II - Padres

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"Lamentamos mucho informarle esto a través de una llamada telefónica, señora. Las circunstancias nos han obligado a hacer esto. Pero sin dar más vueltas al asunto, queremos informarle que su hijo, Karamatsu Matsuno, ha sufrido un accidente y se requiere la presencia de algún familiar que pueda donar sangre y autorizar las operaciones de su hijo. Por favor, no se precipite ahora. Matsuno se encuentra en el hospital del centro de la ciudad y es urgente que se acerquen usted y el padre del joven inmediatamente..."

La madre sostenía el teléfono temblando. No se trataba de una broma. Ella sentía que efectivamente uno de sus hijos estaba sufriendo. Sentía miedo, sentía frío y el cuerpo no le respondía. En su cabeza se repetían las palabras de la persona que acababa de llamarle.

Su esposo se acercó asustado al ver las reacciones de la mujer.

- ¿Qué... qué sucede? - preguntó el padre algo preocupado. Desde hacía rato a él también le estaba incomodando un extraño presentimiento.

-Alista las maletas lo más rápido que puedas - dijo la madre con un tono serio y la mirada totalmente enrojecida y perdida - nuestro hijo ha sufrido un accidente.

El padre ni preguntó de cuál de sus hijos se trataba. El tono y la forma como su esposa le había dado la noticia era suficiente para saber lo grave que andaba todo.

Salió inmediatamente, y sin decir nada, fue preparar todas sus cosas.

La señora Matsuno era una mujer muy determinada. Ella había podido criar a sus 6 niños gracias a un carácter fuerte y un amor descomunal para cada uno de ellos. Era una madre ejemplar que no se permitiría verse llorar cuando ella no era la que estaba herida.

"No perderé el tiempo llorando, cuando mi hijo es el que debe verme fuerte para poder servirle de apoyo... lloraría si fuese un problema sin solución..."

Si bien estaba siendo dura consigo misma, verse flaquear en una situación como esta no traería más que preocupaciones a su familia.

Pero algo andaba mal, su instinto de madre le decía que algo andaba mal no solo con el segundo mayor de sus hijos. Sentía una presión más fuerte, como si la noticia del accidente a Karamatsu fuera el inicio de varias cosas peores...

Las maletas estuvieron listas en un santiamén. Ambos padres salieron disparados de la habitación y del hotel donde se estaban hospedando. Salieron a la calle y cogieron el primer transporte que los llevara de frente al hospital.

El camino se hacía eterno. No había momento en que pareciese que llegarían. Pasaron alrededor de 45 minutos en todo un camino lleno de silencio. La tensión entre ambos padres cada vez se incrementaba. Ninguno de ellos hablaba o preguntaban sobre cómo se encontraría su hijo. Ambos presentían lo grave de la situación, pero no hacían ningún comentario o lamento con respecto a ello. No debían flaquear.

Luego de un tramo interminable, se asomó frente a ellos, por fin, la fachada del hospital. Salieron disparados nuevamente hacia la entrada de este ignorando a la gente alrededor o a las enfermeras. Fueron directo a la sección de Urgencias.

Un doctor que los vio entrar, inmediatamente, al verlos con maletas y unas pintas totalmente desesperadas, pudo reconocer de quienes se podría tratar y se les acercó corriendo con la mano llena de documentos.

-Han llegado justo a tiempo. Realmente lamentamos lo que ha sucedido, pero es urgente y necesitamos que por favor firmen la autorización para realizar una anestesia generalizada en su hijo y más adelante poder inducirlo a un coma. Las heridas que tiene son demasiado graves y la única forma que se nos es posible trabajar es manteniéndolo estable de esta forma. Hemos tratado ya las heridas más leves mientras esperábamos, pero no es suficiente para poder mantenerlo vivo, necesitamos operar...

La desesperación del segundo hermano | Osomatsu-san Donde viven las historias. Descúbrelo ahora