XVIII - Pánico

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-JYUSHIMATU, JYUSHIMATSU, DESPIERTA – gritaba Ichimatsu mientras sostenía a su pequeño hermano de espaldas – TRAIGAN A UN MÉDICO MALDITA SEA, ¡RÁPIDO!

Habían encontrado al de polera amarilla luego de casi media hora. Habían sido estúpidos en pesar que lo encontrarían en algún lugar "común" tratándose de él, pero tampoco se les había pasado por la cabeza ver dentro de los pequeños armarios de los conserjes...

Si no hubiese sido porque se había oído demasiado ruido del lugar y algunas personas fueron a inspeccionar, no hubieran dado con él...

El paisaje donde lo encontraron fue horrible. Todas las cosas dentro del pequeño clóset habían caído sobre él, y cuando levantaron su cuerpo, Jyushimatsu estaba desmayado y cubierto de su propio vómito, parecía casi que se había ahogado con él. Cuando lo pusieron de cabeza para intentar despertarlo, comenzó a caer sangre de su frente.

Todomatsu estaba horrorizado sin poder moverse y con la cara cubierta de lágrimas.

Osomatsu fue directo a buscar a alguien que pudiese atender a su hermano.

Ichimatsu instintivamente se había tirado a atender al pequeño.

Desde que Jyushimatsu era muy niño, cada vez que se sentía mal, había sufrido de ataques de pánico. Según los médicos no era algo que pudiese controlarse con medicinas y que lo mejor era dejarlo desahogarse siempre y cuando hubiese alguien vigilándolo. Debido a su carácter podría hacer "cosas impulsivas" y, aunque no quisiese lastimarse, podría hacerlo sin darse cuenta...

Osomatsu cogió a la primera enfermera que vio y la llevó casi arrastrándola hacia donde estaba su hermano menor. La joven al ver la escena se lanzó al suelo sin pensarlo para atender a Jyushimatsu.

-Por favor, vaya a la recepción y pida una un médico y una camilla hacia este pasillo, yo me encargaré mientras tanto – dijo la joven. Osomatsu asintió y salió disparado de nuevo – Ne... necesitaré que me ayuden, parece que hay fluido aún en su garganta.

La enfermera le indicó a Ichimatsu que debía sostener a su hermano boca abajo y a Todomatsu que debía hacer que sus piernas estuviesen flexionadas hacia dentro.

Mientras la enfermera revisaba la garganta del quinto hermano, este comenzó a toser y a volver a vomitar dejando por fin salir todo. Se ensuciaron parte de sus ropas los 3 presentes, pero a nadie le importaba.

Jyushimatsu despertó, pero aún semi inconsciente comenzó a llorar mientras su pobre cuerpecito temblaba. Su piel estaba fría, sentía náuseas, le dolía la cabeza, apenas podía moverse y si no fuera porque sus hermanos lo sostenían no podría mantenerse erguido.

-Tranquilo... tranquilo Jyushi, ya va a pasar – repetía Ichimatsu con el tono más tranquilo que podía mostrar, pero la verdad era que él estaba también muy asustado.

-Me... me duele... me duele... - Jyushimatsu lloraba como un niño: dando fuertes suspiros mientras cerraba los ojos y sus lágrimas embarraban todas sus mejillas – Cho... Choromatsu nii-san... Karamatsu... nii-san... es mi culpa...

Ahí estaba de nuevo.

La manía que todos los hermanos temían de Jyushi.

Si bien el más sonriente de todos siempre parecía en otro plano diferente a ellos. Cuando estaba triste, llevaba consigo un aura que lo hacía culparse por todo el dolor que pasaba.

Era parte de sus ataques de pánico, pero iban de la mano con la ansiedad de la situación.

A Todomatsu e Ichimatsu se les rompía el corazón oír a su hermano culparse. Él era el menos culpable de todo lo que había pasado, pero aún así parecía que él era el que más sufría.

La desesperación del segundo hermano | Osomatsu-san Donde viven las historias. Descúbrelo ahora