Se suponía que mis piernas debían temblar, que mis manos sudaran y que mi respiración se atorara en mi tráquea... o tal vez en la laringe, ¿Quién sabe? Nunca fui buena en biología.
La cosa es que me sentía anestesiada, quería ir y decir algo, algo que cambiara las circunstancias. Pero estaba ahí, parada, solo pensando.
Uno, dos... ¡tres!
-Hola –Susurré. Son estos momentos en los que detesto ser tímida- Te traje esto.
Puse frente suyo un plato con papas fritas recién cocinadas y un par de nuggets, con una pepsi helada.
El chico miro el plato con miedo, eso reflejaban sus bellos ojos. Y no tocó nada.
- Me llamo Sophie –mi lengua se enredó- pero todos me llaman Soph, a veces... no lo sé.
Estaba hablando demasiado.
- ¿Y tú? –finalicé.
Podía ver como sus facciones se movían tensas, tal vez no me quería hablar.
- N-N... Ni-all.
- Bien –alargué un poco- Neil, invita la casa –sonreí- disfrútalo.
Me alejé unos pasos pero escuché claramente como murmuró: ''Es Niall''.
Mentalmente, me regañé.
Alrededor de unos minutos pensando detrás de la caja, me di cuenta de lo distinto que se sentía.
O sea, soy una adolescente que tiene hormonas y esas cosas raras como cada persona. Pero me resultaba muy extraño no haber sentido mi corazón latir con fuerza con este chico que he estado observando hace meses. No es que me guste o intente serlo, simplemente soy muy alterada con los chicos que me dan "curiosidad" o... bueno, que me llaman la atención.
- ¿Qué fue eso? –Ethan preguntó con asombro.
- Una extraña y vergonzosa charla –Respondí.
- Estás sonrojada –Pinchó mi estómago haciéndome brincar.
- No me lo digas, siento que me ahogo.
El me miró divertido y negando con su enorme cráneo, desapareció de mi vista.
Niall, Niall... Ni siquiera tenía parecido alguno a Neil.
Es impresionante como se me es tan fácil meter la pata.
- ¡Soph! –Pegué un salto- la mesa cinco, acaba de llegar.
- Si –salté sobre la silla y corrí a atender su pedido.
Podía sentir la mirada regañadora de Ethan clavándose en mi espalda.
#
Si por alguna razón estúpida me metí a estudiar Psicología era porque cuando sentía que las personas necesitaban ayuda, no dejaba de pensar en cómo yo podía solucionarlo.
Se me venían muchas posibles situaciones en las que Niall estaba comprometido.
Una familia con miles de problemas, una novia embarazada, una pérdida importante...o tal vez, un trastorno.
Todas esas incógnitas me llevaban a una sola respuesta.
Yo, Sophie Summers, debía averiguar sobre él y hacer algo con ello.
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«Autism» - n.h •SERIA EDICIÓN•
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