Capítulo 5

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Emily Johnson

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Emily Johnson.


—Iré a buscar algo para que comamos mientras tanto. ¿Vienes o te quedas? —Preguntó Samantha indicando la puerta. Me lo pensé un segundo y prefiriendo la segunda opción me fui directo al vestidor que quedaba en la misma habitación, pero al escuchar sus pasos alejándose retrocedí lentamente y miré por la puerta e hice absoluto silencio para escucharla bajando las escaleras.

Sonreí y corrí en puntillas fuera de la habitación hacia la del señor Bieber. Una vez frente a la puerta miré en dirección a las escaleras, donde provenía una animada conversación entre María y Samantha desde la cocina.

Cogiendo entre mis dedos el pomo de la puerta lo giré rápidamente y me adentré cerrando la puerta tras de mí. El olor de Justin provocó en mi un exquisito cosquilleo que me hizo cerrar los ojos y suspirar. Al abrirlos acaricié con la yema de mis dedos el edredón negro y me mordí el labio apretándolo entre mis dedos. Volteándome, miré una vez más a la puerta y me apresuré sabiendo que lo que hacía era indebido y prohibido.

En eso me adentré al vestidor de Justin y sonreí maliciosamente.

Acaricié cada una de sus camisas colgadas en orden por color, cada uno de sus largos abrigos,  sus americanas y  gabardinas. Además de pasar mis dedos por sobre el cristal donde estaban cada una de sus corbatas. Indicándolas una a una, me deleité en el embriagador aroma.

Me mordí el labio al coger la botella de cristal de su perfume, y acercándolo a mi nariz aspiré aquel exquisito aroma y cerré los ojos imaginándomelo, aunque sea por una noche siendo mío.

Salí de mi trance cuando Samantha me llamó a gritos desde, supongo yo, su habitación. La botella resbaló de mis dedos y el suelo alfombrado la recibió. El ruido provocado fue leve, así que rápidamente devolviendo aquel a su lugar, salí corriendo y apareciendo como si nada, le sonreí a la rubia.

—¿Dónde estabas? Te busqué y no aparecías, pensé que te habías ido. —Al verla haciendo pucheros la abracé.

—Solo fui al baño Darling, lamento haberme demorado.

—¿Por qué al baño principal? ¿Por qué no usaste ese? —Miré a donde me indicaba e hice una mueca encontrándome en apuros.

Sabía que, si tenía que ir al baño el de Samantha estaba más que disponible. O sea, ¿Por qué razón iría a otro?

Al parecer me había pillado.

—Simplemente quise ir a ese. —Solté.

—Está bien, solo que pensé que te habías ido y me preocupé.

O al parecer no.

Sonreí y abrazándola traté de calmarme. Mi corazón parecía que se iba a salir en cualquier momento y creo que no era buena idea enterrar el rostro de Samantha en mi pecho, así que sacándola de allí la jalé hasta su armario, donde ella pareció olvidar lo ocurrido y colocando música comenzó a escoger algún conjunto de lencería provocativo, aquellos que escondía en el fondo de su armario para que su papá no los viera. Aquellos que le encantaba colocarse y modelar.

El Padre De Mi Mejor Amiga ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora