XI.

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—Hola, residencia Mukami— contestó con pereza un chico exageradamente alto, llevaba la pijama y su cabello castaño estaba desordenado.

"Buenos días" respondió otro chico del otro lado de la línea. "Me disculpó por llamar tan tarde, pero de casualidad, ¿Han visto a Ayato?".

—Reiji— bostezo el castaño. —aun es de día— se recargo a la pared. —no lo hemos visto... ¿Sucedió algo?
Preguntó curioso.

Reiji guardo silencio por varios segundos.

"No, no ha sucedido nada, gracias y disculpa las molestias"

—Vale, adiós.

El castaño colgó el teléfono y suspiró.

—¿Sucede algo? Yuma.

—Ruki— bostezo de nuevo. —tal vez, preguntaron por Ayato, parece que lo buscan.

—Oh, ese niño sigue siendo tan problemático como siempre.
Sonrió satisfecho, sentándose en el sillón de la sala.

—Pareces saber algo sobre eso, Ruki.
Cuestionó el castaño.

—Acertaste, lo escuche de ÉL, parece ser que la Eva que despertamos, ahora es su quinta esposa, y a varios de sus hijos no les ha gustado el giro que dio todo.

—¿Quinta?.

Yuma observó confundido a su hermano.

—Si, La cuarta, es una bella mujer, solía trabajar en el laboratorio de observación con ÉL, y parece ser que a cambio de un hijo, el curara la enfermedad terminal de su esposo, cáncer en la sangre.

—Es imposible curar eso— susurró para si mismo y justo después recordó. —Él lo con-

—Si, y es crucial que lo haga.

Yuma observó al pelinegro mientras divagaba.

—No haremos nada ¿Cierto?

—No, no por ahora— suspiró. —tengo planes para el futuro, mover las piezas a la fuerza ahora mismo, los afectaría de forma negativa.
Murmuró, después se reincorporó y levantó ligeramente su brazo izquierdo, abriendo su mano.

—Ninguno de ustedes debe interferir, Kou, Azuza.

Ambos chicos aparecieron en la sala, alrededor de Ruki.

—Entendido.

—...Bien...

(...)

—¿Qué pasa?— preguntó la pelinegra mientras se acurrucaba en el brazo del rubio. —¿Porqué están todos tan inquietos?, es por Ayato, ¿Verdad?.

—Si, pero no debes preocuparte, aparecerá pronto.
Suspiró molesto.

—Pero, no puedo simplemente no preocuparme, debo cuidarlos a todos, Ayato podría estar lastimado.
Insistió.

Shu fruncio el seño, se volteó hacía Akane y la abrazó fuertemente.

—Sigues siendo egoísta— comenzó a repartir besos en el cuello de la pelinegra, haciéndola dar pequeños suspiros, hasta llegar a su oreja, paso lentamente su lengua a lo largo del costado, haciendo estremecer a Akane. —ya te lo había dicho, deja de hablar de otros chicos, cuando estas conmigo.

Akane se sonrojó y le empujó riendo.

—Eres un tonto, maldito tramposo.

Shu sonrió confundido.

—¿Tramposo?.

—Si— tapó su rostro avergonzada. —me haces actuar como una tonta niña enamorada.

La Cuarta. [Diabolik Lovers].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora