¿La típica historia de amor en donde el chico choca con la chica accidentalmente, se miran fijamente a los ojos y es amor a primera vista?
Primero, no chocamos.
Segundo, trato de no mirarlo.
Y tercero, no creo que haya sido amor a primer...
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Mamá me ha acompañado a la papelería para comprar algunos materiales para una maqueta que me toca realizar en dibujo técnico. Nos pidieron hacer nuestra casa de los sueños. Ustedes dirán que es pan comido porque mi padre es arquitecto y puede hacerme todo el trabajo. Al contrario, no dejo que mi padre haga los trabajos que me asignan en dibujo técnico, más bien, doy todo mi empeño para demostrar que puedo ser mejor que él.
Mi aire competitivo es fuerte. Christie es igual a mí en ese aspecto, estar en el último año del instituto me hace esforzarme mucho más y así pueda entrar a una de las universidades más prestigiosas que ofrece el listado.
Al ser mi último año estoy tratando de que todo sea perfecto.
Soy muy buena alumna, una de las más destacadas pero tengo un examen de física frente de mí y me quedo en blanco, es una de las asignaturas que más detesto, a parte de las matemáticas. Dibujo técnico es lo que más amo, mi profesor al ver el talento que poseo trata de realizarme evaluaciones más dificultosas que las de mis demás compañeros.
Camino por los diferentes estantes de la papelería cogiendo los materiales que creo que voy a utilizar, de igual manera si no les doy uso puedo usarlos después para otro trabajo. Aprovecho que estoy aquí para comprar un nuevo bloc ya que el mío se está agotando, paso por la sección de lápices y mis ojos brillan... Necesito una nueva caja.
Empiezo a elegir los tipos de lápices que necesito cuando siento un toquecito en mi hombro derecho, volteo y me encuentro con Connor.
¿Es que este idiota me sigue?
—¿Qué hay, Daisy?
—Aquí, comprando lápices—Decido responderle de buena manera—. Y tú, ¿qué hace aquí?
Gran pregunta, Daisy. Que inteligente eres.
—Bueno... Uhm vengo a comprar mis propios lápices, para no molestarte más.
—Es una buena decisión—digo desinteresadamente cogindo un sacapuntas del estante.
—Oye Daisy—le escucho decir—, ¿te gustaría...
El tono de llamada de mi celular lo interrumpe, saco el aparato de mi bolsillo y observo que es un mensaje de mi mamá.
—Ya me tengo que ir, Connor. Nos vemos mañana en clases.
