Capítulo 24

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Justin Bieber

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Justin Bieber.



De camino al lugar donde se encontraban los muchachos, por mi mente pasaron diferentes imágenes de lo vivido esta noche. La actitud de Emily me tuvo tenso todo el tiempo, desde su mirada despectiva hacia su actitud distante y grosera sin razón, todo eso me preocupaba.

No sabía bien qué había hecho, pero de cierta manera me molestaba que fuese tan inmadura y que no pudiera confiar en mí. Realmente no entendía lo que le sucedía, pero sabía perfectamente que, si le preguntaba qué le sucedía conmigo, ella me respondería con puras mentiras. Como siempre hacía.

Kenny frenó de golpe frente a la entrada de aquel lugar, sacándome de mis pensamientos. Bajé rápidamente del coche y, observando brevemente el aspecto del recinto, negué con la cabeza más que enfadado. Caminando hacia uno de los guardias de seguridad, saqué de mi chaqueta la billetera y al pasarle un fajo de billetes, él levantó la cinta aterciopelada roja con apuro, dándome acceso para ingresar al lugar junto con mi guardaespaldas.

—Busca a Samantha, yo me encargo de Emily —le ordené en voz alta. Sin esperar respuesta, me adentré apresuradamente siguiendo la música, que cada vez sonaba más fuerte a medida que avanzaba por el largo pasillo.

—Señor, espere —dijo Kenny, siguiéndome a tropezones por la gran presencia de adolescentes en el pasillo. Al alcanzarme oí que gritaba en mi dirección.— ¡Señor! ¡E-Espere! ¿Y los jóvenes Presly y Miles?

—Kenny, las únicas que me importan son mi hija y su mejor amiga —Me volteé molesto, enfrentándolo—. Estás muy respondón hoy. Recuerda quién manda aquí.

—Sí, señor. Discúlpeme.

Adentrándonos en el área de donde provenía aquella fuerte música, vi la pista de baile repleta de personas, lo que me hizo maldecir al instante.

Carajo, benditos adolescentes.

No podía creerlo, ¿Cómo fueron capaces de hacer algo así? Está bien, lo admito. La fiesta de aniversario no es como este lugar repleto de alcohol y aquel baile caliente que tanto les gusta a los jóvenes. Obviamente, es una fiesta decente, tranquila, para conversar y beber alcohol de forma moderada. También para hacer negocios. Mi intención de invitarlas fue la mejor: quería presentarles a mi mejor amiga, quería hacer parte de mi mundo a Samantha, algo que últimamente no hago. Quería que Emily se sintiera cómoda en aquel lugar y poder conversar con ella, decirle lo hermosa que estaba, pero muchas cosas no salieron como me las imaginé, y todo terminó aquí, en un lugar lleno de alcohol, sexo y drogas.

Y lo peor es que sé perfectamente de quién fue la dichosa idea de venir hasta aquí. Justamente de la que se hace llamar mi hija, carga con mi apellido y no conforme eso sino también lo deshonra.

Maldita sea, Samantha.

Esa niña lo único que busca es sacarme canas verdes de todas las veces que se ha escapado y ha hecho lo que ha querido, sin obedecerme en lo más mínimo. Aunque fuera por una única vez en su vida.

El Padre De Mi Mejor Amiga ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora