Capítulo Seis

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Un chico me sorprendió hoy mientras buscaba comida en un contenedor. Actuó como si no supiera por qué estaba ahí adentro, lo que me hace pensar que es tonto, o bueno.
Diario de Grace

Viernes 12 de Octubre
Unos nueve metros detrás del Queen, al otro lado del carril de la ventanilla de comida para llevar, había dos pequeñas estructuras. Una era un depósito de metal en el que guardábamos los suministros como servilletas, vasos, latas tamaño industrial de salsa de tomate y bolsas de dos kilos de relleno de soya condimentada que mezclábamos con la carne para hacerla rendir más; la otra era un congelador. La primera noche que trabajé en el Queen un compañero llamado Dean me envió al congelador a traer una bolsa de bolitas de papa congeladas y me dejó encerrado casi media hora. Creo que solo me dejo salir porque el negocio se llenó de gente y necesitaba mi ayuda.

Ya casi eran las once de la noche y mi turno estaba por terminar, cuando salí al depósito para reponer el material de los estantes. Con excepción de un farol que estaba por lo menos a cuarenta metros de distancia no había luz alguna ahí atrás, y yo siempre sentía un poco de recelo de salir de noche. Gary me contó que unos años antes uno de los empleados nocturnos había sido atracado por un par de vándalos que estaban ocultos detrás. Como de costumbre, miré alrededor antes de salir, luego atoré la puerta abierta con una piedra. Rápidamente corrí al congelador, abrí la puerta, saqué una bolsa de grasa de cerdo, cerré la puerta y puse el candado. Iba caminando de vuelta cuando oí algo. Se me heló el corazón. Mire alrededor pero no vi a nadie. Entonces volví a oír el ruido. Alguien definitivamente estaba detrás del contenedor. No. Estaba dentro del contenedor. En silencio camine de espalda hacia el Queen, sin quitar la vista del contenedor. De repente se asomó una chica; quedó tan sorprendida de verme como yo de verla a ella. Tenia una hamburguesa en la mano, misma que dejó caer rápidamente. Me pareció conocida.

Después de un momento dijo nerviosa:

-Se me cayó algo aquí adentro. Lo estaba buscando.

Me di cuenta de que la reconocía; estaba en mi clase de inglés de la tarde. No recordaba su nombre, se sentaba en el rincón, en la parte de atrás del aula nunca levantaba la mano y solo hablaba cuando el profesor se lo pedía. Supe que estaba buscando comida, pero no quise avergonzarla.

-¿Necesitas ayuda?

-No, estoy bien.

Trepó del contenedor impulsándose con los brazos, y de un sólo movimiento pasó las piernas por encima de la orilla de metal, de tal modo que quedó sentada en el borde plano del contenedor, para después saltar al asfalto. Tenia el cabello corto color ocre y hermosos ojos castaños; almendrados, como los de mi madre.

Recuerdo que la vi por primera vez en la escuela y pensé que era bonita, pero luego se fue fundiendo en el entorno. Era pequeña, unos centímetros más baja que yo. Era difícil adivinar su figura porque llevaba un abrigo demasiado grande, pero parecía estar más desarrollada que la mayoría de las niñas de mi edad. Se detuvo, recogió su bolso escolar y se lo echó sobre el hombro.

-Estas en mi clase de inglés- le dije.

-Sí -parecía aún más avergonzada.

-¿cómo es que te llamas?

-Grace.

Estaba seguro de no haber oído ese nombre antes.

-¿Grace?

-Bueno los profesores me llaman Madeline. Mi nombre completo es Madeline Grace. ¿Tú cómo te llamas?

-Eric.

-Ah, si -dijo, aunque dudo que lo supiera.

Me di cuenta de que se sentía incómoda. Me pregunté si una vez que me fuera volvería meterse al contenedor a buscar más comida, la idea me entristeció.

-Estamos limpiando. ¿Quieres entrar a comer algo?

-No, gracias -dijo vacilante-. Debo irme.

-Puedes comer lo que quieras. Me dan la comida gratis.

Se quedo ahí, atrapada entre el hambre y el orgullo, con el aliento congelado en el aire frente a ella. El orgullo no sirve de mucho cuando se tiene el estomago vacío.

-De acuerdo -dijo por fin.

Voten y comenten presiosuras.

GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora