Narra Nicolás.
-Suéltame Nicolás- la agarré del brazo para salir de la casa- déjame, me quiero ir con Santiago.Eso me calentó la sangre, la tomé por los hombros he hice que me mirara.
-Tu no vas a ir con Santiago a ningún lado- ella me miró con unos ojitos tristes.
<La estás lastimando idiota>
Miré mis manos, estaban rojas de lo fuerte que la estaba agarrando, Dash tenía razón.
-Perdóname, perdóname- ella solo asintió, su rostro estaba pálido y sus ojos estaban cristalinos.
Estábamos en el carro camino a mi manda, adentro todo estaba muy silencioso.
-¿A dónde vamos?
-Vamos a mi manada, te quiero presentar con todos- le sonreí.
-¿Es muy lejos?
-Debemos de cruzar la montaña, ¿Necesitas algo?
-¿Hay alguna gasolinera por aquí?
-¿Tienes hambre?- ella negó con la cabeza - ¿Entonces?
-Tengo ganas de hacer pipí.
-Tendrás que esperar a que lleguemos, no falta mucho, menos de 10 min, ¿Crees aguantar?
-Espero que si...
Se quedó callada por un rato con sus manos entre las piernas, mientras movía sus pies.
-¿Por qué los vampiros están atacando?
-Porque se creen la gran cosa, quieren acabar con los nuestros y quedarse con todo el territorio...
-Pero si quieren quedarse con el territorio ¿Por qué me atacaron en Chicago? - no le pude contestar porque ya habíamos llegado a mi manada- sé que quieres que conozca a tu manada pero en serio en serio si no voy al baño ahorita podría ocurrir un accidente aquí en el carro.
Aceleré más y en menos de un minuto ya estábamos enfrente de mi hogar.
Cuando paré el carro ella salió caminado rápido como pingüino a la casa, rápido encontró el baño de la casa, la esperé afuera para mostrarle el dormitorio, es un poco rápido, pero quiero que se quede a dormir conmigo.
-Woorales, tienes una bonita casa- dijo cuando salió.
-Ven, te enseño todos los lugares- tomé su mano, entrelazando los dedos, le mostré todos los lugares, sala, comedor, cocina, estudio, dormitorios, hasta llegar al mío.
-Oh no-susurré.
Narra Ela.
-Hola amor- dijo una rubia, que estaba solo en tanga y un disque sostén que solo cubría sus pezones.
-¿Amor?- repetí.
-Amor que bueno que trajiste alguien nuevo para el servicio de la casa...
-¿Amor?- quién era esta vieja, me estaba enfureciendo por qué tenía que estar en la habitación de Nicolás con unos hilos cubriendo sus partes privadas- pero está a de ser de la mujeres que sus partes privadas son más bien públicas- susurré.
-Perdón- dijo la pelos de elote, agarrando la sábana de la cama para medio taparse, ups creo que lo dije en voz alta- Mira niñita, yo soy la mujer del alfa, así que ten más respeto.
Yo me enfurecí, no sé en qué momento ni cómo pasó que la agarré de los cabellos y la jalé por todo el pasillo, las escaleras, hasta la gran puerta, Nicolás iba detrás de mí diciendo mi nombre.
-Tu no vuelvas a pisar esta casa mientras yo esté presente y olvida esa estúpida idea de que eres la mujer del Alfa- mi cuerpo me empezó a doler, miré a Nicolás, una desesperación inmensa invadió mi cuerpo, mis piernas cobraron vida propia y corrí hacia el bosque, no sé por cuánto tiempo, hasta que llegué a la orilla de un lago, mi respiración era acelerada, puse mis manos en mis rodillas para tomar aire, mis huesos dolían mucho, a lo lejos escuchaba mi nombre.
-¡ELA!- gritaba Nicolás, su voz se escuchaba cada vez más cerca.
-Nicolás, me duele demasiado ¿Qué me pasa? ¿Qué hago? - mis huesos empezaron a tronar.
-Está pasando, tú transformación, Ela no te resistas solo deja que pase... Relájate...- fue lo último que escuché de Nicolás...
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