X.

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Subaru observaba con melancolía las rosas blancas.

Sin pensarlo, como todos los días, terminó en el patio donde pasaba tiempo con su amada madre, cuando estaba en sus cinco sentidos y no intentaba herirlo.
Donde paso tiempo con la chica, que realmente amo.

Una nostálgica y dolorosa sonrisa se formó en sus labios; su pecho estaba oprimido por una extraña fuerza, sus manos temblaban, y en su mente solo permanecía la despreocupada sonrisa de una chica.

«Yui»

Dolía pensar que esa sonrisa, la cual el albino amaba tanto, le pertenecía al hombre que hizo de sus vidas el mismo infierno.

—¡MIERDA!.

Grito molesto, golpeando un pilar, haciéndolo pedazos.

Comenzó a golpear los árboles y el resto de la torre donde su padre mantenía cautiva a su madre.
Descargó toda su furia, remordimientos y dolor con sus puños, hasta el punto en que reventó su propia carne y los huesos de sus nudillos se comenzaban a notar.

Después de un rato, terminó tendido en el suelo, su cabeza estaba ladeada sobre su hombro izquierdo, su rostro melancólico con el seño fruncido y su mirada pérdida.

—...¿Qué mierda estas haciendo?.

Subaru levantó su rostro y observó con indiferencia a la pelinegra que lo observaba con preocupación y tristeza.
Dejó caer su cabeza de nuevo y suspiró.

—... Nada que te incumba.

Akane se sentó a su lado, tomando una de su manos y limpiándola con su pañuelo.

—Eres un niño muy impulsivo.

Lo regaño, levantándose y yéndose.
Después de unos minutos regresó, con vendajes, alcohol y otras cosas.
Volvió a sentarse con el y limpió las heridas de ambas manos.

—Dejame.
Murmuró.

—No— replicó al instante. Comenzando a vendar su mano derecha. —curare tus heridas primero.

Comenzó a desinfectar la mano izquierda del albino, observando el pequeño pedazo de hueso que se lograba ver. Fruncio el seño entristecida, siguiendo con su labor.

—Debe doler.
Murmuró la pelinegra, rozando con delicadeza los nudillos vendados de Subaru.

—No duele, estoy acostumbrado a estar herido.

Volteó a ver a la pelinegra, sorprendiéndose un poco al encontrarla observándolo con tristeza.

—No me refería a esto— tocó el pecho del menor, dejando la calidez de su mano. —me refería a la herida de aquí, esa que es invisible y no hay forma de parar el dolor.

Akane observaba el pecho del chico, tratando de imaginar el dolor de ser abandonado de esa forma, que a quien ama tanto, ame a la persona que hizo su vida miserable, y entonces recordó a Ryu.

¿Qué pasará cuando Ryu despierte, y se de cuenta que Akane, ya no lo ama?.

Lo que le sucedía al chico sentado frente a ella, era a penas diferente a lo que ella estaba haciendo a su esposo.

Sus pensamientos formaron un nudo en su estómago. Sintiéndose peor que la más baja escoria.

Pero sus sentimientos quedaron olvidados al levantar su vista y observar al albino.

—...Subaru
Susurró melancólica.

Los ojos del vampiro estaban rojizos, mordía su labio inferior tratando de no gritar, mientras una lágrima tras otra se deslizaban por sus mejillas.

La Cuarta. [Diabolik Lovers].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora