba preparada para algo malo. Mi mente viajaba a lugares horribles imaginando miles de escenarios en donde nuestro momento se destruía por algo malo.

—Ruth.—Finalmente hablo. Esta vez su mirada estaba fija en la mia.—¿Sabes que te amo verdad?.

Asentí sin estar segura a donde se derigía todo esto.

—Bien porque quiero que siempre lo recuerdes. Quiero que sepas que nunca pense llegar aquí sin ti, que nunca nadie pudo hacerme sentir lo que tu me haces sentir. Que a pesar de que empezamos siendo mejores amigos, yo nunca quise tener a nadie más como la futura madre de mis hijos. No pensé en nadie más, solo en ti. Que a pesar de todos los errores que cometí, tú siempre estabas allí. Y te amo. Amo en la forma en la que eres. Amo la forma en la que me haces ser y amo que me ames. Aquella vez, ese día de tu primera cita, no mentí Ruth. Te quiero ahora y siempre y la única manera en la que sé que puedes sentir y querer lo mismo es con esta pregunta.

De repente las lágrimas en mis ojos aparecieron y a penas podía visualizar a Jeff arrodillandose con una pierna mientras sacaba una pequeña caja de terciopelo del bolsillo de su jersey.

Suspiro tratando de apartar las lágrimas que estaban en sus ojos.

—Ruth. Pollita. ¿Quieres casarte conmigo?.

Asentí finalmente dejando que las lágrimas salieran de mis ojos. Jeff sonrió aliviado y deposito el anillo en mi dedo. Beso mi mano con un tierno y casto beso y se levanto rápidamente para abrazarme y besar mis labios para guardar nuestra promesa.

—Si quiero.—Murmure entre besos.

Jeff se aparto cuando escuchamos aplausos de los espectadores del lugar. Sonreí e igualmente sonrió abiertamente pensando y recordando lo mismo que yo.

—¡Dijo que si!.—Gritó emocionado y todas las personas que se encontraban en el lugar aplaudian eufóricos.

Mire hacía Jeff y todos nuestros momentos se me pasaron por mi mente. La primera vez que nos conocímos, la lucha que tuvimos ambos para negar y guardar lo que sentiamos el uno por el otro. Los errores que cometimos. El accidente y finalmente el llegar aquí para construir un nuevo futuro. Fue parte de crecer y de aprender juntos.

Y fue así como aprendí del amor.
El amor a veces esta allí. Esperando, tratando de decirte lo que debes hacer, que todo llega en su momento. Que existe.
Que el amor a veces llega sin que te des cuenta. Puede que esté a tu alrededor, solamenete tienes que abrir los ojos y lanzarte. Sin miedo y sin preocupaciones. Sea como sea, es solo amor.

Un amor poco amistosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora