Un visitante en la oscuridad:

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El temor que tenía Ania de pasarse los días encerrada en esa casa hasta Dios sabe cuándo, tremendamente aburrida y sin nada que hacer, pronto se disipó. Vivir en aquella casa que se usaba como cuartel general de una sociedad secreta de magos y brujas era un poco... emocionante. La chica que había empezado a amar la magia y la anhelaba, al estar rodeada por primera vez de tantas cosas nuevas se divertía como nunca y era muy feliz. A pesar de ser una refugiada que había escapado de la captura de uno de los magos más poderosos del mundo y no poder salir por tal motivo. Sin embargo hasta esto le parecía algo emocionante. Así se sentía al principio de todo... cambiaría de idea con el pasar del tiempo.

En la casa sólo vivían de manera permanente Sirius y ella pero siempre parecía estar llena de personas y cada vez que llegaba alguien era motivo de ansiedad y expectación para Ania, que esperaba nuevas noticias. Respuestas a tantas preguntas que ninguno de los miembros de la Orden del Fénix pudo responder. El miembro que más se esperaba que llegara era el profesor Dumbledore, pero poco se dejó ver y Ania sólo intercambió unas cuantas palabras con él ya no traía noticia para ella, y sólo quería saber cómo estaba.

El otro miembro que era muy esperado, para desgracia de Sirius que no lo podía ni ver, era Severus Snape. Como espía de la Orden infiltrado entre los mortífagos era el que más noticias traía y siempre que llegaba era para comunicar algo nuevo. Pero por suerte para Ania, ya que el personaje no le agradaba, sólo permanecía en la casa unos minutos y se iba. La chica lo vio sólo una vez y prefería olvidarlo.

Así se enteró, por las noticias que traía, de que Voldemort había cambiado de planes. Al recibir tanta atención no deseada por parte del Ministerio de Magia, permanecía oculto y no se comunicaba con sus mortífagos. Éstos tenían la orden de averiguar el paradero de Ania ya que aún no sabían dónde estaba el cuartel general de la Orden del Fénix, donde sabían que estaba la chica oculta. Voldemort seguía sin decir para qué la buscaba y se negaba a hablar con los demás del tema. Actitud que estaba desesperando a todos, incluido al frustrado espía que ya no sabía qué hacer. Dumbledore había dejado entrever que pensaba que debía ser algo muy importante para que el desconfiado hombre no dijera nada.

Una tarde calurosa Ania y Tonks estaban limpiando la casa...

— Remus me ha dicho que esta noche vendrá Dumbledore y podremos preguntarle si puedes salir un par de horas —le dijo Tonks.

Estaban en el salón tratando de meter unas sábanas en una bolsa, era una tarea muy difícil porque éstas se negaban a hacerlo. La chica le había explicado a Ania que las habían embrujado.

_ Ufff... menos mal_ dijo Ania mientras forcejeaba con las sábanas.

_ Pégales a ver si se atontan y podemos meterlas_ dijo Tonks que sudaba por el esfuerzo. Ania las golpeó y se quedaron quietas.

Llevaba en aquella casa ya más de una semana y se le había presentado la urgencia de abastecerse de ropa entre otras cosas. Su amiga le había prestado ropa suya pero no había sido una solución porque las remeras de Tonks le quedaban algo pequeñas y hacían que sus pechos sobresalieran más allá de lo que se consideraba decente.

_ Espero que esté de acuerdo y pueda salir_ dijo Ania secándose el sudor_ De todos modos no saldremos por mucho tiempo.

_No, y si estás conmigo seguro que no se opondrá_ dijo Tonks mientras cerraba la bolsa_ Igual tendremos que ir con cuidado.

El día anterior la señora Weasley se había aparecido con una túnica para ella. Ya desde antes consideraba que la forma de vestirse de Tonks era algo indecente y ni hablar de su cabello, por lo cual al ver a Ania con la ropa prestada casi le había dado un ataque. No le gustaba la ropa muggle. Pero aquello tampoco había sido la solución porque la túnica que le había llevado era gigantesca, le arrastraba como una cola de novia y era tan calurosa que se ahogaba dentro. Así que optó por seguir usando la ropa de Tonks, hasta que pudiera salir a comprar nueva.

El alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora