LAST DANCE

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En un abrir y cerrar de ojos, Jiyong pasó de estar sentado desnudo en su habitación a encontrarse tumbando en un lecho circular, situado en una estancia que tenía todo el aspecto de ser la tienda de un harén en mitad de un desierto. Estaba cubierto por una pieza de seda blanco que se transparentaba y solo le cubría la parte inferior, tan liviana y suave que se escurría sobre su piel como si se tratara de agua.

Intentó moverse pero no pudo. Aterrorizado, abrió la boca para gritar.

—No te molestes— le recomendó Príapo, acercándose al lecho. Deslizó los ojos sobre su cuerpo con una hambrienta mirada, justo antes de subir a la cama y colocarse de rodilla al lado de Jiyong.

—No puedes hacer nada a menos que yo lo desee—le pasó un dedo, huesudo y frío, por la mejilla, como si quisiera probar la textura y la calidez de su piel—Entiendo por qué te desea Seunghyun. Tienes fuego en la mirada. Inteligencia. Valor. Es una pena que no hubieras nacido en la época del Imperio Romano. Hubieras sido mi pareja preferida.

Príapo suspiro mientras su mano descendía hasta el hueco de la garganta de Jiyong.

—Pero así es la vida y así son los caprichos de las Parcas. Supongo que tendré que conformarme con utilizarte hasta que me canse de ti. Si me complaces hasta que llegue ese momento, puede que después permita que Seunghyun se quede contigo. Claro después de tener noches interminables de pasión y tu cuerpo ya no me sirva ni sirva para Seunghyun.

Sus ojos ardían de deseo, y Jiyong no podía dejar de temblar bajo su escrutinio.

El egoísmo de Príapo le resultaba increíble. Al igual que su vanidad. Aterrorizado, quiso hablar, pero él se lo impidió.

¡Tenia poder absoluto sobre el!

Una fuerza invisible lo alzo para colocarlo de espaldas sobre los almohadones mientras Príapo se quitaba la túnica.

Los ojos de Jiyong se abrieron como platos a verle desnudo y con una erección completa. El terror lo asaltó de nuevo.
—Ahora puedes hablar— le dijo mientras se acercaba para recostarse junto a él.

—¿Por qué quieres hacerle esto a Seunghyun?

La ira oscureció los ojos del dios.

—¿Qué por qué? Ya lo escuchaste. Su nombre era reverenciado por todo aquél que lo escuchaba, mientras que el mío apenas si se pronunciaba aun en los templos de mi madre. Incluso ahora se burlan de mí. Mi nombre se ha perdido en la antigüedad, al contrario que su leyenda, que se cuenta una y otra vez a lo largo y ancho del mundo. Pero yo soy un dios y él no es otra cosa que un bastardo a quien ni siquiera le está permitido habitar en el Olimpo. Además hice que odiara a mi madre, Ja! Fue un estúpido, hubieras visto como estaba aterrorizado cuando mi madre lo busco para que la hiciera suya....

—Así que fuiste tú, maldito... aparta las manos de Jiyong. Siempre has sido tan inútil que has acabado relegado en el olvido. Ni siquiera mereces limpiarle los zapatos.

El corazón de Jiyong comenzó a latir más rápido al escuchar la voz de Seunghyun. Alzó la cabeza de entre los almohadones y lo vio justo al pie del estrado donde estaban ellos. Solo llevaba puestos los jeans e iba armado con el escudo y la espada.

—¿Cómo...? —pregunto Príapo mientras bajaba de la cama.

Seunghyun le dedicó una perversa sonrisa.

—La maldición ha desaparecido y estoy recuperando mis poderes. Ahora puedo localizarlos e invocarlos. A cualquiera de ustedes.

—¡No! —grito Príapo, y al instante, apareció cubierto por su armadura.

El Amante Perfecto (Gtop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora