Confess

562 80 13
                                    

Seunghyun miró fijamente a Jiyong; su mente no paraba de darle vueltas a lo que acababa de decir.

¿Sería cierto? ¿Podría atreverse a creerlo? ¿A tener esperanza después de tanto tiempo...?

— ¿Tu segundo nombre es Alexander? —repitió, incrédulo.

— Sí —le respondió él, con una sonrisa alentadora en el rostro.
Daesung observó a su hermano con una mirada severa.

— ¿Ya han tenido relaciones ustedes dos?

— No —contestó Seunghyun —. Aún no —y pensar que había estado enfadado por eso...

Jiyong había evitado que cometiera el tercer error más grande de su vida. En ese momento lo besaría. Una sonrisa iluminó el rostro de Daesung.

— Bueno, maldita sea mi suerte... En fin, mejor no nombrar la cuerda en casa del ahorcado... Nunca he conocido a una persona que pudiese estar cerca de ti más de diez minutos sin arrojarse a...

— Cupido —le cortó Seunghyun, antes de que soltara un largo discurso acerca del número de personas con las que se había acostado—. ¿Tienes algo más que decir que nos sea útil?

— Una cosa más. La fórmula de mami sólo tendrá éxito si Príapo no lo descubre. Si lo hace, podría evitar que te liberaras con su característica mala sombra.
Seunghyun apretó los puños ante el recuerdo de algunas de las acciones más repugnantes de su hermano.

Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, Príapo le había odiado desde que nació. Y con el paso de los años, su hermano había dado un nuevo significado a la expresión «rivalidad fraternal».

Seunghyun dio un sorbo a su bebida.

— No lo descubrirá a menos que tú se lo digas.

— A mí no me mires —replicó Daesung—. No soy de los suyos. Y ahora que lo recuerdo, tengo que reunirme con mis chicos. Planeamos hacer un gran tributo al viejo Baco esta noche —alargó el brazo y dejó la mano con la palma hacia arriba—. Mi arco, si eres tan amable.

Con mucho cuidado, para no pincharse, Seunghyun lo sacó del bolsillo y se lo devolvió.
En ese momento percibió la extraña mirada de su hermano mayor; una mirada de afecto sincero.

— Estaré cerca por si me necesitas. Sólo tienes que llamarme; por mi nombre, nada de Cupido. Y por favor, deja eso de «bastardo inútil», ¡demonios! —le miró con una sonrisa presuntuosa—. Debería haber sabido que eras tú.

Seunghyun no dijo nada mientras recordaba lo que había sucedido la última vez que tomó la palabra de su hermano, y le pidió ayuda.
Daesung se levantó, miró a Jiyong y a Ri, y sonrió a Seunghyun.

— Buena suerte con tu intento de obtener la libertad. Que la fuerza de Ares y la sabiduría de Atenea te guíen.

— Y que Hades se encargue de asar tu vieja alma.
Daesung lanzó una carcajada.

— Demasiado tarde. Lo hizo cuando sólo tenía trescientos años y no fue tan horrible. Nos vemos, hermanito.

—¿Daesung no vas a ir a mi casa?, Taeyang quiere hablar contigo-dijo Ri antes de que este se fuera.

—Por estos días voy hacia allá. Mándale mis saludos-dijo mientras levantaba la mano es señal de despedida.

Seunghyun no habló mientras Daesung se abría camino hacia la puerta de salida, como cualquier ser humano normal. La camarera les trajo el pedido y él cogió la extraña comida, consistente en un trozo de carne metido en dos rebanadas de pan; pero en realidad no tenía mucha hambre. Había perdido el apetito.

Jiyong cubrió la carne con una cosa roja, la tapó con el pan y le dio un bocado. Ri picoteaba de una ensalada aderezada con la misma salsa.

Alzando la mirada, Jiyong se dio cuenta del ceño con que Seunghyun lo observaba mientras comía. Parecía aún más preocupado que antes, y tenía la mandíbula tan tensa que se veía que estaba apretando con fuerza los dientes.

— ¿Qué te ocurre? —le preguntó.
Él entrecerró los ojos suspicazmente.

— ¿Estás dispuesto realmente a hacer lo que Daesung ha dicho?

Jiyong dejó la hamburguesa en el plato y se limpió la boca con la servilleta. En realidad, no le gustaba mucho la idea de que Seunghyun usase su cuerpo para obtener la libertad. Sería una relación de una sola noche, sin compromisos ni promesas. Y si bien él había estado guardando su cuerpo para la persona a quien amara en realidad, sabía que Seunghyun se iría en cuanto acabase con él. No tenía ninguna duda al respecto.

¿Por qué iba a querer quedarse junto a él una persona como él, que bien podía tener a cualquier mujer de la tierra comiendo de su mano?

Aun así, no podía condenarlo a seguir viviendo eternamente en un libro. No cuando él era la llave para liberarlo.

— Cuéntame una cosa —dijo Jiyong en voz baja—; quiero saber cómo acabaste metido en el libro; la historia completa. Y qué le ocurrió a tu esposa.

No lo habría creído posible, pero la mandíbula de Seunghyun se tensó aún más. Estaba intentado esconderse de nuevo.

Pero él se negó a que huyera. Ya era hora de que entendiera por qué le preocupaba el hecho de acostarse con él.

— Seunghyun, me estás pidiendo mucho. No tengo demasiada experiencia con los hombres.
Él frunció el ceño.

— ¿Eres virgen?

— Ssi —balbuceo Jiyong

Seunghyun vio el dolor en sus ojos mientras le contestaba en un murmullo. Avergonzado, el miró al suelo.

¡No!, rugió su mente. No era posible que hubiese sufrido lo que estaba imaginando. Una inesperada furia se despertó en su interior ante la mera posibilidad.

— ¿Te han violado?

— No —susurró el—. Te dije que soy virgen.
La confusión disipó la ira de Seunghyun.

— Entonces, ¿Por qué tienes esa cara?

— Era joven y un poco tonto —continuó el muy despacio.

— El muy cerdo se aprovechó de que sus padres acababan de morir y de que él estaba muy mal —le contó Ri con voz áspera—. Era uno de esos sucios embusteros que te sueltan lo de «sólo quiero cuidarte», para aprovecharse y después salir corriendo una vez que lo consiguen.

—No había podido corresponderle de la manera que él quiso, porque no me sentía preparado para dar ese paso, y el trato de obligarme -dijo Jiyong mirando a Ri, no le había comentado sobre eso, le preocupaba mucho su reacción debido a que en aquella época trabajan en la misma empresa y no quería que Ri hiciera algo tonto y que afectara su trabajo.

Una nueva oleada de furia lo asaltó. No sabía muy bien por qué le importaba tanto lo que pudiera sucederle a Jiyong, pero por alguna razón que no acababa de comprender, así era. Y quería vengarse en su nombre. Vio cómo le temblaba la mano, se la cubrió con la suya, y comenzó a acariciarle suavemente los nudillos con el pulgar.

— Esa misma semana —prosiguió el—, como no me llamaba ni me contestaba, fui a su apartamento para verlo. Sé que fue algo estúpido y después de lo que había hecho no tenía por qué ir a buscarlo pero lo quería mucho. Era primavera y tenía las ventanas abiertas.

Cuando me acerqué... —un sollozo lo interrumpió. Trato de calmarse, debía soltarlo todo de una vez.

— Él y su compañero de piso habían hecho una apuesta para ver cuál de los dos se acostaba con más vírgenes ese año —le contó Jiyong.

—Hijo de...— ¿Jiyong por qué no me dijiste esto antes? — Le reclamo Ri con los ojos llorosos —Sabes que lo hubiera hecho pagar por todo eso.

—Discúlpame Ri, yo no quería que te despidieran por hacer una tontería, eres excelente en tu trabajo y sabes que él tenía contactos en la empresa. Tenía miedo—dijo mientras le daba un abrazo.

Mientras que a Seunghyun una furia letal y siniestra lo poseyó. Él había conocido a muchos hombres de esa calaña. Y jamás había podido soportarlos. De hecho, siempre le había dado mucho gusto librar a la tierra de su hedionda presencia.

— Me sentí como un estúpido —murmuró Jiyong mirándolo. La agonía que reflejaban sus ojos lo abrasó—. No quiero volver a sentirme así —se tapó la cara con una mano.

— Lo siento mucho, Jiyong—susurró él, abrazándolo.
Entonces eso era. Esa era la fuente de sus demonios. Lo abrazó con fuerza, apoyando la mejilla sobre su cabeza. El suave aroma a flores lo rodeó.

El Amante Perfecto (Gtop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora