Tomando por el cuello al hombre que responde por "primo" este tiembla un poco ante mí brusquedad.
—Si no la salvas, te mato—advierto en voz ronca, este asintiendo de una manera torpe mientras que toma el bolso de medicinas de mi mano, —, vete.
Dandole un fuerte empujón, este se encierra en lo que debería ser mi oficina, donde una Bea inconsciente reposa en una cama improvisada. Chasqueando la lengua, dejó recargar mi espalda en la pared para descender lentamente hasta el suelo, cubriendo mi rostro con mis manos, dejó apoyar estas en mis rodillas, como si estuviera en una posición fetal.
—Ella estará bien—afirma 105 dándome un par de palmadas en mi hombro—; es fuerte.
—Vamos Negan, no me digas que te interesa demasiado—añade Kitty moviendo mi pierna derecha—, solamente es una cría.
—Gracias.
Aquel agradecimiento provoca que con lentitud descubra mi cara, Dwight acercándose a mi, se sienta a mi lado, sin embargo, no cruza ninguna mirada conmigo.
—Eres el primero, después de mucho tiempo, que se puede acercar a Bea sin que ella llore o se orine en sus pantalones, y te agradezco por ello—comenta tomando la posición de indio, se encoge un poco de hombros— creí que eras un poco más hijo de puta, de hecho no sé si lo seas pero me alegra que mi esposa, se lleve bien con alguien más.
—Como sea—rodeo los ojos para poder observar hacia enfrente.
—Siempre quise que ella estuviera a salvo ¿ya sabes no? Que envejeciera, que tuviéramos hijos, un perro, aunque eso ya se me cumplió—añade y de reojo puedo observar que tiene su cabeza apoyada en la pared al igual que una sonrisa inunda su rostro—, yo realmente quería eso para ambos, para nuestro futuro.
A pesar de que Dwight no era mucho de mi agrado, e incluso se podría decir que lo mantengo con vida por la única razón que me trae comida y se arriesga ahí afuera, tan solo para traer una lata de duraznos caducada, es uno de los más eficientes.
—¿Por eso te arriesgas en las expediciones?
Dwight asiente un poco, —Quiero que a Bea no le falte nada, ya has de saber sobre sus fobias, ella siempre a tenido una vida demasiado complicada. Desde que la conocí siempre se orinaba, chillaba o se desmayaba con cualquier cosa—ladea un poco la cabeza—; quiero que ella esté bien, pero aveces se me olvida platicar del como está, como se siente, no quiero perderla. Es todo lo que yo necesito, por eso te agradezco —se gira verme—, la has salvado.
Suelto un suspiro, ¿qué podía yo contestarle? A pesar de que el rubio se había abierto de una más a mi, sabía que algo no me permitía confiar en él.
¡Estás celoso, marica!
Quizá aquel niño que gritaba en mi mente tenía razón, girando a Dwight, él era todo lo que yo no soy para Bea. Tiene una mente estable y ideales correctos.
—Si te hace sentir bien esto, y logró que dejes de hablar; De nada, rubio—respondo provocando que me de una risa divertida.
—No sé que pasa por tu mente, pero si eso mantiene a Bea segura, haré todo lo que quieras.
Este sin más se levanta y se marcha por el pasillo, quizá con el tiempo, —ya que es un perro bien portado— puede que llegue ser mi mano derecha.
