Fantasy

884 107 6
                                    

Jiyong cerró los ojos mareado con el aroma que desprendía por cada poro de su piel. El aliento que tenía cerca le acariciaba el cuello y su rostro estaba tan cerca que podía sentir como su cabello rozaba su mejilla.

Todo su cuerpo quería rendirse ante él. Si, por favor, sí.

Miró los definidos y duros músculos de los hombros y el hueco de la garganta. ¡Ay, cómo desearía pasar la lengua por esa piel dorada, y comprobar que el resto de su cuerpo era tan sabroso como su boca!

Seunghyun sería maravilloso en la cama. No había duda de aquello.

Pero el castaño no significaba nada para él. Nada en absoluto.

-No puedo - balbuceó, dando un paso atrás.

Con la decepción muy reflejada en sus ojos, Seunghyun apartó la mirada y adoptó una actitud tosca.

-Podrás - le afirmo.

Interiormente, sabía que Seunghyun tenía razón. ¿Cuánto tiempo sería capaz de resistirse a este Dios?

Alejando esos pensamientos de su mente, miró de nuevo a SeungRi que lo miraba con cara burlona.

-Necesitamos comprarle algo que le quede bien.

-No he podido hacer otra cosa; debido a todas esas medusas que andan por ahí - dijo Ri -. La estupenda idea de que lo trajera conmigo fue tuya.

Jiyong lo miró.

-De acuerdo. Estamos en esa tienda, por si nos necesitas.

-Muy bien, pero tengan cuidado.

- ¿Qué tengamos cuidado? - preguntó Jiyong.

Ri señaló a Seunghyun con el dedo.

-Si hay una estampida de mujeres, hazme caso y apártate de su camino. Desde que se fue el último grupo no siento el pie derecho.

Jiyong cruzo la calle entre carcajadas. Sabía que Seunghyun iría tras él; de hecho, sentía su presencia. Era algo inevitable: ese hombre tenía una forma horrorosa de invadir sus pensamientos y sus sentidos.

Ninguno de los dos menciono ninguna palabra mientras atravesaban la galería comercial, y entraban en la primera tienda que vieron.

Jiyong echó un vistazo hasta encontrar la sección de ropa masculina.

Cuando la localizó, se dirigió hacia allí.

- ¿Qué estilo de ropa te gusta más? - le preguntó a Seunghyun, mientras se detenía junto al expositor de los jeans.

-Para lo que tengo en mente, el nudismo nos vendría bien.

Jiyong puso los ojos en blanco.

-Estas intentado joderme, ¿verdad?

-Tal vez. Debo admitir que gustas mucho cuando te sonrojas.

Y se acercó a él.

El castaño se apartó y dejó que el mostrador de los jeans se interpusiera entre ellos.

-Creo que necesitarás por lo menos tres pares de pantalones mientras estés aquí.

Él suspiró y miró atentamente los jeans.

-¿Para qué molestarte si me iré dentro de una semanas?

Jiyong lo miro molesto...

-¡Seunghyun! Te comportas como si nadie se hubiera preocupado de vestirte en tus anteriores invocaciones.

-No lo hicieron.

El castaño se quedó perplejo ante el tono de su voz.

-¿Me estás diciendo que durante los últimos dos mil años nadie se ha preocupado de que te pongas algo de ropa encima?

-Sólo en dos ocasiones-le contestó con la misma inflexión monótona-.Una vez, durante una ventisca en Inglaterra, en la época de la Regencia, una de mis invocaciones me cubrió con un camisón rosa de volantes, antes de sacarme al balcón para que su marido no me encontrara en la cama. La segunda vez fue demasiada bochornosa para contártela.

-No tiene gracias. Y no entiendo cómo una persona puede tener un hombre al lado durante un mes y no pueda preocuparse de cómo se vista.

-Mírame, Jiyong- le dijo, extendiendo los brazos para que contemplara todo su cuerpo-.Soy un esclavo sexual. Nadie había pensado jamás en ponerme ropa para cumplir con mis obligaciones, antes de que tú llegaras.

La apasionada mirada de Seunghyun lo mantenía en un estado de trance, pero el dolor que intentaba ocultar era muy evidente en sus ojos.

-Te aseguro- prosiguió con voz baja-que una vez me tenían dentro, hacían cualquier cosa por mantenerme allí; en la Edad Media, uno de los invocadores atrancó la puerta y dijo a todo el mundo que tenía la peste.

Jiyong desvió la mirada mientras le escuchaba. Lo que contaba era increíble, pero podía decir - por la expresión de su rostro- que no estaba exagerando su historia.

No era capaz de imaginarse las degradaciones que habría sufrido a lo largo de los siglos. ¡Dios mío!, la gente trataba a los animales mejor de lo que habían tratado a él.

-¿Te invocan y ninguno de ellos conversaba contigo, ni te daba ropa?

-La fantasía de todo hombre, ¿no es cierto? Tener un millón de mujeres dispuestas para él solo, sin compromisos ni promesas inútiles. Sin buscar otra cosa que saciar su deseo carnal- el tono ligero no consiguió ocultar la amargura que sentía.

Puede que ésa fuese la fantasía de cualquier hombre, pero estaba claro que no era la de Seunghyun y menos la de él.

-Bueno-dijo Jiyong, volviendo a los jeans-, yo no soy así, y vas a necesitar llevar algo encima cuando salgamos.

La mirada que él le dedicó fue tan iracunda que dio un involuntario paso hacia atrás.

-No me maldijeron para ser mostrado en público, Jiyong. Estoy aquí para servirte a ti y sólo a ti.

Qué bien sonaba eso. Pero ni aun así iba a darse por vencido. No podía utilizar a otro ser humano de esa forma.

Me tarde en actualizar, pero den amor a la historia please.Apoyen por favor a las demás que tengo :D le mando saludes y gracias a todas esa personitas que les gusta esta historia.Me disculpo de nuevo por el tiempo que me tardo en actualizar.

El Amante Perfecto (Gtop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora