XVIII.

4.3K 317 93
                                    

El comedor estaba silencioso, y una gruesa atmósfera de tensión se extendía sobre todos los presentes.

Un niño, pelilila que hablaba en voz baja con su peluche y un albino que comía tranquilamente, eran los únicos a quienes parecía no importarles la presencia de la nueva extraña.

—Y bien —rompió el silencio el pelinegro, acomodando sus gafas visiblemente irritado— ¿quién es ella?

Lily estaba sentada al lado del menor de los pelirrojo. Mientras el comía en silencio, ella se colgaba de su brazo izquierdo, asustada.

Ayato dejó el tenedor sobre el plato y suspiró.

—Su nombre es Lily y ella es —pausó por un momento, pensando cómo explicarlo—... Mi compañera.

Shu sonrió, encontrando la situación bastante graciosa y familiar, por otro lado, algunos de sus hermanos parecían no creerlo.

—No deberían estar tan sorprendidos —decidió hablar primero—, hace siglos que cuatro de nosotros ya deberíamos haber encontrado una compañera.

Ayato asintió en acuerdo, agradecido de que en su propia manera el rubio había hablado en su favor.

—Simplemente nuestro padre no lo permitió. -Agregó.

Además de la burlona risa del mayor de los pelirrojos, la mesa siguió en silencio. Después, Laito, se levantó y caminó hasta la puerta.

—Entonces supongo que iré a buscar a mi propia gatita.

La verdad era que presentía una gran discusión pronta. Ya fuese porque la mujer que Ayato había traído, tenía el aroma de humano mezclado con la de un vampiro, algo imposible. O el hecho de que la atmósfera comenzaba a impregnarse de la furia de sus hermanos.
Cuál fuese la razón, su instinto dictaba que no debería interponerse, aún así, lo encontraba gracioso. Emocionante.

Su peculiar risa se escuchó a lo largo de los pasillos, hasta que la puerta principal cortó su eco.

Reiji se acomodó sobre la silla y bufó.

—De cualquier forma, me gustaría saber porqué ella tiene ese desagradable aroma.

El pelirrojo posó sus ojos sobre el mayor, observándolo irritado.

—¿Desagradable? —sonrió prepotente—, es extraño que digas eso, si desde aquí puedo ver cómo babeas cada vez que ella se mueve.

Subaru terminó su comida, caminó hasta Kanato que seguía jugando con el pudín y le susurró que debían irse. El muchacho no protestó, pues su relación se había vuelto más fraternal gracias a cierta mujer. Kanato sujetó su peluche con recelo y ambos caminaron hasta el rubio.

—Iremos con Akane, me aseguraré de mantenerla distraída mientras todo pasa. ¿Estas bien con eso?

Al ver que el rubio no replicaba, lo tomó como un sí. Le susurró al pelilila a donde irían, su rostro se llenó de emoción, extendió su mano a la del albino y lo apresuró fuera del comedor, exclamando que su madre estaba esperando.

Una sonrisa burlona apareció en sus labios. Se levantó también y caminó hasta la puerta, se aseguró de que estuviese cerrada y se recargó en ella,  acomodando sus audífonos.

"Debo agradecer a esos dos por mantenerte fuera" Pensó refiriéndose a Akane. "De otra forma no permitirías que ésto sucediera."

Reiji, furioso, golpeó sus manos contra la mesa, expandiendo una sombría energía por la habitación.

Lily comenzó a temblar aterrorizada.

La Cuarta. [Diabolik Lovers].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora