Desde muy pequeño, nunca he estado solo, recuerdo que de niño siempre había visto a 304, un gato regordete color negro. Él es malo.Idiota.
Estúpido.
Marica.
Asesina a tus padres.
Alza ese cuchillo.
A pesar de que mi mamá me repetía que los gatos no hablaban y —traerme a la realidad—, me era imposible poder concentrarme. Ella siempre creyó que solamente tenía falta de atención, pero, mi amiga, 105, me decía que era mentira.
Mi amiga 105, posee un cabello castaño que le llega hasta por más haya debajo de la cadera, cuando me siento triste, solo, confundido, ella me consuela. Aunque aveces su apariencia es rara, ya que; carga con unos ojos profundamente negros, cicatrices que adornan su mejillas, y no tiene párpados. Ella es buena.
Ignora a 304.
Baja ese cuchillo.
Yo estoy contigo.
Con el paso del tiempo, comencé a ver otras cosas, por ejemplo, mi amigo Teddy, que es un payaso que vive en mis memorias, me ayuda cuando algo realmente malo va a suceder. En cambio Kitty, que es una mujer sin piernas, me dice cuando algo realmente bueno sucederá en mi vida.
Todos, tienen diferentes cosas que decirme, cuando están sumamente molestos. Gritan en mi cabeza; cosas malas, cosas que no quiero hacer, cosas que me confunden.
Pero todos se callan, cuando BlurryFace, se aparece.
Su rostro es un enigma para mí, pero, su voz es tan profunda y gutural que puede congelarte por un momento. Él, es realmente malo, dice cosas que no son buenas y a pesar de que le ruego que pare, no lo hace.
—¡Negan, hacia enfrente! —grita a todo pulmón 105, llamando mi atención.
Un mordedor —que aún no sé si es real—, se abalanza hacia mi, tomándolo por los hombros con fuerza lo empujó. Sin embargo, este es aún más pesado que yo, lo que provoca que caiga junto con él.
—Eres sumamente idiota, sabía que no sobrevivirías—comenta 304.
—¡Negan, Negan, esto sí que se pone bueno! —exclama Kitty, aplaudiendo.
Enarcando una ceja sumamente molesto ante su presencia tan inoportuna, el mordedor deja de moverse. Regresando mi vista hacia enfrente, un hombre de cabellos rubios, se encarga de una manera sumamente fácil del muerto.
—Mira, amor—comenta retirando al mordedor de encima mío—,creo que logramos salvar a alguien.
Eres idiota.
Mejor él pudo que tú.
Ojalá y te hubiera dejado morir.
Eres marica.
Pronto serás un mordedor más.
Mi sangre comienza hervir ante aquella sonrisa del rubio ¡Se está burlando de ti! Apretando mis puños, me enderezó un poco. Pero mi vista sobre pasa el hombro del rubio, viendo a una mujer de cabellos rubios que observaba con timidez la escena y sostenía —de una manera sumamente torpe— un cuchillo.
—¿Fue mordido? —pregunta en tartamudeos.
Mis ojos chocan con los suyos, que son sumamente claros, tan claros que se podían observar en la oscuridad; analizando un poco su cuerpo. Noto como este es delgado, y su cabello llega hasta su cintura.
—105 —la llamo en un susurro para que viera el cabello —que es casi igual al de mi amiga—, pero por primera vez, no respondió a mi llamado.
—¿105? —cuestiona con una pequeña risa el rubio — ¿estás bien? Hermano.
Guardé silencio, notando la ausencia de algo.
Las voces se habían detenido, al igual que mis amigos habían desaparecido. Solamente me encontraba con dos completos extraños.