Capítulo 9: Tócalo y te mato.

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Gracias por dejarme sus comentarios, los valoro mucho🩵

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Sasha

Ingresar a la mansión de Blackwell fue fácil. No había ningún impedimento para mí en Rusia, mucho menos cuando se trataba de algo así.

Había dejado a Erin bastante molesta, pero cuando los celos se mezclaban con la excitación y el enojo, me era imposible pensar con claridad, solo quería lanzármele encima y marcarla como un puto cavernícola, asegurarme de que solo era mía una y otra vez. Aunque lo tuviera claro, necesitaba reafirmarlo.

Sopesaba en que no soportaría la idea de que fuera ella la que estuviera en mi situación, que tuviera un hijo con otro, no, no podría con ello, joder. Ni siquiera era capaz de imaginarlo por más de unos segundos, seguro le metería un tiro al bastardo que la tocó; a Gav tarde o temprano lo encontraría y haría cenizas su asqueroso cuerpo solo por haber puesto sus putas manos en ella.

Dos de mis voyeviki abrieron la puerta de la entrada para mí sin necesidad de forzar la cerradura, los pisos de mármol me dieron la bienvenida, no detuve mis pasos al atravesar el umbral; frente a mí había unas escaleras que conducían hacia la segunda planta, de donde la figura de Blackwell descendía con tranquilidad, sin inmutarse en lo absoluto por mi presencia y la de mis hombres, quienes no escondían sus armas. 

—Demoraste, Kozlov —dijo, bajaba con lentitud, hasta que se detuvo delante de mí con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—El viejo luchador de Sergey, ni siquiera todo el oro puede ocultar la mierda —efectué una mueca—, sigo oliendo la sangre en ti.

No flaqueó ni esquivó mi mirada, la suya la recordaba, la vi muchas veces en las peleas clandestinas que Sergey organizaba y de las cuales fui participe alguna vez. Liam siempre fue uno de sus favoritos, debía admitir que el hijo de puta sabía usar los puños y por eso se mantuvo bastante tiempo con vida.

Fue inteligente y se encargó de detener las peleas durante algunos años, algo que Sergey no tomó bien, pero no hizo nada al respecto, dejó este cabo suelto y me dejaba pensativo sobre el motivo por el cual lo hizo. Él nunca dejaba cosas sin resolver, ni enemigos sin aplastar, me inquietaba la razón y no poder estar seguro de cuál de todas las que tenía dando vueltas en mi cabeza era la acertada.

Liam no parecía el tipo de persona que podía darme problemas, tenía un instinto para reconocer a mis enemigos y en él no había nada de eso; se encargó de limpiar su nombre y de formarse con una reputación impecable, no había nada sucio en sus antecedentes además de lo obvio. Pero no me tragaba el cuento de las casualidades, joder, no existían. El destino tendría que ser muy jodido para que esto de verdad lo fuera.

—Todo lo que tiene que ver contigo y con tu padre, contamina —murmuró en una conversación que solo nos incumbía a los dos, mis hombres ya se hallaban afuera—, si no dejé que mi mierda tocara a mi hijo, no voy a permitir que alguien más lo ensucie de lo que siempre lo protegí.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora