Examino con cuidado las cosas que reposan en la pared, cuadros viejos, papeles o latas de cerveza.
—¿Puede ser mi habitación?—cuestiona con una sonrisa Bea. Mientras que toca con sus dedos las paredes de esta.
—No —respondo cruzándome de brazos a la par que recargo mi hombro en la pared —, será mi oficina.
—Ay, qué grosero eres—reprocha abriendo una puerta.
Esta busca el interruptor y con éxito lo encuentra mostrando un viejo baño. Con una sonrisa en su rostro abre el fregadero, donde sorprendentemente hay agua limpia. Cerrándola nuevamente, limpia un poco de agua su cara y se observa en el espejo.
—¿Sucede algo?—cuestionó recargándome en el marco de la puerta.
—Hace mucho tiempo que no veía mi rostro.—balbucea—se ve feo.
—Eres bonita.
Bea se gira enarcando una ceja, —¡Qué la cagas Negan!—exclama 105 dando un respingo. No, no, no, no, soy sumamente idiota y marica.
—Estas sonrojado—me señala con diversión, sin poder decir nada desvío mi mirada y camino nuevamente para poder bajar el calor de mis mejillas—; Oye, Oye, mira esto.
Girándome nuevamente, observó como alza un bate del suelo.
—Podrías usarlo, en vez de cargar con un cuchillo o un arma. Esas cosas lastiman—dice, frunciendo el ceño niego con la cabeza—,pero ¿por qué no?
—Porque me gustan mis armas, son más peligrosas—respondo cruzándome de brazos—, pero, úsalo tú.
—Vamos—dice en un berrinche o mejor dicho en un capricho—, podemos ponerle Lucille, ella estará cerca tuyo cuando las voces hablen. Cuando yo no este...
—Yo te protegeré—intervengo señalándola con la frustración por decir esas palabras—; mientras estés aquí, detrás de estas rejas, estarás bien. Envejecerás y me ayudaras con mis amigos ¿entendido?
—Si señor—hace un saludo como los militares — ¿puedo ir a ver a los niños jugar?
—Esta bien—respondo después de varios segundos. Esta chilla de felicidad para después salir corriendo del lugar.
Con curiosidad observó el bate que dejo en la esquina de la habitación, niego divertido con la cabeza.
Lucille...
Que idiota idea.