Capítulo 2 *Reeditado*

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¿Qué es la infancia? ¿Ser niña? ¿Y que es ser niña? No lo sé, tampoco sé cómo debería ser... Si la tuve, no podría describirla, como podría mejor dicho... Vacía supongo. Si existió o no, se esfumó...al igual que mi esperanza, mi felicidad, la emoción que tenía cuando era chica se borró, cuando me la arrebataron. Cuanta maldad hace falta para vender la vida de una niña, ¿No?

Cuando era chica en los primeros días que estuve en "la casa verde" pensé que mi madre estaba enferma, ya que le habían dado a cambio de mí una pastilla y eran para la enfermedad que yo creía que tenía, pero no, a lo largo de mi estancia supe que eran drogas. Imagínense vender a tu propia hija sólo por drogas, si, ahora lo sé, él porque es un vacío que no me detengo a pensar simplemente porque no quiero, no me detengo a pensar en nada, solo reacciono lo más silencioso y simple que puedo. Los años pasaron y de esos aprendí muchas cosas, desde cosas sexuales, a que la vida es injusta. Que hay gente que nace con suerte y otras que nacemos para que los demás tengan suerte, para ser simples mercancías, una cosa, un esclavo. Pero no me quedo otra que acostumbrarme. Mi vida en el momento que entre, ya no me pertenece, ni mi voz, ni mi cuerpo, nada. Erica era la encargada de demostrarnos eso perfectamente, las revueltas o los escapes eran impensables, como quejarse. Acá nadie se queja, todas sonreímos, agradecemos que tenemos 1 día más de vida, y los "Beneficios" que se nos otorga, ósea permitirnos comida, o una manta sucia y pequeñas cuando las temperaturas bajan. Como también el balde que teníamos en un rincón de cada jaula para hacer nuestras necesidades. Nada mas

Mi vacío lo compartí con mi compañera de jaula, Ariel, siempre estuvo conmigo, me ayudó muchísimo es la única amiga que tengo en el mundo, las 2 nos convertimos en las 2 simples nada perfectas para sobrellevar todo. Fuimos silencio, fuimos profundo es nuestras sonrisas espectrales. También en tendimos juntas que todo costaba caro, lo valiente es caro, lo cobarde también. Hasta nuestros días, meses o años eran caros. Jamás conocí a alguien que exista acá mayor de 40 años, todas caímos antes, Y si por esas casualidades lograbas tener más de esos años, te convertías en una "ayudante" limpiabas lo que había que limpiar (ósea lo que los clientes veían) o algo, si no eras útil, "Al campito" como solía decir Tomas riendo. "Siempre hermosas, siempre jóvenes" Reiteraba.

Pero nadie permanece joven y hermosa en esas condiciones, te deterioraban y suponemos que era la muerte llegaba, aunque eso no era seguro, una enfermedad mal curada, un embarazo que trataste de ocultar, si la rebeldía te pegaba o lo que sea que le molestara de nosotras y nuestros" defectos", terminabas en lo que decidiera el enojo de Tomas. ya que no sabíamos ni siquiera cual era nuestro destino, todo era cuestión de tiempo.

Pero los días de silencio, se contrarrestaban raramente con los días de trabajo. Que esos eran de tanto ruido, tanto brillo, tanta sonrisa que deseabas volver al oscuro y macabro sótano.

María, era el sinónimo de ruido, ella era la encargada de arreglarnos para "nuestros" clientes, secuestrada hace años, demasiado vieja para atender, era una de las afortunadas que le habían encontrado algo para hacer. Siempre alegre y brillante, tratando de subirnos el humor, haciendo nos hermosas, poniéndonos tanto maquillaje como para que ni en nuestro propio reflejo nos pudiéramos reconocer. El contraste raro y descontrolado que era nuestra vida, porque lo que nos esperaba después de las horas de preparación era la pura humillación, ver gente que no nos conoce, que no le importamos, ellos saben que ninguna hace esto porque queremos, o mejor dicho si, lo saben, saben que si no lo hacemos nos matan, que nos viven golpeando, nos desfiguran, nos dejan días sin comer, nos violan, y hasta a veces matan. Saben, pero ¿a quien le importamos? A ellos no, siempre hay quejas si no sonreímos, si no hacemos lo que ellos quieren con alegría, ¿irónico no? Ojalá fuera eso y nada más.

Todos estos años pase por todo tipo de hombres, gordos, flacos, rubios, morochos, y a ninguno le importo que era una niña, solo les importa que hagas lo que ellos quieran, si te duele, si simplemente quieres llorar, a ellos no les importa. O están los peores, los que sí, los que quieren una conversación después de hacerte pasar un infierno, los que quieren que sonrías y les digan lo genial que estuvieron. Solo deseo irme, hacer lo que me obligan e irme, para pasar por la puerta y fingir que no paso nada de transcendencia, para olvidarme de mi parte ficticia, que es servicial, brillante resplandeciente y feliz. O como yo la llamo, la muñeca, porque así me sentía, y porque así lo asocie de niña, era más fácil decir que me obligan a ser una muñeca a que una prostituta. Tenía 5, no conocía nada, me manociaron, me obligaron a posar desnuda, y después tuve que posar desnuda junto al hombre que conocí a primero, por supuesto los 2 desnudos. Y luego Tomas me dijo que pronto me haría la iniciación, la verdad en ese momento no sabía lo que significaba, pero cuando le dije a Sara, me miro con compasión. Y luego de unas semanas entendí porque me miró así, Tomas era el primero en violarnos, a todas, cuando entrabas lo hacía, era una forma de demostrarte que eres suya, que no tendrás una vida, que le perteneces y que jamás serás feliz, porque él te golpeaba, mientras te violaba, te escupe demostrando lo que era capaz de hacer si te escapabas o si lo desafías. Luego de esto, luego de estar año te acostumbras, te vuelves sólo un objetó y te da lo mismo ser trata así, y si creías que ibas a ser tratada con cariño, te equivocas. Acá solo existía el silencio y el ruido. 


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Un millón de hombres *Reedicion*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora