¿La típica historia de amor en donde el chico choca con la chica accidentalmente, se miran fijamente a los ojos y es amor a primera vista?
Primero, no chocamos.
Segundo, trato de no mirarlo.
Y tercero, no creo que haya sido amor a primer...
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Entro al salón del señor Gómez, el profesor de español. Tendremos un pequeño taller el día de hoy en parejas y Amy no podrá asistir al colegio. De igual manera, creo que puedo colocarme con Rupert o quizás con Louisa.
Se nota que no tengo amigos.
Sinceramente, soy un problema en el momento de hacer amigos, Amy siempre ha estado junto a mí desde que llegué al instituto y nunca tuve la necesidad de buscar otra persona que me acompañase, además no congenio con nadie más aparte de Amy.
Veo a Rupert llegar al salón y procedo a acercarme a él.
—¿Rupert, tienes pareja para el taller?—pregunto.
—Sí, lo siento—responde con una mueca—. Estoy con Lou.
Y mis esperanzas se fueron por el caño, asiento hacia Rupert y vuelvo a sentarme en mi mesa.
¿A quién puedo pedirle que sea mi pareja?
El profesor Gómez entra al salón con una paca de hojas que me imagino deben ser el taller, hiperventilo un poco al saber que aún no tengo pareja, veo a todos ya agrupándose y soy la única que se queda en su asiento. Sola.
Los intocables hacen su aparición con risas de celebración, al parecer hicieron una de las suyas, otra vez.
Esperen... Ellos son cinco, dos más dos son cuatro. ¡Un intocable queda libre!
Bueno, pobre de mí pero es preferible esto antes de reprobar.
Agito mi mano hacia Connor y él extrañado se acerca a mi mesa.
— ¿Qué hay, Daisy?
— ¿Te gustaría ser mi compañero de taller?—pregunto directa. Connor abre los ojos como platos al escuchar mi propuesta.
—Bueno... yo estoy con Bart.
—No te preocupes hermano, me pondré con George—dice Bart a las espaldas de Connor mientras forma una pícara sonrisa.
—Uhm... Estoy libre entonces, señora lápiz.
—¡Deja de llamarme así!—Connor sonríe y se sienta a mi lado.
Padre nuestro que estás en el cielo... no dejes que Connor Pirce me haga sufrir de nuevo.
