Capítulo 2.- Punto de quiebre

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Bueno, los personajes no me pertenecen, si no a su creador Masashi Kishimoto

Capítulo 2.- Punto de quiebre

Debía admitir, que a pesar de sus años viajando lejos de la aldea, de estar siempre en peligro constante y en alerta, nunca se sintió más solo que en ese momento. Porque el barrio Uchiha nunca se vio tan sombrío como hasta ahora, ni siquiera cuando Itachi los ataco.

Pero sabía que todo era percepción, era él el que se sentía miserable y vacío, aun cuando no lo admitiera.

Suspiro con pesadez, sujetándose la frente para darse un poco de calma y resistir esas inmensas ganas asesinas de ir a asesinar al rubio idiota que tenía por Hokage. Porque él era una persona pasiva, bueno no pasiva, sensata. Y sabía que no tenía una oportunidad de vencer al rubio sin echarse a toda la aldea, y las aldeas amigas, como enemigos que no descansarían hasta tener su cabeza.

Y suspiro de nuevo. Sentía toda esa rabia en su interior y no tenía forma de sacarla.

− Demonios – Musitó con molestia

Su puño se impactó contra el pilar de una casa cercana. El pilar no resistió el golpe y se hizo pedazos, llevándose consigo el resto de la casa.

El dolor en su mano calmó levemente su furia, pero no era suficiente. Siguió rompiendo pilares una y otra vez hasta que quedaron pocas casas de pie. ¿Qué importaba que existiera ese barrio si nunca iba a poder restaurar su clan? ¿Si no tenía a nadie que lo hiciera con él?

La mujer que amaba, aunque él jamás se lo hubiera dicho, ahora prefería estar al lado de quien la persiguió por años, aquel que supuestamente era su mejor amigo. Y su hija, prefería a su madre por encima de él. Aunque tal vez fuera su culpa. Por esa forma de ser que solo él podía poseer, en la que siempre daba todo por sentado, o esperaba que las personas adivinaran lo que él sentía, esperando que sus gestos poco claros lo fueran para las personas a su alrededor.

Cuando por fin se cansó, miro sus manos ensangrentadas. Al menos eso le había servido para entrenar y para disipar un poco su rabia. La rabia que lo carcomía por dentro y que le gritaba una y otra vez que fuera en busca de venganza. Que tomara a la que por derecho era su mujer y la recuperara a como diera lugar.

Pero no lo haría.

Él mismo sabía muy bien el tiempo que Sakura y Naruto llevaban juntos, nada les había importado cuando lo hicieron y él no le tomaría la importancia que no le dieron ellos. No era su deber. Después de todo, Sakura no era su esposa. Era la mujer con la que decidió compartir su vida, pero al parecer ella no valoraba eso. A ella no le importo que la eligiera, por fin después de tantos años cuando regreso a la aldea, no le importo el hecho de haberle dado una hija. No les importo que el propio Naruto tuviera una familia por la cual velar, aunque si era sincero, eso no haría ninguna diferencia, el rubio prácticamente tenía abandonados a su hijo y esposa.

Tal vez próximamente exesposa.

Sacudió la cabeza, eso no debía por que importarle, lo mejor era que se ocupara de sus propios asuntos; Miro el barrio desolado una vez más antes de caminar y perderse en la oscuridad, después de todo, necesitaba sanar sus manos.

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Su cabeza daba vueltas y sentía que en cualquier momento se iba a desmayar, pero en su lugar pasó sus manos hacia atrás y se apretó con fuerza la barra de la cocina a sus espaldas. Su mano herida punzó dolorosamente, pero ignoro el dolor mientras trataba intensamente de permanecer lucida. De comprender la magnitud de las palabras que el rubio le había dicho. Tratando de decir que ya estaba todo solucionado y ella no podía decidir nada.

Tonos de fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora