XII.

4.2K 348 42
                                    

—¿Desapareció?
Preguntó el peliblanco, quería estar seguro de lo que su segundo hijo decía.

Reiji pensó durante unos segundos, mientras calculaba el tiempo que su hermano llevaba desaparecido; encontrar a su padre, quien cambiaba de localización cada mes, era difícil, por lo que el tiempo había aumentado.

—Si, desde hace dos semanas y cuatro días.
Afirmó.

Karl se paseó por la habitación, pensando en lo que su hijo decía.
Casualmente uno de sus tantos sirvientes infiltrados en los gobiernos extranjeros, había afirmado ver a uno de sus hijos en Londres, y después de tomar un barco, perdió su rastro cercas del río Támesis.

El albino sobó sus sienes con molestia.

—No me interesa en lo más mínimo sus inmaduras tonterías— se volvió a sentar. Reiji bajo la vista, había perdido su tiempo. Sabia que su padre no seria de gran ayuda, aún cuando tenia la bondad de ella, parece ser que no había logrado ablandar el frío corazón de su padre. Karl suspiró con desgano. —Enviaré a alguien de Londres a buscarlo, no quiero tener problemas.

Reiji por un momento observó sorprendido a su padre, pero suspiro y sonrió agradecido.

—Gracias, padre.

El albino hizo una prepotente mueca de no importarle la gratitud de su hijo.
Pero el llanto de un niño se escucho a lo lejos, tomando con la guardia baja a ambos vampiros.

La sonrisa prepotente de Karl había desparecido.

—Bueno, si eso es todo, retirate.
Se apresuró a decir, levantándose y observando con molestia a su hijo.

El pelinegro lo observó por unos segundos, aun escuchando ese llanto.

"Yuu-chan, no llores cariño"
Se escuchó a lo lejos, y el pelinegro reconoció esa voz en seguida.

"P-pero Osamu-"

"¡Yo no hice nada!, Yuu no atrapó el balón, además Miyuki es quien lo lanzó"

"Mamá, yo lance el balón, perdón Yuu-chan"

Reiji seguía escuchando absolutamente sorprendido e intrigado por conocer a esos niños. Habían pasado cerca de 10 años desde la ultima vez que vieron a Yui.

—Padre, por favor.
Suplicó, sin verlo, pues estaba observando hacía la dirección donde se escuchaban las voces de los niños y de ella.

Karl se lleno de cólera.
El realmente amaba a Yui, el tampoco lo creía, pero así era, y por supuesto, no tenía deseos de que alguien se acercara a ella, o a sus pequeños, quienes fueron fruto de su verdadero amor con Yui.

—No, te lo prohíbo.
Espetó molesto.

Reiji fruncio el seño con impotencia y tristeza.

—Padre, no volveré a verla de nuevo, solo esta vez— volteó a su padre, suplicando con la vista. —Esos tres, son mis hermanos, quiero conocerlos, nadie más lo sabrá, así que por favor.

El albino se tranquilizo al sentir la presencia de Yui acercarse al despacho, sobó sus sienes y suspiró resignado. Se levantó y apuntó amenazante a su hijo.

—No dirás una palabra de lo que sucede a tus hermanos.
Ordenó.

Reiji asintió. Se levantó y salió del despacho. Encontrándose con la, en aquel entonces, llorona e ingenua Yui.

Ella se sorprendió al verlo también, pero sonrió tiernamente, corriendo a abrazarlo.

—¡Reiji-san! Cuanto tiempo.
Exclamó contentas, abrazando con fuerza al pelinegro. El cual se mantenía estático.

La Cuarta. [Diabolik Lovers].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora