Capítulo 3

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Emily Johnson.


Sonreí animadamente para mis adentros al sentir su presencia detrás mío, su olor se esparció por la habitación causándome escalofríos y un extraño pero exquisito cosquilleo entre mis piernas. Al voltearme a verlo, Samantha me cogió del brazo como sintiéndose orgullosa de tenerme como su amiga, y aquello me descompuso el estómago.

Si tan solo se enterase de mis sucios pensamientos hacia su papito adorado, no me quiero imaginar si quiera lo que ella me haría.

Justin me miró con una gran sonrisa con los brazos apoyados en la encimera, un escalofrío me recorrió el cuerpo y sin querer le admiré por unos rápidos segundos antes de contestarle, el hombre de mis sueños se veía sexy como de costumbre, con su típico traje hecho a la medida Giorgio Armani, y su cabello liso hacia un costado.

—Bien, Señor Bieber. —Mierda, su mirada intensa me derritió en cuestión de segundos, haciendome imposible el abrir la boca de nuevo.

—Ya te he dicho que me digas Justin. —Advirtió, a lo que Samantha me quedó mirando divertida mientras comenzaba a comer de unas uvas que María había colocado frente a ella.

—Usted es el padre de Samantha, debo tenerle respeto, Señor Bieber. En especial por dejar quedarme tantas veces en su casa. —Este rió bajando la cabeza y negando, sonreí como tonta pero me contuve a la idea de dejar de coquetear con él puesto que Samantha estaba en medio.

—Sabes que puedes hacerlo cuando se te de la gana, te has ganado la confianza tanto de Sam, como la de todos aquí. —Sonreí agradeciéndole, la verdad me hubiese encantado que hubiera dicho que él también confiaba en mi, pero simplemente habló en plural.

Hice una mueca, pero me volteé a ver a Sam que comenzó a quejarse.— ¡Mary! ¡Tengo hambre! —Comenta haciendo un puchero, mi amiga corre a su lado, coge de su manga y comienza a jalarla de un lado al otro, lo que causó gracia en la anciana.

—¡Si, Samita! Vayan al comedor. Inmediatamente preparé los platos y le diré a las muchachas que los atiendan, mi niña. —Medio volteándose, se dirigió tanto a Samantha como a mí.

Asentí y comentando un tema aleatorio caminamos al comedor.

Una vez allí la rubia sacó su celular y entró a la aplicación Instagram donde me comenzó a mostrar algunos conjuntos de ropa que tenía pensando pedirle a su papá. En eso, Justin entró al comedor con las mangas de la camisa remangadas y los primeros botones de esta desabrochados dejando al descubierto aquellos tatuajes que se escondían debajo de esa molesta camisa. Me mordí el labio al verle tan apuesto, y traté a duras penas de seguir mirando los outfits que Sam me seguía enseñando.

Samantha apagó su celular cuando su padre habló:— ¿Y? ¿Cómo les fue niñas? —Puse los ojos en blanco y suspiré de mala gana, mirando hacia otro lado de la habitación. 

El Padre De Mi Mejor Amiga ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora