Al distrito 12

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Esa mañana Snow me esperaba en el umbral de mi habitación. No me había quitado el ojo de encima desde que me había resistido a su plan macabro; ahora mi familia esta en peligro gracias a mi y debo seguir sus ordenes difamando su política.

-Señorita Everdeen.-me llamó Snow.

-Snow-dije haciendo una mueca de asco y lanzándole una mirada de odio.

-Hoy le toca ir al distrito-hizo una pausa dramatica.-12.

Mi cara debe demostrar la confusión que tengo, porque agrega: -Así es.

Unos agentes de la paz me acompañan en el aerodeslizador que me lleva a mi antigua casa, mi verdadero hogar. Pienso en Prim, en mi madre, Gale, Peeta y todos aquellos que alguna vez fueron o son importantes para mí... incluido el odioso Buttercup.

[...]

Al bajar, observé... Los árboles cuyas hojas habían caído, los distintos tipos de flores que me rodeaban y cubrían la Pradera. Estaba todo tal cual lo recordaba, nada había cambiado.

-Ya es hora.-me comunicó Snow por el auricular que me habian entregado para mantenernos en contacto.

Suspiré y miré hacia el suelo, evitando cruzar las miradas de aquellos que saben quién soy y suponen qué hago aquí.

-Queridos ciudadanos del distrito 12. -hablo con voz clara y fuerte, para que todos me oigan, aunque por dentro estoy rota.-Vengo hoy aquí, y me encuentro frente a ustedes ahora, para informarles la situación.

>-¿Todos aquí tienen un motivo para odiar a Snow?

-¡Sí!-exclamó la multitud. Parecía que ya tenía la atención de todos, pero ¿eso era bueno o malo?

Dejé a un lado mis pensamientos y continué con el discurso.- Pues creo que todos tenemos una imagen errónea de él. Mírense: todos están unidos, ¿y a quién creen que se debe eso? Así es: a Snow.-Observo a la multitud, aunque no directamente a los ojos. No puedo mentirle a mi gente de esa forma, ¿qué estoy haciendo?, pienso internamente. 

De repente olvidé lo que debía decir, ignoré los murmullos de Snow al oído y sus amenazas de muerte. Me dediqué a observar a la gente, ahora sí, a sus ojos apagados, grises, llenos de tristeza.

Y entonces lo vi.

Vi a la única persona que me comprendería, que es capaz de traspasar la barrera de frialdad que suelo usar, aquel que me perdona hasta el mas estúpido error: mi Chico del Pan, Peeta.

¿Hasta el final? [Everlark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora