Capitulo veintiuno:

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mamá estaba a mi lado en el gran sillón rojo que se encontraba en medio del living. Era día domingo y no había nada que hacer. Ni eventos de caridad, ni escuelas especiales en las que te hablan como si fueras un jodido bebé.

Pero eso era lo de menos. Porque a mamá no se le pudo ocurrir mejor momento que recordar mi infancia y lo triste que ha sido hasta el momento.

A los tres años me diagnosticaron autismo. Todo sucedió cuando se dieron cuenta que yo no hablaba nada y era bastante violenta. Con el tiempo, y las terapias, pude ''controlarme'' un poco. había un ''casi nada'' de afecto hacía mi familia y alrededor, mi violencia disminuyo y todo eso. pero tengo esa jodida incapacidad de hablar.

pero todo eso es el punto de vista de un doctor. Mi punto de vista es totalmente diferente.

Mi punto de vista es un enredo de ideas y perspectivas sobre la vida. Mi vida. y cada vez se hace mas difícil. Siento que hablar con alguien es darle la libertad de poder juzgarme por lo que yo diga o haga, y eso me hace sentir tan insegura.

suspiré y miré a mamá, ella estaba entretenida viendo televisión.

Mientras yo esté a su lado, ella no tendrá preocupación. de repente, mis pensamientos fueron interrumpidos abruptamente por el sonido del timbre.

miré a mamá y vi su cara de; ''quien será, no espero a nadie'' y me sonrió.

en el momento en que ella fue a abrir la puerta, yo me senté en el suelo, y gateé hasta la mesa de centro para jugar con los adornos. A veces me da mucha curiosidad como hacen esas cosas tan pequeñas y delicadas.

-          Hola señora –habló una voz ronca y alegre.  Completamente reconocible- se me ha pinchado un neumático. ¿Usted sería tan amable de prestarme sus herramientas?

-          ¡Dios mío! –Gritó mamá- esto es demasiado para mi. –titubeó- Pasa, iré a buscar algo.

Sabía que no podía escapar, que no podía esconderme. Solo ignoré el hecho de que el chico que mas me gustaba en todo el universo, estuviera en mi casa.

-          Hola –susurró Niall llenando la habitación de su exquisita fragancia.

Sentía los nervios en cada poro de mi cuerpo. No podía respirar, pero debía comportarme.

No le miré a los ojos, temía que si lo hacía tuviera alguna crisis o aún peor, el tuviera esa mirada de pena hacía mi. Simplemente seguí moviendo los adornos de la mesa de centro, pero mis manos no reaccionaban. Estaban tensas, y mis uñas lastimaban mis palmas.

Niall hizo un sonido incomodo y se sentó en el sillón de enfrente.

-          Sophie –masculló con lentitud.

Cientos de chispas recorrieron mi columna, haciendo que me enderezara. Lo miré con lentitud, confundida y asombrada porque él sabía mi nombre.

-          Hola –volvió a repetir.

Sentí ganas de llorar. Recordé la última vez que me había ‘’encontrado’’ con Niall. Que no fue exactamente en la fundación. Si no, en mi sueño. Nuestro sueño.

Me estaba destruyendo.

Niall:

Y aquí estaba, frente a ella. No se nos ocurrió una mejor idea que llegar a su casa porque se nos arruinó el auto.

Ni siquiera había venido en auto.

Como sea, estaba enfrente de ella, sudando y nervioso. Sus ojos me miraron por unos segundos con tristeza y confusión. Ella parecía asustada, pero yo lo estaba aún más.

«Autism» - n.h  •SERIA EDICIÓN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora