Capítulo 7: Descendencia Kozlov.

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Espero disfruten del capítulo, gracias por dejarme sus comentarios y esperar a leerme🩵

Erin

Pocas eran las cosas que se le negaban a nuestra hija, Sasha había sido siempre el padre consentidor que cualquier hijo puede desear, resarcía con creces la infancia nefasta que ambos padecimos mientras se llegaba la edad adecuada para que Dasha entrara al mundo del cual ya era parte, aunque no del modo que se debía.

Teníamos planes para ella, me gustara o no, era la primogénita del Pakhan de la Bratvá, eso la colocaba en una situación peligrosa, no tendría una vida tranquila y fácil; muchos vendrían por ella, así como habían venido por mí, éramos una debilidad del líder y siempre buscarían la forma de dañar a Sasha por medio de nosotras. Por ello accedí a que, cuando cumpliera quince años, comenzara su formación, la prepararían para ser la heredera de la Mafia Roja y pese a que, quisiera mantenerla alejada, no podía.

Había reglas, tradiciones y pactos que no iban romperse. La normalidad solo era un espejismo que estaba alargando lo más que podía. Sasha era el líder, pero si quería mantenerse así y continuar con el respeto de su gente, debía seguir las tradiciones de la Bratvá.

Quería con todas mis fuerzas asegurarle a mi hija que más adelante podría vivir su romance adolescente, cuando la edad fuera la adecuada, sin embargo, conocía lo que vendría y mentirle creando castillos en el aire, era algo que no haría. Por eso y otras cosas más, me pesaba frenar la ilusión que comenzaba a emerger entre ella y ese chico.

—Tenías mi edad cuando te enamoraste de él —dijo, la mirada en el piso mientras sus pies rozaban el suelo alfombrado.

—Las circunstancias no son las mismas y lo sabes muy bien.

Entré y tomé asiento a su lado, tomándola de la mano.

—No se trata de mi edad, mamá, ambas estamos conscientes de que papá no me dejará tener un noviazgo porque no se le da la gana.

Suspiré, siendo imposible refutar sus palabras.

—Para todo hay un tiempo, Dasha —di un beso en el dorso—, ahora no lo entiendes...

—No, mamá, no lo entiendo y creo que jamás lo haré.

Se soltó de mi agarre y trepó sobre la cama, metiéndose bajo el edredón. A pesar de tener doce años, aparentaba la edad de quince y por Dios que su temperamento era el de una adolescente. Sabía que esto apenas comenzaba y tendría que armarme de mucha paciencia para lidiar con sus cambios, esperando hacerlo bien. Con Dasha siempre había temido equivocarme, pero tenía claro que lo haría en algunas ocasiones, porque nadie te enseñaba a ser padre y por ende, íbamos a ciegas tratando de hacer lo mejor que podíamos.

Pese a su petición silenciosa, me acerqué a darle un beso en la frente antes de salir de la habitación y dirigirme a la mía. Sabía que Sasha ya estaba dentro, la mención de Sergey teniendo algo que ver con el padre de Nathan, continuaba dando vueltas en mi cabeza, sin embargo, también lo hacía esa sensación nefasta de que me estaba ocultando algo.

Quería negarme a contemplar la idea de que estuviera engañándome, Sasha no era de los que traicionaban y mentían, el hombre con el que me casé jamás posaría sus ojos en otra mujer, pero ese maldito perfume en su piel y en su ropa, me hacía hervir de celos, porque me cegaba y creaba cientos de escenarios que hacían una tormenta en un vaso de agua.

Abrí la puerta e ingresé con cautela, las luces estaban apagadas y el ambiente se sentía pesado debido a la tensión sexual que saturaba la habitación.

Sasha no se encontraba en la cama, su figura se extendía en el sillón situado en la esquina. Tragué saliva al contemplar su grandiosa anatomía sin una prenda de por medio. Los tatuajes potencializaban el peligro que lo conformaba, la tinta oscura bañándole la piel me hizo apretar los muslos por lo majestuoso que lo hacían ver. Los músculos definidos se contraían de vez en cuando, mientras su mano sujetaba con firmeza la erección que descansaba contra su abdomen.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora