Capítulo 4

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Narra Nicolás.
-Suéltame Nicolás- la agarré del brazo para salir de la casa- déjame, me quiero ir con Santiago.

Eso me calentó la sangre, la tomé por los hombros he hice que me mirara.

-Tu no vas a ir con Santiago a ningún lado- ella me miró con unos ojitos tristes.

<La estás lastimando idiota>

Miré mis manos, estaban rojas de lo fuerte que la estaba agarrando, Dash tenía razón.

-Perdóname, perdóname- ella solo asintió, su rostro estaba pálido y sus ojos estaban cristalinos.

Estábamos en el carro camino a mi manda, adentro todo estaba muy silencioso.

-¿A dónde vamos?

-Vamos a mi manada, te quiero presentar con todos- le sonreí.

-¿Es muy lejos?

-Debemos de cruzar la montaña, ¿Necesitas algo?

-¿Hay alguna gasolinera por aquí?

-¿Tienes hambre?- ella negó con la cabeza - ¿Entonces?

-Tengo ganas de hacer pipí.

-Tendrás que esperar a que lleguemos, no falta mucho, menos de 10 min, ¿Crees aguantar?

-Espero que si...

Se quedó callada por un rato con sus manos entre las piernas, mientras movía sus pies.

-¿Por qué los vampiros están atacando?

-Porque se creen la gran cosa, quieren acabar con los nuestros y quedarse con todo el territorio...

-Pero si quieren quedarse con el territorio ¿Por qué me atacaron en Chicago? - no le pude contestar porque ya habíamos llegado a mi manada- sé que quieres que conozca a tu manada pero en serio en serio si no voy al baño ahorita podría ocurrir un accidente aquí en el carro.

Aceleré más y en menos de un minuto ya estábamos enfrente de mi hogar.

Cuando paré el carro ella salió caminado rápido  como pingüino a la casa, rápido encontró el baño de la casa, la esperé afuera para mostrarle el dormitorio, es un poco rápido, pero quiero que se quede a dormir conmigo.

-Woorales, tienes una bonita casa- dijo cuando salió.

-Ven, te enseño todos los lugares- tomé su mano, entrelazando los dedos, le mostré todos los lugares, sala, comedor, cocina, estudio, dormitorios, hasta llegar al mío.

-Oh no-susurré.

Narra Ela.

-Hola amor- dijo una rubia, que estaba solo en tanga y un disque sostén que solo cubría sus pezones.

-¿Amor?- repetí.

-Amor que bueno que trajiste alguien nuevo para el servicio de la casa...

-¿Amor?- quién  era esta vieja, me estaba enfureciendo por qué tenía que estar en la habitación de Nicolás con unos hilos cubriendo sus partes privadas- pero está a de ser de la mujeres que sus partes privadas son más bien públicas- susurré.

-Perdón- dijo la pelos de elote, agarrando la sábana de la cama para medio taparse, ups creo que lo dije en voz alta- Mira niñita, yo soy la mujer del alfa, así que ten más respeto.

Yo me enfurecí, no sé en qué momento ni cómo pasó que la agarré de los cabellos y la jalé por todo el pasillo, las escaleras, hasta la gran puerta, Nicolás iba detrás de mí diciendo mi nombre.

-Tu no vuelvas a pisar esta casa mientras yo esté presente y olvida esa estúpida idea de que eres la mujer del Alfa- mi cuerpo me empezó a doler, miré a Nicolás, una desesperación inmensa invadió mi cuerpo, mis piernas cobraron vida propia y corrí hacia el bosque, no sé por cuánto tiempo, hasta que llegué a la orilla de un lago, mi respiración era acelerada, puse mis manos en mis rodillas para tomar aire, mis huesos dolían mucho, a lo lejos escuchaba mi nombre.

-¡ELA!- gritaba Nicolás, su voz se escuchaba cada vez más cerca.

-Nicolás, me duele demasiado ¿Qué me pasa? ¿Qué hago? - mis huesos empezaron a tronar.

-Está pasando, tú transformación, Ela no te resistas solo deja que pase... Relájate...- fue lo último que escuché de Nicolás...

Mi MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora