Con delicadeza, paso un pequeño pañuelo por el rostro de Bea, limpiando las manchas de sangre que reposan en este. Puedo observar cómo hace pequeñas muecas, como si pensara en algo.
—Angelito me dijo que te mataría y después a mi—comenta inesperadamente—, sé que aveces hablo mucho y no puedo parar, quizá sea por mis ataques de pánico, pero, ¿Soy molesta? Ósea, si, ¿no? Bueno, lo que quiero decir es que, él es malo por eso ¿no? Solo las personas malas desean el sufrimiento, yo no quiero que ellos sufran —hace un puchero, lentamente detengo mi acción de seguir limpiando su rostro— ¿Y si les damos chocolates? Quizá ya no estén tan molestos, y podemos solucionar todo...
—Ellos son malos—interrumpo, suelto un suspiro y la miro fijamente a los ojos, en su ojo izquierdo se muestra claramente un golpe seco—, te lastimaron.
—No—niega con una sonrisa, pausa un momento, como si buscara las palabras correctas, aunque eso, en ella no funciona muy bien— Ellos dijeron que tú eras malo, asesino, pero yo les dije que no era cierto, entonces... una mujer morena dijo que era una mentirosa, que tu asesinaste a una tal Maggie—mi cuerpo se vuelve rígido—, pero eso no es verdad, tú salvas personas, por eso los salvadores te aprecian, aunque últimamente he visto que se comportan muy extraño. ¿Será que quieren chocolate? Bueno, después de eso; me puse a llorar por que me dio miedo, y todo se volvió negro.
Aprieto un poco los puños, mis nudillos se vuelven blancos, y estos comienzan a temblar.
No la pudiste proteger, que asco das.
Esa marca representa tu fracaso, obsérvala bien.
Está sufriendo, por ti.
—Pero, sabía que tú irías por mi y me salvarías—su voz hace que vuelva a la realidad—, porque eres bueno y eso hace la gente buena.
Su sonrisa provoca que de igual forma imite su gesto, acercándome lentamente a ella, rozó nuevamente nuestros labios.
—Me gustas, Negan—confiesa sobre mis labios—, ¿eso es bueno o malo?
—Bueno —digo sonriendo, dispuesto a tomar una distancia correcta con ella—, También me gustas.
—Se supone que debes besarme como los príncipes lo hacen con sus princesas.
Ante su comentario, enarcó una ceja, ladeo un poco la cabeza y la observó fijamente. Sus mejillas toman un color rosado, y está inquieta en busca de una respuesta.
—Pero, yo no soy un príncipe, solamente soy un esquizofrénico, un enfermo mental—respondo provocando que ella se eche a reír.
—Yo no soy la princesa perfecta aunque me gustaría serlo, le tengo miedo a mí misma sombra, pero a ti no—sonríe—, antes le tenía miedo al hogar. Ahora... no. Porque tú eres mi hogar Negan.
Divertido, niego con la cabeza, y acercándome lentamente a ella, beso lentamente sus labios.
Al separarnos, ella acuna mi rostro entre sus manos. Sus pálidas manos, me brindan un color que es incluso más reconfortante que el abrazo de una madre o un ser querido; Bea era mucho más que eso.
—Me enamore de ti, con tu esquizofrenia y todo.
Suelto una leve carcajada ante eso, quizá, algunas veces, era muy sincera con todos sus sentimientos.
—Hasta cuando estás de mal humor, luego me haces sentir mal cuando no quieres que te hable cuando estás trabajando o algo por el estilo, pero es que; no tengo con quien hablar creo que lo bueno de ser esquizofrénico, es que nunca estás solo. —habla rápidamente—; ¿sabes? Aveces quiero tener amigos, pero estos me dan miedo y me hacen orinar en mis pantalones, debería ser bonito tener amigos, quiero amigo, ¿Puedo tener amigos, Negan? Y también podemos conseguir otra vaca, y...
Rodeo los ojos al notar que no está dispuesta a guardar silencio, y así con toda la paciencia del mundo, me dedico a observarla, su ceño se frunce en cada expresión que hace y su boca se mueve sin parar. Exactamente, así era Bea, tan inocente, y tan habladora.
