Capitulo Catorce

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Hawai es el lugar más aislado de la tierra que cuenta con una población grande. Hasta tiene su propio huso horario. Creo que así me siento aquí.
Diario de Grace


Los lunes en el Queen eran los días en los que había menos gente, pero eso no significaba que tuviéramos menos trabajo. El señor canalla creó lo que solíamos llamar la lista mortal del lunes. Creo que ahí anotó cosas para hacer sólo por no sentir que estábamos tirando su dinero a la basura, cómo acomodar todos los billetes de la caja registradora con la cara del presidente hacia arriba y en la misma dirección, o cambiar las palabras de letrero de afuera.
La peor tarea era cambiar el aceite de la freidora. Afortunadamente no se hacía con frecuencia.
-La grasa cuesta dinero - decía siempre el señor Canalla, así que solo lo cambiábamos una vez por semana. Él habría esperado más tiempo, pero después de siete días de usar la misma grasa, todo lo que metíamos a la freidora comenzaba a oler igual, ya fueran papas fritas, salchichas rebozadas o burritos.
Yo estaba solo atrás, enrollando burritos y acomodandolos en el recipiente de plástico, cuando entró Dean. Dean era un maestro en la evasión del trabajo. Es más, era un genio. Creo que si hubiera dedicado la mitad del esfuerzo que ponía en evadir el trabajo en realizarlo, habría conservado el premio al empleado del mes de forma permanente. Tenía dos tácticas principales. Una era deambular por la cocina como si estuviera buscando algo, deteniéndose de vez en cuando a hablar con personas que sí estaban trabajando.
-Ya no puedo seguir hablando, debo encontrar ese... - Decía más tarde, cuando parecian estar a punto de quitárselo de encima, y se iba antes de mencionar lo que estaba buscando.
El segundo truco lo guardaba para la hora del cierre. Cogía el trapeador y se pasaba casi una hora fregando el comedor, un trabajo que debería hacerse en no más de 10 minutos. Si le llamabas la atención, te acusaba de tener bajos estándares de limpieza. Cuando te tocaba cerrar con él, salías media hora más tarde puesto que tenías que hacerlo tú sólo. Dean se trepó al mostrador de atrás.

-Oye, tubérculo, háblame de esa chica.

-¿Qué chica? - enrolle otro burrito.

-La que trajiste la otra noche.

-Yo no la traje.

-Como sea, pescado. Estaba bastante apetitosa.

-Ya, pero no es tu tipo.

-¿Ah, sí?

-Si. Ella tiene buen gusto.
Entornó los ojos.

-¿Entonces por qué anda con un perdedor como tú?

-Tengo suerte, supongo.

-Qué idiota eres.

Volvió al frente. No me volvió a decir nada durante el resto del turno, pero me pegó en la nuca al salir. Nunca me había alegrado tanto oírlo acelerar el motor. Jackie y yo teníamos el turno de cierre ese día. Jackie me caía bien. Estaba en mi clase de matemáticas de Granite y era alta, usaba aparatos en los dientes y tenía el cabello rojo brillante. También tocaba el violín y estaba en el equipo de ajedrez, lo que la colocaba más o menos en la misma clase social que yo.
Hablaba de muchas cosas tontas, como de la existencia de duendes y la vida en Venus, p
Pero nunca la oí hablar mal de otra persona.(Una nota interesante: a los veintitantos años, Jackie se hizo fisiculturista y más tarde fue reclutada por la federación Mundial de Lucha Libre femenina. No desperdició sus clases de violín. La llamaban "la maestra". Después de golpear a su contrincante la sujetaban el suelo con el pie, tocaba la toccata y fuga en re menor de Bachillerato, y le rompía un violín en la cabeza). Mientras cerrabamos llené una bolsa de sobras. Me acordé de que Grace había devorado los aros de cebolla, así que añadí un par de órdenes gigantes. Jackie me vio guardando la comida en la mochila.

GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora