III - Hijos

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Era una habitación amplia, suficiente como para que todo un equipo médico pudiese moverse con facilidad. Sus paredes, totalmente blancas, tenían solo una ventana que daba a un colorido jardín. No existía en ese ambiente ningún tipo de decoración ni ningún ruido que pareciese perturbar. Cualquiera diría que se trataba de un lugar relajante o hasta aburrido, pero las sensaciones que se percibían en esa sala era totalmente diferentes.

Karamatsu se encontraba sentado sobre una camilla estrecha. Sus piernas estaban vendadas como una sola y totalmente inmovilizadas por 2 grandes plataformas de metal. Su brazo derecho se encontraba enyesado y pegado sobre su pecho sujetado con tirantes especiales. En su pecho llevaba una faja hecha a la medida que le permitía mantenerse erguido y que evitaban el dolor en su cadera y peso sobre su columna. Su cabeza estaba rapada y vendada del lado izquierdo cubriendo las coceduras de sus últimas operaciones. Sus ojos estaban tapados por grandes capaz de gasa que impedían que la luz lo molestara...

Su cuerpo estaba totalmente inmóvil, cualquiera que lo viese en ese estado tan doloroso pensaría que estaba muerto si no fuese porque su respiración se notaba muy exagerada y profunda, como si estuviese reteniendo un gran llanto.

Era un ambiente lleno de tristeza, pero más que nada de soledad y de dolor.

-Karamatsu... - la sala fue invadida por una dulce voz conocida.

-¿Ma... má? - susurró apenas el mencionado intentando reincorporarse en la camilla, pero fallando.

-Soy yo, mi amor... - la mujer no dudó en acercarse y tomar de una mano a su hijo y llevar la otra a acariciar su frente - He venido trayéndote un poco de peras... y un cambio de ropa más... - se notaba en su voz cuan duro era para ella tener que retener las ganas de llorar.

-Ma... má... gracias... por... por venir... - tartamudeó.

"Lamentamos informarles, señores Matsuno, que parece que luego de haber despertado del coma, el joven Karamatsu tendrá problemas al hablar, en otras palabras, no logrará comunicarse bien... Aparentemente es una consecuencia de la anestesia generalizada... Por favor, comprendo lo duro que es esta situación, pero el joven se recuperará totalmente mientras cumpla con sus terapias... Existen muchos buenos terapistas para esto..."

-Tu padre también ha venido trayéndote algo y está afuera... en un rato pasará.

-Es... estoy... - hizo una pausa larga con una respiración agitada - estoy... feliz de... de tenerlos... a ambos...

-Karamatsu... - susurró la madre cubriéndose el rostro para retener su llanto - Nosotros estamos también... muy felices de tenerte con nosotros...

-No... no les digas... a mis herma... a mis hermanos sobre... sobre esto... - le resultaba realmente doloroso a Karamatsu hablar.

-No les he dicho nada, mi amor... piensan que estás con un amigo de tu padre... - mintió la mujer.

Los otros cinco estaban más que enterados sobre la situación de su hermano, desde hacía rato estaban sentados frente a él con unas expresiones total de dolor. Karamatsu no podía verlos debido a las grandes gazas sobre sus ojos, por lo que al no hacer ellos ningún ruido, los 5 eran imperceptibles para él.

-Gra... gracias... - terminó de decir el segundo mayor mientras sonreía levemente. Pese al insoportable dolor que llevaba su cuerpo, internamente se sentía tranquilo - No... no quiero... molesta... molestarlos más...

La madre siguió acariciando a su hijo reteniendo con todo el valor posible su llanto. Los otros 5 presentes en la sala no hacían más que agachar la cabeza evitando quebrarse con todo el peso de la culpa. Estaban sentados en fila frente a la camilla de su hermano. Era la única forma en que los médicos, luego de haber visto el comportamiento de Karamatsu con respecto ellos, habían permitido que ellos estuviesen junto a él: sin que los notase.

-Karamatsu... tu psicóloga hablará contigo ahora ¿de acuerdo? - dijo la madre mientras una joven mujer pasaba por la puerta - Los dejaré solos - dijo una vez más, pero dedicando una mirada llena de dolor hacia sus otros 5 hijos mientras salía de la sala.

-De... de acuerdo... - dijo el mencionado cuando sintió la puerta cerrarse.

La joven se sentó cerca de Karamatsu y lo tomó de la mano mientras miraba a los otros 5 presentes - Karamatsu... soy Fio otra vez, vine a conversar contigo...

-Ho... hola, buenas tar... tardes. - respondió el joven amablemente. Seguía siendo él.

-Sé que debe ser molesto para ti estar hablando con una desconocida...

-No... no se preocupe... me... me hace sentir... acom... acompañado.

-Te gusta estar acompañado de tu familia ¿verdad, Karamatsu? - dijo la doctora mirando directamente a cada uno de los hermanos.

-Son... son lo más valioso... que... que tengo - soltó el azabache con un quejido de dolor debido a su columna.

-Tus padres siempre vienen a verte a diario... te debes sentir acompañado por ellos ¿no?

-Me... me gusta... que vengan... a... a verme.

La doctora hizo una pausa calculando sus preguntas en silencio. Tomó con fuerza la mano de Karamatsu para transmitirle confianza al hablar.

-¿Te gustaría que alguien más viniese a verte? - preguntó la joven con una mirada directa hacia las expresiones de Karamatsu.

La habitación se quedó en un silencio sepulcral. No se oía más que al aparato presente al lado del segundo hermano midiendo su pulso lento.

Karamatsu parecía querer hablar, pero las palabras no salían de su boca. Temblaba, se puso pálido y sintió como si fuese a vomitar de ansiedad en ese momento. Se tomó un largo tiempo para medir su respuesta...

Por otro lado, tenía sobre sí la mirada atenta y nerviosa de sus hermanos que esperaban que el respondiese. Ninguno tenía el valor de verlo a la cara y solo intentaban no hacer ruido... era demasiado doloroso.

-No... no tengo... a nadie más... - por fin soltó sujetando con fuerza la mano de la joven.

-¿Solo... tienes a tus padres? - volvió a insistir la doctora.

-Ellos... ellos me aman...

-Ellos te aman mucho, Karamatsu... - dijo mirando de nuevo a cada uno de los hermanos - ellos harían lo que fuera por ti aunque no pareciese...

-Los... los amo... los amo mucho... - dijo intentando poner una de sus típicas sonrisas, pero esta se notaba cubierta de dolor, un dolor que todos inmediatamente pudieron sentir... los 5 hermanos sintieron como si esa sonrisas fuese dedicada a ellos...

*Continuará.

Gracias por todos sus comentarios, esperaré sus recomendaciones para la continuación de la historia ;)

La desesperación del segundo hermano | Osomatsu-san Donde viven las historias. Descúbrelo ahora