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Sentado en un de las mesas del exterior de la fábrica, observe como Bea se escondía en la espalda de Dwight, mientras que aquella mujer de cabellos rojizos, que responde por —Paula—, le mostraba un pequeño perro.



—¿Me va a matar? —pregunta en tartamudeos la rubia, Dwight se echa a reír y niega con la cabeza con diversión—; ¿Por qué es peludo, me va a comer o algo parecido?


—Es un perro—responde con una sonrisa Paula—, vamos, puedes acariciarlo un poco y será completamente tuyo.


La rubia, tímidamente va saliendo de la espalda de Dwight y extiende su brazo tembloroso, en el momento de llegar a la cabeza del canino, le da un pequeño golpecito en la cabeza provocando que este mueva la cola y saque la lengua.



Te ves tan marica viendo una escena como esta.



Me das asco.




—Creo que estará bien bajo tu cuidado—comenta Dwight entregándole al cachorro. Este acercándose a Bea, deposita un beso en sus labios. —; Iremos a buscar provisiones, ¿quieres algo?



—Dwight—lo interrumpo, claramente tensando la mandíbula, se gira hacia mi. Sus ojos azules, muestran disgusto y rabia—; Tráeme unos cigarrillos.


—Como diga—dice entre dientes.


—¿No se les olvida algo?




Viéndose entre todos, Paula me da una mirada rápida y observa a su amiga regordeta, ambas claramente disgustadas. Se arrodillan ante mí.





Me gusta cómo actúan estas mujeres.





Nos marchamos, Negan.—dicen todos al mismo tiempo exceptuando a Bea.



—Bien.



Todos levantándose de su lugar, comienzan a retirarse. Quizá con el tiempo, la fábrica podría tener a más personas; en la lejanía, observó a la mujeres que cuidan de sus hijos. A pesar de ser un grupo sumamente grande, tenía la certeza de que podríamos sobrevivir.



—Negan—me llama la rubia provocando que desvíe mi mirada de las madres para poder verle a ella, esta sostiene de una manera algo rara al can.—Dwight me dijo que se llama perro y es como un pequeño humano. Tiene feo nombre ¿no?



—Perro—repito con gracia—; se supone que le tienes que poner un nombre, tonta —ella, enarca una ceja confundida—, ¿jamás viste uno?

—Quizá eran los que ladraban y provocaban que me orinara en los pantalones—dice volviendo su vista al cachorro—, ¿Le puedo poner, Negan?


—No—interrumpo rodeando los ojos —, ese es mi nombre.




Que mascota tan más fea.





—Creo que a 304 no le agrada mucho tu pequeño amigo. —añado provocando que vuelva su vista hacia mi —, es un gato.




—¿Qué es un gato?—cuestiona enarcando la ceja.





Cruzándome de brazos, niego con la cabeza. Esto sería sumamente difícil de explicar.

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